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Fernando Matres

El Zaguán

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Esto es Carnaval… tú

La polarización extrema y la corrección política afectan a las coplas gaditanas, tradicional refugio de la crítica y la ironía que siempre presumió de ser “la fiesta de la Libertad”

Foto: Actuación de la comparsa infantil 'Las maleducadas' anoche en el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas de Cádiz. (Efe)
Actuación de la comparsa infantil 'Las maleducadas' anoche en el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas de Cádiz. (Efe)
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En 1991, en plena Guerra del Golfo, la que Saddam Hussein calificó como “la madre de todas las batallas”, el cuarteto “Tres notas musicales” del Peña, el Masa y el Gabi entonó un estribillo que pasó a la Historia: “Ay que casualidad, ahora una Guerra Mundial, la gente no respeta ni que estamos en Carnaval”. Fue el año del regreso del Concurso de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz al Gran Teatro Falla tras su remodelación. Hoy se sigue recordando, aunque si ahora alguien se atreviera a cantar algo parecido seguramente algunas voces criticaran su falta de sensibilidad o lo tacharían de equidistante por no apoyar expresamente a ucranianos o palestinos.

Las polémicas siempre han rodeado al Carnaval de Cádiz porque es una fiesta popular que se vive con muchísima intensidad y los coros, cuartetos, comparsas y chirigotas tradicionalmente han tratado temas sensibles con grandes dosis de crítica social. Pero, en consonancia con estos tiempos de polarización extrema, corrección política y cultura de la cancelación, parece que tenemos la piel más fina. El altavoz de las redes sociales y el filtro que imponen a todo influyen en que las letras carnavalescas ahora se enfrenten a nuevos corsés.

La edición de este año comenzó con un gran lío por la actuación de la chirigota “Abre los ojos”, con mensajes negacionistas sobre la vacuna contra el Covid o la Agenda 2030 con unas letras y una interpretación cuyo nivel convertiría cualquier fiesta de fin de curso en una superproducción de Broadway. El público del Falla, ante semejante despropósito de un repertorio sin calidad alguna, intérpretes que no se sabían las letras y disfraces irreconocibles, abucheó a la agrupación y se dedicó a cantar coplas históricas hasta que el grupo abandonó el escenario.

"En consonancia con estos tiempos de polarización extrema, parece que tenemos la piel más fina"

Además del reglamento, que establece las normas del Concurso, el Carnaval gaditano siempre ha contado con un mecanismo de autorregulación, el sentir de los aficionados, que encumbra o sentencia a las agrupaciones según el gusto popular. En ese sentido, su reacción fue ejemplar al considerar la actuación como una falta de respeto a la Fiesta. Menos comprensibles resultan las peticiones de impedirles actuar porque no se puede dar eco a “mensajes conspiranoicos y fascistas”. Curiosa manera de ejercer la “fiesta de la libertad”.

Porque la libertad de expresión no es solo poder defender mis argumentos, sino sobre todo respetar aquellos que no me gustan. “Decir lo que la gente no quiere oír”, en palabras de George Orwell. Como advirtió Darío Villanueva, “la corrección política es una nueva forma de censura perversa para la que no estábamos preparados, pues la ejercen fragmentos difusos de lo que denominamos sociedad civil”. Fragmentos con un móvil en la mano y una publicación siempre preparada en borradores.

Así se entiende que José Guerrero “Yuyu”, uno de los míticos chirigoteros que ha vuelto al Concurso tras 15 años de ausencia, sostenga con razón que “a las redes sociales les hacemos mucho caso, pero son una mentira”, y al mismo tiempo utilice parte de su repertorio para responder a las acusaciones de machismo recibidas… en esas mismas redes sociales. Yuyu ha protagonizado otro episodio muy simbólico, pues dedicó un magnífico pasodoble cargado de ironía a las listas de espera y muchos le reprocharon que no nombrara en él a Juanma Moreno como responsable de la sanidad andaluza. Si hubiera querido evitar deliberadamente la crítica al presidente, ¿no habría elegido cantar mejor sobre otro tema? Hay quienes no se conforman con escuchar las coplas, sino que pretenden decirles a los autores lo que deben escribir.

placeholder Participantes en el tradicional ´Domingo de coros´ recorren las calles de Cádiz. (Efe)
Participantes en el tradicional ´Domingo de coros´ recorren las calles de Cádiz. (Efe)

En sus propias carnes lo ha sufrido también la comparsa de los hermanos Pastrana, que tras dedicar un duro pasodoble a Pedro Sánchez que se hizo viral tuvieron que enfrentarse a una doble reacción, la de aquellos que les insultaban y de quienes quisieron apropiarse de la letra. Se vieron obligados a emitir un comunicado para recordar lo obvio, que el Carnaval es “un espacio de libertad donde se cuestiona y se critica a quienes ostentan el poder, sin importar su color o posición”. Al tiempo que señalaban que “nuestro arte no se manosea ni se distorsiona para servir a intereses que no representan nuestros valores; nos resulta molesto y preocupante que se utilice nuestra crítica como arma para atacar a sus oponentes políticos”.

Esta creciente ola de confusión de obra y artista, la misma que encumbra o sentencia a personas por sus opiniones y no por sus creaciones, la que idolatró a Karla Sofía Gascón para luego hundirla, ha llegado a la Fiesta de Cádiz para elogiar o censurar a alguien por lo que dice y no por cómo lo dice. Leí un post en X en el que un aficionado se lamentaba de que se hubiera perdido el criterio en el Falla, porque igual se aplaudía una copla que defendía un tema como otra que abogaba por lo contrario. ¿Y qué tendrá que ver, si la letra y la música tienen calidad, el grupo está afinado y el autor lo hace por creencia y no por populismo? En 1997, la chirigota del Selu, otro de los grandes referentes, enlazó un pasodoble elogioso a José María Aznar con otro crítico inmediatamente después, una auténtica genialidad.

Es absolutamente lógico, y además muy recomendable, que el Carnaval, como la sociedad, evolucione, que la mujer tenga un papel cada vez más protagonista en él o que ahora choquen bromas despectivas hacia los colectivos minoritarios o desfavorecidos, si bien desde el convencimiento, no desde la imposición o el postureo. Repertorios con caricaturas y clichés ofensivos, o ciertos cuplés con humor homófobo o rancio pueden gustar más o menos, pero la crítica hacia ellos no debe caer en la censura o la superioridad moral.

No se puede perder ese concepto tan gaditano de “la carga”, ese comentario divertido, irónico e hiriente, pero sin caer en el insulto, y cuya regla número 1 dice que siempre hay que darla con arte… y también hay que saber recibirla. Como sentencia el maestro Antonio Reguera, “la carga supera la pena”. De lo contrario, además del Jurado del Falla tendremos el de los ofendiditos, con la misma actitud del Desagradable, el personaje del cuarteto de Manuel Morera que estaba tan enfadado con el mundo que ante el saludo matinal respondía indignado “buenos días, tú”, mientras señalaba con el dedo.

En 1991, en plena Guerra del Golfo, la que Saddam Hussein calificó como “la madre de todas las batallas”, el cuarteto “Tres notas musicales” del Peña, el Masa y el Gabi entonó un estribillo que pasó a la Historia: “Ay que casualidad, ahora una Guerra Mundial, la gente no respeta ni que estamos en Carnaval”. Fue el año del regreso del Concurso de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz al Gran Teatro Falla tras su remodelación. Hoy se sigue recordando, aunque si ahora alguien se atreviera a cantar algo parecido seguramente algunas voces criticaran su falta de sensibilidad o lo tacharían de equidistante por no apoyar expresamente a ucranianos o palestinos.

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