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Por qué revive ETA en la trifulca política
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Antonio Casado

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Por qué revive ETA en la trifulca política

Los 'ongi etorri' suscitaron el debate bronco de la semana, pero Odón Elorza sostiene que ETA ya no existe. Existe en el dolorido relato de sus víctimas y en quienes la jalean

Foto: El diputado socialista Odón Elorza en un pleno en el Congreso. (EFE/Chema Moya)
El diputado socialista Odón Elorza en un pleno en el Congreso. (EFE/Chema Moya)

Pregonar la indulgencia de la memoria sobre la barbarie que nos amargó el retorno a la democracia, inmediatamente después de la no menos cruel dictadura franquista, me parece insoportable. Vaya eso por delante antes de constatar que la banda terrorista se ha convertido en inevitable comodín del debate político. Igual que el franquismo, también de amarga memoria.

Franco y ETA ya no están. Cierto. Pero existen en la trifulca partidista. Sus dirigentes los necesitan para ponerse estupendos en el 'Got Talent' de la política nacional. Concursante de moda: el diputado socialista, Odón Elorza, que perdió los papeles el miércoles pasado en el Congreso.

Los 'ongi etorri' suscitaron el debate bronco de la semana. Los homenajes públicos a etarras excarcelados de vuelta al pueblo reviven las siglas abominables de la transición. Y en ese sentido, ¿cómo sostener con Elorza que ETA ya no existe? Existe al menos en el dolorido relato de sus víctimas y en quienes la jalean con efecto retroactivo.

Los dirigentes políticos necesitan a ETA y a Franco para ponerse estupendos en el 'Got Talent' de la política nacional

Ciudadanos presentó una proposición de ley orientada a impedir esos homenajes. La defendió con buenos argumentos el diputado Guillermo Díaz y la taponaron los grupos de la ecuación Frankenstein (izquierda nacional más independentistas vascos y catalanes, básicamente), tras una desmadrada intervención del diputado Elorza: "Aquí no hay terroristas, pero sí hay franquistas y unas derechas de vocación golpista", dijo, al tiempo de recordar que ETA desapareció hace diez años y que a Bildu no se le puede considerar su heredero.

Unos acusan a otros de politizar el terrorismo. Y otros acusan a unos de "blanquear" a Bildu. Pero véase cómo, a uno y otro lado de la barricada, ETA vive. En el relato de ambos, en tres centenares de atentados sin esclarecer, en los homenajes a los presos y en los juicios de intención que van y vienen en el debate.

Foto: Alfonso Sebastián recibido en Guernica tras cumplir condena por terrorismo. (Reuters)

El taponamiento de la iniciativa de Ciudadanos se cargó de razón moral por una inesperada renuncia de los colectivos de presos a jalear públicamente a los excarcelados. Buena noticia y paso adelante en su intención de acortar distancias con el PNV. Una forma de utilizar políticamente el terrorismo.

Mejor "urnas" que "bombas". De acuerdo. Pero eso no liquida las cuentas pendientes, por mucho que pretenda borrar el rastro de sangre y miseria moral que dejan cuatro décadas de sufrimiento cuando la recuperación de las libertades después de la larga noche franquista ya era una feliz realidad.

Se nos hace el oído al relato indulgente con quienes transitaron de las bombas a las urnas

La verdad es que se nos está haciendo el oído al relato de la generosidad con quienes transitaron de las bombas a las urnas. Y eso no convierte a Bildu en socio recomendable, por muy legal que sea en el BOE y en el respeto al juego democrático, que lo es. Al Gobierno le interesa tenerlo como compañero de viaje y a Bildu le interesa crecer para competir con el PNV.

Celebrarlo, sí. Pero no retribuirlo. Premiar el retorno a la normalidad política de quienes militaron en ETA o la apoyaron (Arnaldo Otegi, Mertxe Aizpurúa, Fernando Barrena, Arkaitz Rodríguez, Iñaki Lizundia y un larguísimo etcétera) es una anomalía. Lo normal es que nadie humille a las víctimas. Y lo anormal es jalear el asesinato con carácter retroactivo, como hasta ahora se ha venido haciendo en más de cien ocasiones.

Pregonar la indulgencia de la memoria sobre la barbarie que nos amargó el retorno a la democracia, inmediatamente después de la no menos cruel dictadura franquista, me parece insoportable. Vaya eso por delante antes de constatar que la banda terrorista se ha convertido en inevitable comodín del debate político. Igual que el franquismo, también de amarga memoria.

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