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Luis Roldán (RIP): maldita sea su memoria
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Antonio Casado

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Luis Roldán (RIP): maldita sea su memoria

Aquel director de la Guardia Civil fue el símbolo más grosero de la corrupción en la España de Felipe González

Foto: Luis Roldán. (EFE/Villar López)
Luis Roldán. (EFE/Villar López)
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Descanse en paz Luis Roldán, cuyos restos fueron incinerados ayer en el cementerio Torrero de Zaragoza, después de fallecer a consecuencia de un cáncer de colon.

Y maldita sea su memoria cosida a los genuinos supuestos de corrupción en la vida pública: malversación, cohecho, estafa, delito fiscal y falsificación, por los que fue condenado en 1998 a 31 años de prisión, de los que cumplió la mitad.

Peores pecados fueron los cometidos en su inagotable capacidad de mentir y su infinito desprecio a la confianza depositada por sus compañeros de partido.

No cabe la indulgencia en el obituario de un pícaro que acaba de morir a la edad de 78 años. Descanse en paz el hijo del taxista, el padre de cuatro hijos (uno de ellos murió en accidente de tráfico) pero de amarga memoria asociada a las siglas históricas de un partido político honorable. Su caso fue un golpe devastador en el sentir de quienes un día creímos en la superioridad moral del partido fundado por Pablo Iglesias.

Fue inagotable su capacidad de mentir e infinito su desprecio a la confianza depositada en él por sus compañeros de partido

Aunque todo eso ya había empezado a tambalearse a principios de los años noventa del siglo pasado, fue Roldán quien le dio el tiro de gracia. Justo cuando el entonces vicepresidente, Narcís Serra, quiso hacerle ministro del Interior. Uff.

Así que nada fue igual para la marca PSOE a partir del culebrón protagonizado por un traidor, corrupto y mentiroso. Así era aquel director general de la Guardia Civil (1986-1994) que, después de meter la mano en la caja, huyó de la Justicia como un vulgar ratero con los bolsillos llenos (nunca hubo ciencia cierta sobre los millones repartidos en paraísos fiscales), traicionando a sus compañeros, poniendo en ridículo al Gobierno de Felipe González y avergonzando a todos los españoles.

Cuando en la tarde del 29 de abril de 1994 Luis Roldán se hizo el encontradizo con dos periodistas del diario 'El Mundo' (Rubio y Cerdán) en la habitación 208 del hotel residencia Marignan de París, a 100 metros de los Campos Elíseos y muy cerca de la Embajada española, el fugitivo declaró: "Tengo dos alternativas: tirar de la manta o pegarme un tiro".

Optó por lo menos lesivo para él. Así supimos que los fondos reservados del Ministerio del Interior se habían convertido en fuente de ingresos para redondear el patrimonio particular de sus altos cargos.

"Tengo dos alternativas: pegarme un tiro o tirar de la manta", dijo el fugitivo en 1994. Optó por lo menos lesivo para él

Al entregarse a la policía española en el aeropuerto de Bangkok (27 febrero 1995), ya era el símbolo más grosero de la corrupción en la España de Felipe González. No fue el único, pero fue el paradigma de la descomposición moral de una época. Bien lo saben los españoles a quienes los nombres de Juan Guerra, Filesa, Ibercorp, Mario Conde, Javier de la Rosa, GAL (guerra sucia del Estado), etc. martillearon sus oídos en vísperas de la caída del Gobierno socialista (marzo 1996).

Roldán firmó la liquidación de su condena en marzo de 2010. Entonces quedó en paz con la justicia. No con los ciudadanos, que siguen preguntándose por el paradero del dinero que robó en comisiones por la constitución de cuarteles de la Guardia Civil, como se demostró en la Audiencia Nacional. Y no con sus compañeros de partido, que aún hoy bajan la cabeza ante la sola mención de su nombre.

Descanse en paz Luis Roldán, cuyos restos fueron incinerados ayer en el cementerio Torrero de Zaragoza, después de fallecer a consecuencia de un cáncer de colon.

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