Gaza: España, en el lado correcto

Conviene aparcar los prejuicios que inspira el personaje de Pedro Sánchez, con acreditada tendencia a canjear principios por posiciones de poder. La tragedia humanitaria de Gaza ha colocado España en el lado correcto de la controversia que divide muy desigualmente a la opinión pública española y a la comunidad internacional. Lo digan Sánchez o su porquero. No señalo a nadie. Simplemente cito a Machado.

A mi juicio, se equivoca el líder de la oposición, Núñez Feijóo, por compartir la bárbara acusación israelí de que España se pone al lado de los terroristas de Hamás. El presidente del Gobierno no va a redimirse de su indefendible complicidad con los enemigos del Estado para seguir en el poder, pero en este asunto ha conectado mejor con la opinión pública.

No menos bárbara, absurda, temeraria e injusta es la referencia del Gobierno de Netanyahu al secretario general de las Naciones Unidas como un "enemigo de la paz mundial". António Guterres y Pedro Sánchez han condenado inequívocamente el asalto terrorista del 7 de octubre. Pero, puestos a invocar los principios que rigen en esta parte del mundo, ambos se han dirigido a los nuestros, los primeros afectados por la carga de la prueba. A Israel debemos recordarle la obligación de distinguir entre terroristas y población civil.

Los nuestros no son precisamente los que asesinan en nombre de Alá. Pero están violando conscientemente las leyes de la guerra aceptadas en los países adscritos a la fe en la democracia, la ley y los derechos humanos. Hasta el punto de desoír, gracias al obsoleto protocolo del veto norteamericano, el mayoritario llamamiento del Consejo de Seguridad de la ONU a un alto el fuego por razones humanitarias.

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Ó. Hernández

Trece países a favor frente al único voto contrario de EEUU y la abstención del Reino Unido. Todos adictos al dogma vigente en la parte civilizada del mundo: el fin no justifica los medios. El precio de la eliminación de Hamás no puede ser el ultraje al derecho internacional, ya incumplido durante 75 años de clamoroso silencio sobre el mandato de los dos Estados (de "Estado binacional" hablaba Hanna Arendt antes de la creación del Estado israelí).

La catástrofe humanitaria es una cruel realidad que avergüenza a quienes se reconocen en la democracia, la ley y el humanismo

El Gobierno de Biden, que ha priorizado su histórico apoyo a Israel sobre cualquier otra consideración moral, alega que un alto el fuego en la ofensiva de Israel sobre Gaza solo serviría para "plantar la semilla de una próxima guerra". Insensible al intento de suavizar la catástrofe humanitaria y a una cruel realidad que avergüenza o debería avergonzar a quienes nos reconocemos en el reino de la democracia, el derecho y el humanismo.

También debería avergonzar a Israel, donde parece olvidada su inserción en esos valores. El hecho es que el Ejército es la institución más valorada, mientras en las redes sociales arrasa el rap Harbu Darbu (espadas y golpes), que celebra la violencia indiscriminada contra los palestinos ("No habrá perdón") en explícita incitación al genocidio y la muerte de figuras notables que han simpatizado públicamente con los gazatíes.

En estas circunstancias, carece de credibilidad el anunciado propósito de causar el mayor daño posible a los terroristas y el menor daño posible a los palestinos, ya curtidos en la pobreza, el confinamiento y un permanente estado de necesidad.

Son los nuevos parias de la tierra, junto a los inmigrantes que se dejan la vida en el mar persiguiendo el sueño de una vida mejor.