Antítesis
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El proyecto de país de Yolanda Díaz (¿y de Podemos?)
La vicepresidenta pretende ser aupada por un movimiento de corte peronista. Es la consecuencia lógica de la forma en la que fue ungida: mediante el dedo de su predecesor
Yolanda Díaz sigue anunciando su candidatura a la presidencia del Gobierno sin anunciar su candidatura a la presidencia del Gobierno, y está de campaña electoral sin que haya empezado la campaña electoral. La vicepresidenta segunda reunió ayer en Valencia a varias dirigentes de la izquierda: Mónica Oltra, Ada Colau, Fatima Hamed y Mónica García. Allí proclamó que “esto es el principio de algo maravilloso”. A bautizar la maravilla no asistieron las dos cabezas visibles de Unidas Podemos, Ione Belarra e Irene Montero, en una decisión de la que se pueden extraer varias conclusiones, pero ninguna permite suponer que existe unidad de criterio entre las protagonistas de este episodio. Sí estuvo la coordinadora autonómica del partido, Pilar Lima, que dijo sentirse “muy contenta de que venga Yolanda Díaz representando a Unidas Podemos”, a pesar de que Díaz no pierde ocasión para desmarcarse de UP, en su determinación de liderar una plataforma “al margen de los partidos y sin egos”. Sin egos de otros.
La vicepresidenta pretende ser aupada por un movimiento de corte peronista. Es la consecuencia lógica de la forma en la que fue ungida: mediante el todopoderoso dedo de su predecesor. Podemos presumía de gestionarse de abajo arriba. Pero hubo alguien que se concedió a sí mismo la legitimidad para adoptar la decisión que la base, a la que no atribuyó el necesario raciocinio, no debe tomar. En México, durante décadas era el presidente saliente quien, por sí y ante sí, elegía a su sucesor mediante el método conocido como 'el destape', consistente en reunir al grupo de notables que le rodeaba y destapar un nombre. Había dos fórmulas de destape: por elección o por eliminación. Se optaba por la elección cuando no había duda sobre la idoneidad de un candidato concreto. Y se aplicaba el modelo de eliminación cuando nadie era apto para el puesto y no quedaba otro remedio que designar al menos malo, una vez excluidos los demás. Se ignora qué criterio —elección o eliminación— siguió el propietario del infalible dedo ‘designador’.
Por el camino, el mismo Podemos que prometió derrocar al régimen del 78 disfruta, mientras tal circunstancia se produce, de las ventajas de la democracia imperante. Están por la revolución y la nueva política, pero ya empezarán otro día, si eso. Así, han votado esta semana a Enrique Arnaldo —que llega al puesto con su imagen pública triturada por una nada disimulada proximidad al PP— como magistrado del Tribunal Constitucional porque, a cambio, Podemos ha colocado a un magistrado afín, Ramón Sáez Valcárcel, considerado un eminente jurista. Aunque también es conocido por haber escrito en una sentencia —luego revocada por otros tribunales— que el asedio al Parlamento de Cataluña en 2011 "suponía la defensa de la Constitución y de sus contenidos básicos". En ese asedio fueron agredidos físicamente varios diputados.
Mientras Podemos participa gustoso de estos cambalaches propios de la vieja política, Yolanda Díaz trata de ofrecer a los españoles un “nuevo proyecto de país para la próxima década”. Hasta el momento, los modelos que causaban arrobo en UP eran Venezuela, Bolivia y no se sabe si también Nicaragua —no se sabe porque Podemos ha optado por un silencio espectral ante las elecciones sin opositores de Daniel Ortega—. El siguiente modelo que ofreció el anterior liderazgo del partido parecía más digerible: "Los ejemplos nórdicos, el bienestar en Dinamarca o Suecia, deben ser los ejemplos en España". Pero los fundadores de Podemos eran poco creíbles porque procedían del ámbito comunista caribeño, y tenían de socialdemócratas lo mismo que de nórdicos.
Los fundadores de Podemos procedían del ámbito comunista caribeño, y tenían de socialdemócratas lo mismo que de nórdicos
Díaz aún debe definir su modelo, pero ya ha decidido que Podemos no puede ser su único sustento, aunque el partido naciera con la misma vocación que tiene la vicepresidenta: aglutinar todo lo que está a la izquierda del PSOE. Sin embargo, aquella operación centrípeta se dio después la vuelta hacia un movimiento centrífugo, que diseminó a las famosas ‘confluencias’ cuando decidieron huir de los profesores de Ciencias Políticas de la Complutense. De hecho, Yolanda Díaz proviene de las Mareas gallegas, que en las últimas elecciones autonómicas pasaron de 14 escaños a ser fuerza política extraparlamentaria y a perder las alcaldías de A Coruña, Ferrol o Santiago.
Ahora, Díaz es, según algunos sondeos, la dirigente política mejor valorada. Es difícil saber si esta circunstancia se convertirá en categoría y si, como consecuencia, alcanzará la presidencia, como vaticina el exgurú de Pedro Sánchez, Iván Redondo. No solo sería la primera mujer presidenta. Se convertiría, además, en la primera militante comunista en presidir un Gobierno en este lado de Europa. Pero también podría ocurrir con Díaz lo que ya sufrieron otros campanudos candidatos a ocupar la Moncloa. Julio Anguita, líder durante años de Izquierda Unida, hizo famosa una petición a los españoles: “Queredme menos y votadme más”. También Anguita aparecía en las encuestas como el dirigente mejor valorado.
Yolanda Díaz sigue anunciando su candidatura a la presidencia del Gobierno sin anunciar su candidatura a la presidencia del Gobierno, y está de campaña electoral sin que haya empezado la campaña electoral. La vicepresidenta segunda reunió ayer en Valencia a varias dirigentes de la izquierda: Mónica Oltra, Ada Colau, Fatima Hamed y Mónica García. Allí proclamó que “esto es el principio de algo maravilloso”. A bautizar la maravilla no asistieron las dos cabezas visibles de Unidas Podemos, Ione Belarra e Irene Montero, en una decisión de la que se pueden extraer varias conclusiones, pero ninguna permite suponer que existe unidad de criterio entre las protagonistas de este episodio. Sí estuvo la coordinadora autonómica del partido, Pilar Lima, que dijo sentirse “muy contenta de que venga Yolanda Díaz representando a Unidas Podemos”, a pesar de que Díaz no pierde ocasión para desmarcarse de UP, en su determinación de liderar una plataforma “al margen de los partidos y sin egos”. Sin egos de otros.