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Lo que no dice la carta del Rey emérito
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Antonio Casado

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Lo que no dice la carta del Rey emérito

Zarzuela y Moncloa han ido de la mano en este asunto. Ambos celebran que Juan Carlos no haya acabado en el banquillo

Foto: El rey Juan Carlos. (Getty Images/David Ramos)
El rey Juan Carlos. (Getty Images/David Ramos)
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Así como en su día el entonces vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, se manifestó a favor de la OTAN con su voto en contra (marzo de1986), Juan Carlos de Borbón ha decidido seguir en Emiratos Árabes en contra de su voluntad.

No hay otra forma de interpretar la carta abierta del exrey de España a su hijo, Felipe VI, hecha pública el lunes pasado, en la que le comunica su decisión de continuar residiendo en Abu Dabi, “por razones que pertenecen a mi ámbito privado y que solo a mí me afectan”, aunque volverá con frecuencia a España “para visitar a la familia y amigos”.

No es verdad que las razones de su alejamiento de la vida pública española solo le afecten a él. Afectan a la Corona, al Gobierno de la nación y al resto de las instituciones del Estado. Por tanto, tampoco es verdad que el Ejecutivo y la Casa del Rey sean ajenos a la mencionada decisión del llamado Rey emérito. Aunque nada de todo eso se haga explícito en la carta del padre al hijo, tan distintos y distantes.

Moncloa y Zarzuela, afortunadamente, han ido de la mano en este asunto. Los dos centros de poder celebran que el anterior jefe del Estado no haya acabado en el banquillo del Tribunal Supremo. Lógico. Felipe VI y Pedro Sánchez hubieran hecho un mal servicio a España si de verdad hubieran entendido que solo en el ámbito privado recaerían los efectos tanto del archivo del proceso indagatorio de la Fiscalía como del eventual retorno a España del Rey emérito.

Como en su día Guerra se manifestó a favor de la OTAN con su voto en contra, el emérito decide seguir donde estaba en contra de su voluntad

Lo cual no deroga la verdad formal y material de que la decisión de seguir en Abu Dabi, con visitas esporádicas a España de carácter privado o familiar, la ha tomado exclusivamente don Juan Carlos de Borbón. Nadie ha decidido por él. De hecho, en los entornos de Felipe VI y de Pedro Sánchez molestaban las quejas oficiosas, procedentes de Abu Dabi, de que aquel quería volver, pero se lo tenían prohibido.

Foto: Juan Carlos I. (EFE/EPA/Ali Haider)

También pudo haber decidido volver para quedarse. Pudo haberlo hecho, naturalmente. Esa posibilidad nunca dejó de contemplarse en la Zarzuela ni en Moncloa. Pero si se hubiera dado el caso, ahora estaríamos hablando de otra cosa. Palabras mayores. El emérito habría pisado una línea roja y, entonces sí que sí, Felipe VI habría tomado decisiones drásticas para impedir que las conductas presuntamente delictivas de don Juan Carlos (véase el relato fáctico de la propia Fiscalía) perjudicasen más de lo que ya han perjudicado la institución monárquica y la imagen de España en el exterior.

También pudo haber decidido volver para quedarse. Si se hubiera dado el caso, Felipe VI habría tomado decisiones drásticas

El último de los elementos dañinos en el plano reputacional es la peligrosa relación que, en la carta a su hijo, don Juan Carlos establece entre el archivo de las investigaciones de la Fiscalía y el eventual regreso a España, aunque sea con billete de vuelta y nunca en residencia del Estado.

Asociar el retorno, aunque sea ocasional, con el archivo de las actuaciones alimenta la sospecha de que el emérito estaba huyendo de la Justicia. La sospecha carece de fundamento, pero se alimenta de esa perversa relación causa-efecto que aparece en el segundo párrafo de la carta de don Juan Carlos a su hijo, el rey Felipe.

Así como en su día el entonces vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, se manifestó a favor de la OTAN con su voto en contra (marzo de1986), Juan Carlos de Borbón ha decidido seguir en Emiratos Árabes en contra de su voluntad.

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