Es noticia
El ascenso del extremismo
  1. España
  2. Antítesis
Vicente Vallés

Antítesis

Por

El ascenso del extremismo

Por muchos catalanes que se hicieran independentistas gracias a –o por culpa de– Rajoy, Pedro Sánchez ha sabido superar a su antecesor al frente del Gobierno

Foto: El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, pasa ante el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, pasa ante el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

En septiembre de 2019, dieciséis meses después de alcanzar el poder mediante una moción de censura, Pedro Sánchez y su equipo de estrategas de Moncloa desplegaron sobre su mesa el mapa en el que dibujarían la ruta para alcanzar una mayoría socialista suficiente en las elecciones convocadas dos meses después. Para el PSOE, suficiente significaba rondar los 150 escaños, superando con creces los 123 que habían establecido las urnas de abril de ese mismo año. Las cuentas que ahora le han salido bien con Salvador Illa en Cataluña no resultaron tan acertadas entonces porque, lejos de ganar 27 escaños, perdieron tres.

En aquella campaña electoral de noviembre de 2019, Pedro Sánchez utilizó tres mensajes efectistas para movilizar el voto a su favor. El primero, que no podría dormir si Pablo Iglesias estuviera en el Gobierno. El segundo, recordar la foto de Colón. Y el tercero –derivado del segundo–, asegurar que "si Rajoy fue una máquina de independentistas, un gobierno de PP, Ciudadanos y Vox sería una factoría". La acusación contra Rajoy venía de lejos. Fue un exitoso eslogan creado en los albores del proceso independentista, que pretendía justificar esa deriva sediciosa culpando al Gobierno del PP de ser centralista, anticatalán, cleptómano con el dinero de los catalanes y ultraderechista, entre otras características de tal jaez.

Fijada esa idea en el imaginario colectivo –unida a los casos de corrupción y a la debilidad económica del país–, la pérdida de la mayoría absoluta del PP en 2015 derivó en el descontrol político e institucional de 2016, en el acelerón insurreccional de Puigdemont y Junqueras para convocar el referéndum ilegal en octubre de 2017, en la exitosa moción de censura de Pedro Sánchez en mayo de 2018, en la fuerte subida del PSOE y el hundimiento del PP en las elecciones de 2019, en la llegada al poder de Podemos en enero de 2020 –por decisión de Sánchez, no de las urnas– y, ahora, en una mayoría absoluta independentista en escaños y en votos en 2021.

Foto: El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Esta sucesión de acontecimientos podría confirmar que, en efecto, Rajoy fue una máquina de crear independentistas. Pero, por muy grande y cara que sea una casa, siempre se puede encontrar otra más espaciosa y más costosa. Y por muchos catalanes que se hicieran independentistas gracias a –o por culpa de– Rajoy, Pedro Sánchez ha sabido superar a su antecesor al frente del Gobierno. Los números ayudan a entenderlo.

En las elecciones generales de 2016 –bajo el gobierno de Rajoy, aunque ya muy debilitado– hubo 16,5 millones de españoles que votaron a fuerzas políticas moderadas: PP, PSOE o Ciudadanos. Entre las tres obtuvieron 254 escaños. Por el contrario, las fuerzas extremistas (Podemos e independentistas) sumaron 90 escaños. En las elecciones de noviembre de 2019 –ya con Pedro Sánchez en el poder– la suma de PSOE, PP y Ciudadanos perdió tres millones de votos, hasta quedar en 13,4 millones. Y su número de escaños bajó a 219. Esto supuso un ascenso de las fuerzas extremistas –extrema izquierda, extrema derecha e independentistas–, que pasaron de 90 a 119 escaños, con la irrupción de Vox. En las elecciones catalanas de 2017 (gobernaba Rajoy), los independentistas sumaron 70 escaños. Ahora (gobierna Sánchez) tienen 74. En 2017 (con Rajoy), los partidos extremistas –vistos en modo transversal– consiguieron 78 escaños en el Parlamento de Cataluña. Ahora (con Sánchez) tienen 93. Los partidos a la vez constitucionalistas y moderados han caído de 57 escaños a 42. Y, además, por primera vez los independentistas han superado el 50% de los votos en las elecciones del 14 de febrero.

Foto: El candidato de ERC, Pere Aragonès, en un reciente acto electoral

La conclusión es que la política catalana se ha radicalizado, y la española también. Si fuera falso que Mariano Rajoy tuvo la responsabilidad de fabricar independentistas, tampoco se podría censurar a Pedro Sánchez por corregir y aumentar ese "éxito" de su predecesor en Moncloa. Por el contrario, si como opina Sánchez, Rajoy fue la fábrica de crear independentistas que provocó el 'procés', Sánchez sería hoy un discípulo aventajado que ha conseguido superar a su maestro. Porque, bajo su gobierno, además de multiplicarse el número de votos y escaños partidarios de la secesión, también ha engordado la extrema izquierda al llevarla al poder y la extrema derecha se ha convertido en el tercer partido de España y el cuarto de Cataluña.

Más allá de quién tenga la responsabilidad en la fabricación de tantos extremistas, este hábitat político cargado de polarización está resultando extraordinariamente beneficioso para los intereses del presidente del Gobierno. La extrema izquierda y los independentistas sostienen a Pedro Sánchez en Moncloa a cambio de ministerios (Podemos), de condicionar las leyes en el Parlamento (Esquerra y Bildu) y de recuperar la negociación bilateral con el soberanismo. Y la extrema derecha de Vox debilita cada día más a PP y a Ciudadanos. A Sánchez le va bien. Cosa distinta es que este escenario sea el mejor para el país.

En septiembre de 2019, dieciséis meses después de alcanzar el poder mediante una moción de censura, Pedro Sánchez y su equipo de estrategas de Moncloa desplegaron sobre su mesa el mapa en el que dibujarían la ruta para alcanzar una mayoría socialista suficiente en las elecciones convocadas dos meses después. Para el PSOE, suficiente significaba rondar los 150 escaños, superando con creces los 123 que habían establecido las urnas de abril de ese mismo año. Las cuentas que ahora le han salido bien con Salvador Illa en Cataluña no resultaron tan acertadas entonces porque, lejos de ganar 27 escaños, perdieron tres.

Pedro Sánchez Mariano Rajoy