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La sombra de Gil sobrevuela Eurovegas
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Nacho Cardero

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La sombra de Gil sobrevuela Eurovegas

Los restaurantes de postín lucen en sus manteles garabatos de Eurovegas. En las últimas semanas, los implicados en el sueño de Adelson no dejan de pasearse

Los restaurantes de postín lucen en sus manteles garabatos de Eurovegas. En las últimas semanas, los implicados en el sueño de Adelson no dejan de pasearse por estos establecimientos bosquejando el futuro complejo de juego: en esta parcela, los casinos; en esta otra, el pitch and putt; aquí, los aparcamientos, dicen mientras esbozan los croquis. En un país en el que el crédito está agotado, las telarañas recubren las carteras del Ibex y cierran restaurantes como Jockey, el único dinero que parece fluir es el de Eurovegas. Aunque sea con billetes del Monopoly. La mayoría de los grandes pelotazos de este país se ha hecho sobre manteles y con dinero ficticio.

El pasado jueves 13 de septiembre, en la terraza de Un Lugar, restaurante con forma de cubo y diseño modernista, próximo a la Estación de Chamartín, tuvo lugar una de estas reuniones entre los dueños de La Venta de la Rubia, que así se llama la parcela del municipio de Alcorcón donde presuntamente se va a ubicar Eurovegas.

 

A un lado de la mesa, Jesús Vicente, director de suelo de Metrovacesa, compañía propietaria del 10% de los terrenos. Vicente era el ‘chico de informática’ de la inmobiliaria hasta que hace unos años le pusieron al frente del área de suelo. Ahora se ha convertido en el cerebro de la operación y principal artífice de que los americanos no se hayan marchado del país con el rabo entre las piernas. Unos días desayuna con los gestores de los PAUs locales y otros, cuando cursa visita al Venetian de Las Vegas, con los ejecutivos de Adelson. 

Codo con codo con Vicente se encontraba Pablo González, un empresario joven tan echado para delante como arrabalero, que junto a su hermano Jaime es el encargado de negociar en nombre de la familia. Los González son los terratenientes de Alcorcón y poseen el 13% de los terrenos donde se van a ubicar los casinos. Nadie cuenta con más porcentaje que ellos. El resto pertenece al Ministerio de Defensa y a otros doscientos propietarios, entre los que destaca Juan Benigno Alonso, dueño de un holding empresarial que abarca desde el centro comercial Tres Aguas a negocios de alimentación e incluso yeguadas. Alonso posee un 7%. Todos ellos se unirán en Junta de Compensación para el desarrollo de La Venta de la Rubia.

Quienes lo conocen aseguran que Pablo González es un personaje peculiar y duro de roer. Cuando se trata de la valoración de los terrenos, no transa fácilmente. El precio ofertado por Adelson ronda los 50 euros metro cuadrado, muy por debajo de los 150 euros en que se han movido ya algunas operaciones. El empresario alcorconero tensa la cuerda con el objetivo de arañar el último euro, sabedor de que allí se quiere levantar el Eurodisney del juego y que va a llover dinero, mucho dinero, y que es el mayor de los propietarios, y si no se avienen a sus exigencias dejará que salte por los aires, que le da igual, que no necesita de ningún Eurovegas, que es rico y guarda “un palé de lingotes de oro” en casa, dice cuando le preguntan sobre las negociaciones.

El tercer comensal en discordia aquel jueves 13, al que González le ofrecía la carne para que la fileteara y Vicente le ponía vino para que la pasara bien, no tenía tierras, ni dirigía una gran empresa, ni siquiera poseía un apellido distinguido. El tercer comensal en discordia no era otro que Francisco Olivaresel hombre de los Gil Marín para la cosa inmobiliaria. La trayectoria de Paco Olivares ha estado siempre vinculada al PSOE. Arquitecto de profesión, fue asesor externo de Chema de la Riva, uno de los hombres fuertes del socialismo madrileño durante las alcaldías de Tierno Galván y Juan Barranco. En el 2002, el ya desaparecido presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil, lo fichó como consejero para el club. Desde entonces, Olivares se ha encargado de ‘dar cemento’ a los ladrillos de la familia Gil Marín.

Es sabido que el Atlético de Madrid anda pelado de dinero, hasta tal punto que la UEFA le ha embargado los premios de la última Europa League y ha tenido que solicitar una moratoria a Hacienda para el pago de su deuda. ¿Y qué se hace cuando los problemas ahogan las cuentas? Seguir a rajatabla el manual de instrucciones de Real Madrid y Barcelona. Esto es, tirar de influencias con las administraciones locales para firmar acuerdos urbanísticos gratis et amore que salven la cabeza de sus presidentes y mantengan con respiración asistida la denominada ‘burbuja del fútbol’.

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En lo tocante al Atlético de Madrid, tanto los Gil Marín como su mano derecha, Paco Olivares, se sacaron de la chistera el proyecto de la Ciudad Deportiva, cuyo emplazamiento fue diseñado en Alcorcón, lindando con la parcela donde se va a levantar ahora Eurovegas. Un sueño con visos de hacerse realidad. No sólo porque la irrupción de los americanos desbloquea su proyecto urbanístico sino porque al Atlético de Madrid, sin tener un mísero metro cuadrado en propiedad y sin haber desembolsado un euro, le van a entregar un complejo deportivo construido de arriba a abajo. De poner algo, el Atlético de Madrid pondrá el nombre. El resto es un regalo. Adelson, se supone, se encargará de atarle el lazo.

Historia de un pelotazo

El proyecto inmobiliario de la zona denominada Norte de Alcorcón nació a principios de 2000, promovido por el entonces alcalde socialista Enrique Cascallana. Dicho proyecto daba preferencia a la vivienda social en contra de los deseos de la Comunidad de Madrid, que defendía un desarrollo mixto que combinara la social con la libre. Tal fue el choque de pareceres entre el gobierno local y el autonómico, que finalmente la CAM tumbó el Plan General.

Años después, el Atlético de Madrid se fijaría en Alcorcón para su Ciudad Deportiva, ofreciéndose a ‘tender puentes’ con la comunidad para reactivar la operación de los terrenos del Norte. Ante tales cantos de sirena, los propietarios de la comisión gestora se apresuraron a firmar un contrato con el club de forma que, en el caso de que conseguiera convencer a la CAM para que aprobara el nuevo Plan, le cederían suelo para uso deportivo terciario donde levantar sus instalaciones y terreno residencial con el que financiar su construcción. Toda una bicoca.

Gracias a Eurovegas, la Ciudad Deportiva comienza a cobrar forma y dar sus réditos. El equipo que preside Enrique Cerezo ya ha prevendido la edificabilidad de sus metros de Alcorcón a, entre otras, una sociedad del experiodista Lalo Azcona y a otra del millonario judío Marc Rich, en su día acusado de fraude por la Fiscalía de Nueva York y posteriormente indultado por Bill Clinton. Los socios de Rich en España no son otros que la familia Hatchwel. Curiosamente, David Hatchwel ha contribuido a traer Eurovegas a nuestro país y anda ahora solicitando su ración del pastel. Es lo que tienen los casinos. Hagan juego, señores. Hagan juego. 

Los restaurantes de postín lucen en sus manteles garabatos de Eurovegas. En las últimas semanas, los implicados en el sueño de Adelson no dejan de pasearse por estos establecimientos bosquejando el futuro complejo de juego: en esta parcela, los casinos; en esta otra, el pitch and putt; aquí, los aparcamientos, dicen mientras esbozan los croquis. En un país en el que el crédito está agotado, las telarañas recubren las carteras del Ibex y cierran restaurantes como Jockey, el único dinero que parece fluir es el de Eurovegas. Aunque sea con billetes del Monopoly. La mayoría de los grandes pelotazos de este país se ha hecho sobre manteles y con dinero ficticio.