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De Dani Alves a Errejón: la transversalidad del machismo
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Antonio Casado

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De Dani Alves a Errejón: la transversalidad del machismo

No hay precedente en la autocrítica por una actitud machista. Dicho sea, como atenuante, no como eximente, de unos hechos susceptibles de reproche penal en aplicación del "sólo sí es sí"

Foto: Errejón con Yolanda Díaz. (Europa Press/Alberto Ortega)
Errejón con Yolanda Díaz. (Europa Press/Alberto Ortega)
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Íñigo Errejón (Madrid, 14 diciembre 1983) no es el primer machista ni será el último que brota en la izquierda, porque el machismo es transversal. Igual que el feminismo, por mucho que Irene Montero, Yolanda Díaz, Ione Belarra, quieran monopolizar la cruzada contra los maltratadores, como si solo fuera cosa de una izquierda comprometida al logro de "una sociedad feminista". El propio Errejón se fustiga por su actitud "incompatible con un partido feminista", aunque debería declararla incompatible con una sociedad justa en un país habitable.

Vale que el feminismo quiera mantener viva la llama contra la violencia machista. Pero no como fábrica de manufacturas verbales de consumo rápido en una sociedad que no tiene que ser feminista ni machista, sino apacible marco de convivencia en el respeto al libre albedrío y los demás derechos humanos. Desde la cuna a la sepultura. De todos ellos: vivienda digna, buscarse la vida donde la necesidad te lleve, aprendizaje en la escuela, curación en el hospital, etc. Incluidos, por supuesto, los derechos a la intimidad y al sexo recreativo.

Hay mujeres a la caza de hombres empotradores y hombres que buscan a mujeres dominantes sin reparar demasiado en los protocolos legales sobre el consentimiento. Así que lo de Errejón, como lo del futbolista Dani Alves, cursa como una dosis de recuerdo sobre la transversalidad política, social, económica y cultural del machismo. La testosterona impone su ley a progres y fachas, pobres y ricos, analfabetos y genios.

Lo que no tiene precedentes es la autocrítica. No recuerdo un caso parecido de honradez en el reconocimiento de un comportamiento tan machista. Me refiero a la honestidad intelectual de procesarlo como una contradicción entre la persona y el personaje, de la que Errejón era consciente y de la que se estaba tratando como una patología relacionada con la adicción al sexo y el consumo de drogas.

Hay mujeres a la caza de empotradores y hombres que buscan a mujeres dominantes sin protocolos legales de consentimiento

Dicho sea, como atenuante, no como eximente, respecto a unos hechos susceptibles de reproche penal en aplicación de la llamada ley del "sólo sí es sí".

La estigmatización del personaje, sin embargo, avanza como un tsunami incontenible con los testimonios prestados por una docena de mujeres sobre los agresivos comportamientos de Errejón: maltrato, acoso, agresión, prácticas humillantes, actitud dominante, monstruo, psicópata: "Solo sí es sí. Parece mentira que me esté pasando esto contigo", llegó a decirle la actriz Elisa Mouliaá, única afectada que hasta ahora ha decidido denunciarle a la Policía en los términos recogidos por El Confidencial en una excelente pieza informativa de Ana Belén Ramos.

La estigmatización de Errejón avanza como tsunami incontenible en base a testimonios de maltrato, acoso, agresión y practicas humillantes

Así se abre el hilo de una nueva entrega del "Me too" a escala nacional que nos obliga también a no dar por bueno todo el oro feminista y liberador que reluce en las redes, las tertulias, los bares de copa y los pasillos del Congreso, a medida que va creciendo la lista de damnificadas. En algunos casos, sin aportar más pruebas que unas volanderas deposiciones en las redes sociales.

También la derivada política lo deja a los pies de los caballos después de su dimisión irrevocable como portavoz de Sumar y líder de Más Madrid. Tormenta reputacional sobre la dividida izquierda plurinacional y descolonizadora a la que pertenecía —pertenece— el cofundador de Podemos. Y una absurda valoración pública del PP: "Yolanda ya tiene a su Ábalos" ¡Qué tendrán que ver los apremios hormonales de Errejón con las prácticas corruptas de un servidor público!

Íñigo Errejón (Madrid, 14 diciembre 1983) no es el primer machista ni será el último que brota en la izquierda, porque el machismo es transversal. Igual que el feminismo, por mucho que Irene Montero, Yolanda Díaz, Ione Belarra, quieran monopolizar la cruzada contra los maltratadores, como si solo fuera cosa de una izquierda comprometida al logro de "una sociedad feminista". El propio Errejón se fustiga por su actitud "incompatible con un partido feminista", aunque debería declararla incompatible con una sociedad justa en un país habitable.

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