Es noticia
Se puede ser todo menos malaje
  1. España
  2. Andalucía
Fernando Matres

El Zaguán

Por

Se puede ser todo menos malaje

La parodia de la Virgen del Rocío en TV3 retrata tanto a quien se siente con la superioridad moral de burlarse de las tradiciones ajenas como a quien sobreactúa haciéndose el ofendido

Foto: Parodia de la Virgen del Rocío en TV3. (TV3)
Parodia de la Virgen del Rocío en TV3. (TV3)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Decía Michi Panero que en esta vida se puede ser todo menos un coñazo y esta frase es lo primero que se me vino a la cabeza al ver (iba a escribir sufrir) la tan comentada parodia de la Virgen del Rocío en la televisión pública catalana. Si tienes un programa de humor, es posible apostar por las imitaciones o los sketches, los chistes blancos o la provocación transgresora, pero lo único que no debes olvidarte es de hacer gracia. Porque un humorista puede ser todo menos malaje.

Ya sé que el humor es un concepto subjetivo y lo que a alguien le provoca una carcajada a otra persona le puede dejar absolutamente fría. No hablo de los efectos conseguidos, sino de los objetivos buscados, de las motivaciones que lo justifican. Y creo que estarán de acuerdo en que una mujer disfrazada de Virgen del Rocío diciendo zafiedades únicamente puede hacer algo de gracia a un público proclive a ello. Porque la escena es tan burda que en comparación convierte a Los Morancos, criticados a veces por vulgares, en los herederos del humor inteligente de los Monty Phyton.

Foto: Parodia de la Virgen del Rocío en TV3. (TV3)

Quien se riera viendo el programa de TV3 lo haría del mismo modo, bobalicón e incomprensible, en que los niños se dan pataditas por debajo del pupitre cuando la profesora dice pene en clase de anatomía. En sí no tiene ninguna gracia, pero el “público” se reconoce como parte del colectivo. Que en el caso de los receptores de la supuesta parodia son aquellos que se sienten con superioridad moral para burlarse de las tradiciones, cultura o dialecto ajenos.

Hacerlo en pleno Martes Santo brinda además la posibilidad de convertir la provocación en aún mayor, aunque sea a costa de demostrar desconocimiento. Qué más da que la Virgen del Rocío no procesione en la Semana Santa, sino el lunes siguiente al Domingo de Pentecostés, cuando lo importante es intentar ridiculizar sin más. Qué diferencia abismal entre este humor supremacista, faltón y ordinario y el humor autoparódico, sutil y brillante que hacían Borja Cobeaga y Diego San José en el programa Vaya semanita de Euskal Telebista.

Ocurre, sin embargo, que la presunta comedia de la televisión catalana no solo retrata a quien se cree mejor que aquél de quien se ríe, sino también a quien se apresura a sobreactuar haciéndose el ofendido para reclamar protagonismo. Los comunicados de repulsa o las denuncias de la Hermandad Matriz de Almonte o los Arzobispados entran dentro de lo lógico y se dan por descontados, pero las salidas en tromba de los políticos de todo el espectro ideológico obedecen más bien a un intento de acaparar foco erigiéndose en defensores de los andaluces.

Hasta podríamos decir que cometen el mismo pecado que quienes entienden que el dinero público debe destinarse solo a cumplir los deseos de los catalanes que defienden la independencia y tratan como inferiores a quienes no hablan, sienten o piensan como ellos. El error de identificar la parte con el todo y querer silenciar las opiniones contrarias.

Foto: Cientos de personas rezan ante la imagen de la Virgen del Rocío en el Santuario ubicado en la aldea almonteña de El Rocío (Huelva). (EFE/Julián Pérez)

Aunque no debería ser necesario, parece que no está de más recordar que defender la libertad de expresión cuando se dice algo con lo que estás de acuerdo no es justicia, es interés. Lo que resulta necesario es defenderla para que alguien pueda manifestar una opinión, no ya que no compartes, sino que incluso te desagrada. “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”, como escribió Evelyn Beatrice Hall.

El ácido humorista Ricky Gervais, famoso por sus chistes provocadores y sus hirientes pullas al presentar las galas de los Globos de Oro, lo expresa con una claridad nítida: “Que te ofendas no significa que tengas razón”. La parodia de la Virgen del Rocío me parece que no tiene ninguna gracia, es de pésimo gusto y resultaría antigua hasta en los años 80, pero sus perpetradores tienen el mismo derecho a hacerla que los ofendidos a criticarla. ¿En base a qué se debe pedir perdón por un chiste, por más malo que sea? Los límites del humor sólo deberían ser dos: el Código Penal y que provoque la risa.

Foto: Feijóo (2d); junto a Juanma Moreno (2i) y el candidato popular a Sevilla, José Luis Sanz (d) en la Semana Santa de Sevilla. (Joaquín Corchero/Europa Press)

Sucede además que, como con todos los extremismos en esta sociedad polarizada, unos y otros se necesitan para retroalimentarse. El provocador requiere de alguien que se ofenda para que la gracieta cumpla su objetivo y en su afán por denunciar el supuesto insulto lo que consigue el indignado es que la difusión se multiplique. ¿Cuántos andaluces habrían tenido conocimiento de un sketch en un programa de la televisión autonómica de Cataluña en plena Semana Santa? Después de los comunicados, el vídeo suma miles de reproducciones, en un claro ejemplo de “efecto Streisand”, que es denominado así porque la actriz y cantante norteamericana quiso prohibir que una página web publicara una fotografía aérea de su casa y, al denunciarlo, la imagen acumuló 420.000 descargas en un mes cuando antes sólo llevaba seis visualizaciones.

Puestos a ofenderse, es mejor hacerlo por algo que merezca la pena y no le haga el juego al presunto ofensor. Puestos a provocar, háganlo con talento, sutileza y conocimiento de causa. En TV3 deberían ver la obra de teatro Estrella Sublime, que lleva más de 20 temporadas en cartel cuestionando los mitos religiosos en Andalucía y desde Andalucía.

Decía Michi Panero que en esta vida se puede ser todo menos un coñazo y esta frase es lo primero que se me vino a la cabeza al ver (iba a escribir sufrir) la tan comentada parodia de la Virgen del Rocío en la televisión pública catalana. Si tienes un programa de humor, es posible apostar por las imitaciones o los sketches, los chistes blancos o la provocación transgresora, pero lo único que no debes olvidarte es de hacer gracia. Porque un humorista puede ser todo menos malaje.

Noticias de Andalucía