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Todo cambia, nada permanece… salvo Arenas
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Fernando Matres

El Zaguán

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Todo cambia, nada permanece… salvo Arenas

El eterno padre del centroderecha andaluz conservará su escaño en el Senado a pesar de los recelos de Juanma Moreno, incómodo por la influencia que se atribuye

Foto: Moreno saluda a Arenas en el acto de homenaje a Blas Infante. (EFE/Julio Muñoz)
Moreno saluda a Arenas en el acto de homenaje a Blas Infante. (EFE/Julio Muñoz)
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Todo fluye, todo cambia, nada permanece… a no ser que te llames Javier Arenas. Si Heráclito hubiera sido coetáneo del padre del centroderecha andaluza, seguramente habría acabado refutando la teoría del devenir. El astuto líder que rozó la gloria que ahora saborea Juanma Moreno, la de acabar con la absoluta hegemonía socialista en el sur de España, tiene la enorme habilidad de sobrevivir a todos los bandazos de la política. Y eso que en el Partido Popular últimamente no han sido pocos ni pequeños.

El "niño Arenas", como fue conocido durante muchos años por convertirse en concejal del Ayuntamiento de Sevilla con tan solo 26 años, ha sido absolutamente todo en el PP y aunque su puesto en el Senado parezca el destinado a un retiro dorado, todavía conserva su influencia… y su olfato.

Foto: El presidente de honor del PP-A, Javier Arenas. (EFE)

Solo así se explica que, por más que en los pasillos la maldad de que "Javier ya está de salida" sea tan repetitiva como la canción del verano, no solo siempre mantenga un cargo al que aferrarse, sino que también continúe moviendo los hilos en la sombra a través de sus fieles.

El último episodio tuvo lugar en la Junta Directiva extraordinaria del PP de Sevilla, en la que se analizaron los resultados de las elecciones autonómicas. Lo que debía ser una fiesta para celebrar la victoria aplastante de Juanma Moreno se convirtió en una escena de enorme tensión porque varios alcaldes de la provincia y la consejera de Cultura, Patricia del Pozo, todos leales a Arenas, cuestionaron la labor de la presidenta provincial, Virginia Pérez, y la culparon de la moción de censura que ha causado la pérdida de la Alcaldía de Lora del Río.

placeholder Javier Arenas conversa con Ignacio Cosidó en el Senado. (EFE/Mariscal)
Javier Arenas conversa con Ignacio Cosidó en el Senado. (EFE/Mariscal)

Algunos asistentes a la Junta Directiva relatan cómo vivieron una estrategia perfectamente planificada y escenificada para poner en duda la capacidad de la presidenta, sin importar siquiera que el PP acababa de superar en votos en la provincia de Sevilla al PSOE por primera vez en la historia en unas elecciones. Detrás de ello se esconde el enésimo capítulo de la lucha de poder en el partido y el intento liderado por Arenas de que Patricia del Pozo sustituya a Virginia Pérez en la presidencia.

Unas veces estará en un bando y otras, en el contrario. Los aliados y los enemigos van y vienen, sin más lealtad que a sí mismo ni más motivos que los propios intereses. Eso sí, no hay nada que se mueva en el PP de Sevilla y de Andalucía sin que Javier Arenas lo decida, lo permita… o al menos lo conozca.

Foto: El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Un extraordinario ejemplo de este baile permanente de coaliciones, que convierte la geometría variable de Pedro Sánchez en un sonrojante juego de aprendices, es la propiedad de su escaño como senador por designación autonómica. Con Mariano Rajoy como presidente, Arenas mantenía su cuota de poder como secretario general del grupo parlamentario. En la práctica, la figura más importante en la Cámara Alta, puesto que el portavoz es el rostro visible, pero el secretario general controla el presupuesto y reparte las intervenciones y los temas.

Tras la moción de censura, el adiós de Rajoy y la victoria de Pablo Casado en las primarias, este quiso romper con el pasado y despojó a Javier Arenas de su responsabilidad, manteniéndolo exclusivamente como senador raso. Una catástrofe para cualquier otro; un simple paréntesis para el exvicepresidente del Gobierno, exministro y exsecretario general nacional del partido.

placeholder Moreno y Arenas durante una reunión del Comité Ejecutivo Autonómico de los populares en Sevilla. (EFE/José Manuel Vidal)
Moreno y Arenas durante una reunión del Comité Ejecutivo Autonómico de los populares en Sevilla. (EFE/José Manuel Vidal)

Con el paso del tiempo, Casado quiso reafirmar su autoridad e intentó dejarle no solo sin cargo, sino también sin escaño. Entonces, un Juanma Moreno que necesitaba la colaboración del eterno líder andaluz consiguió frenar la maniobra y no accedió a sustituirlo.

Pero si la vida da muchas vueltas, la política es un tiovivo el primer día de la Feria. El Juanma Moreno de la mayoría absolutísima, se siente fuerte, empoderado que se dice ahora, y ya no solo no necesita de la tutoría de Arenas, sino que incluso le incomoda que en privado este se atribuya más peso e influencia del que en realidad tiene.

Por eso, aprovechando la renovación de los puestos de senadores por designación autonómica, en los que el PP pasará de tener los dos actuales —el propio Arenas y Teresa Ruiz Sillero— a cinco, el presidente andaluz barajaba prescindir de él. Pero el juego de alianzas y contrapesos ha vuelto a cambiar, y lo que eran recelos para Pablo Casado ahora es confianza para Alberto Núñez Feijóo, que incluso le ha vuelto a dar galones como portavoz adjunto en el Senado.

Foto: Moreno y la consejera Del Pozo pasean por la Feria de Sevilla. (EFE/Raúl Caro)

Los tentáculos de Arenas, el hombre que se las sabe todas tanto en Génova como en San Fernando, le permiten contar con agarraderas aquí y allá. Confirmado y seguro en Madrid, ya que Feijóo ve en él un perfil experto y solvente de la vieja guardia que ha buscado también en otros colaboradores cercanos como Esteban González Pons, ahora se siente fuerte para soportar los recelos que provoca en el inquilino de San Telmo. Y, de paso, también para intentar de nuevo el asalto por persona interpuesta a la presidencia del PP de Sevilla a través de su equipo de leales, que tanto tienen que agradecerle. Sin importarle reabrir una herida que parecía cerrada, o al menos en proceso de cauterización, después de que Juanma Moreno y Virginia Pérez acordaran sellar la paz durante la pasada Feria de Abril una tarde a solas en San Telmo.

Su historia, en fin, se resume en la frase que le dijo José María Aznar en la mesa presidencial de aquel Congreso de Valencia en 2008, en el que el apoyo de los compromisarios andaluces liderados por Arenas le dio la presidencia del partido a Mariano Rajoy: "Javier, nos has jubilado a todos menos a ti".

Todo fluye, todo cambia, nada permanece… a no ser que te llames Javier Arenas. Si Heráclito hubiera sido coetáneo del padre del centroderecha andaluza, seguramente habría acabado refutando la teoría del devenir. El astuto líder que rozó la gloria que ahora saborea Juanma Moreno, la de acabar con la absoluta hegemonía socialista en el sur de España, tiene la enorme habilidad de sobrevivir a todos los bandazos de la política. Y eso que en el Partido Popular últimamente no han sido pocos ni pequeños.

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