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Florentino Pérez, patada a seguir
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Nacho Cardero

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Florentino Pérez, patada a seguir

Aquí toda la culpa es del árbitro. Si España revienta por las costuras, si la crisis institucional cala hasta lo más hondo de nuestra joven democracia,

Foto: El presidente de ACS, Florentino Pérez. (EFE)
El presidente de ACS, Florentino Pérez. (EFE)

Aquí toda la culpa es del árbitro. Si España revienta por las costuras, si la crisis institucional cala hasta lo más hondo de nuestra joven democracia, si se promueve el modelo productivo de la corrupción y el pelotazo fácil, si nos endeudamos por encima de nuestras posibilidades, en definitiva, si caemos en los vicios propios de un país menor, que quiere pero no puede, es por culpa del árbitro. Si tiene que dimitir alguien, que lo haga Undiano Mallenco. Él es responsable de los males que aquejan a España.

La consigna cuando las cosas vienen mal dadas no es otra que la patada a seguir. Puntapié al balón y a continuar jugando. No hay savia nueva ni relevo en el banquillo.La frase de Heráclito, “todo fluye, nada permanece”, se desvanece al entrar en contacto con la idiosincrasia española, con su clase política y empresarial. Aquí todo el mundo se aferra al sillón como los percebes a las rocas de Cedeira.

Resulta bastante improbable que el presidente del Real Madrid y de la constructora ACS, Florentino Pérez, tenga sobre su mesa de despacho los aforismos de Heráclito. De ser así, deben de permanecer ocultos bajo una pila de ejemplares del Marca. Al menos, eso debió colegir Marcelino Fernández Verdes, presidente de Hochtief, filial de ACS, cuando se dejó caer por las oficinas de su inmediato superior para conminarle a que no dilatara más la decisión, que cediera el poder ejecutivo cuanto antes y que lo cediera en su persona, que así lo habían decidido los accionistas del grupo constructor.

Aquel día, Florentino Pérez aguardaba estoico la llegada de su ‘subordinado’. Le esperaba con su ya característico desayuno de café con leche, churros y porras, y con la imagen de las cuatro torres de la Castellana a su espalda, Ronaldo, Beckham, Zidane y Figo, como las denomina él, cuya sombra cae oblicua sobre los dominios del poderoso gerifalte blanco. “Antes de decir lo que vas a decir”, le previno nada más verle atravesar la puerta, “piénsatelo dos veces. Luego no habrá vuelta atrás”.

Marcelino Fernández Verdes. El CEO de Hochtief no pudo articular palabra. Alguien le había puesto sobre aviso. Posiblemente los Albertos. Por empatía y porque, al igual que Pérez, necesitan también de la generosa política de retribución de este último para costear sus créditos y apalancamientos. No por nada ACS vuelve a repartir dividendo después de suspender el correspondiente a 2012. Para ello, ampliará capital en 152 millones de euros con cargo a reservas, un detalle de agradecer por parte de Cortina y Alcocer pero que a la familia March le trae sin cuidado. No necesitan de altas rentabilidades. Los March, principales socios de ACS, son ricos de familia, de cuando el pater familias hacía negocios de alta mar. Pero ahora, luego de mucho aguantar, los mallorquines se han cansado del mandatario blanco. Lo quieren apartar del día a día.

Aunque Fernández Verdes se fue de aquel encuentro, como se dice vulgarmente, con el rabo entre las piernas, lo cierto es que la cuenta atrás ya ha comenzado para el de ACS. Florentino Pérezse va a ver obligado a hacer el petate antes de lo que él hubiera deseado, aunque también es cierto que más tarde de lo que a su consejero delegado en la filial alemana le gustaría. Como ya se dijo en este mismo periódico, el hipotético hereu no podrá desembarcar en ACS en la próxima junta de accionistas, prevista para mayo, ya que la legislación australiana le obliga a permanecer en su actual cargo hasta que tome cuerpo de naturaleza la OPA que Hochtief ha lanzado sobre su participada Leighton Holdings, con sede en Sidney. Tras cumplimentar esta operación, y una vez le arrebaten sus poderes ejecutivos, Florentino Pérez acondicionará la Fundación de la constructora para convertirla en su nueva base de operaciones y, desde allí, como hasta ahora, intentar seguir manejando los hilos. Transformarla en un pequeño Bernabéu.

Paradójicamente, su declive se produce en un momento en el que los embrollos del grupo empiezan a desbrozarse gracias, en cierta medida, al buen hacer de su guardaespaldas jurídico, José Luis del Valle. Embrollos como los de Iberdrola y Castor que, por otraparte, sería injusto achacárselos al cien por cien a Florentino Pérez, quien no goza de más condición que la de socio minoritario y, a la postre, mero ejecutivo del holding. Operaciones de tal calado no se entienden sin el respaldo del resto de accionistas y también de fuerzas exógenas, principalmente desde los aledaños gubernamentales, que le animaron entonces a acometer los polémicos proyectos y después le dejaron colgado de la brocha cuando la cosa se puso fea.

Los que sí le son achacables son los 1.928 millones de pérdidas de 2012, de los que 240 millones corresponden, en su parte alícuota, al propio Florentino Pérez, y su forma un tanto arrabalera de hacer negocios. Es conocido por todos que los contratos de los iberdrolas y castores no se cierran en los despachos, sino en el palco del Bernabéu, por donde desfilan impúdicos, de forma habitual, ministros, políticos, empresarios y periodistas. Carles Vilarrubí, vicepresidente del Barcelona, añora una platea similar para el Camp Nou. Lo mismo puede decirse de Amadeo Salvo, el controvertido presidente del Valencia. Así se entienden los negocios en España. Así se entiende el fútbol. Lo reconoció el mandatario blanco en su entrevista en Salvados: da igual mis méritos o deméritos en el mundo de la empresa, “por lo que yo soy conocido es por ser presidente del Real Madrid”. Y chitón.

A Florentino Pérez se le censura por imitar en los negocios las prácticas que emplea en el mundo del fútbol. Su habitual patada a seguir. Desde que se hiciera con la alemana Hochtief, la prensa internacional le ha colocado en el punto de mira y viene destapando regularmente su falta de seniority en los movimientos corporativos. Véase la prestigiosa Lex Column del Financial Times, en un artículo reciente titulado "Hochtief/Leighton: abuso de los minoritarios", en referencia a la OPA exprés sobre la compañía de infraestructuras australiana, de la que no pudieron beneficiarse todos los pequeños inversores y tras la cual fue laminada la cúpula directiva: “¿Puede alguien sorprenderse?”, se lamentaba el rotativo británico. “Esta desagradable operación guarda paralelismo con la de Hochtief a manos de la española ACS, de la que también salieron mal parados los pequeños inversores”.

Por su parte, la publicación alemana Wirtschafts Woche habla de “ménage à trois” y de “desguace de Hochtief” para luego describir a Fernández Verdes como un “confuso” Dr. Jekyll y Mr. Hyde: “El ‘matador’, que lidera la central de Hochtief desde noviembre de 2012, se muestra amable e interesado. Una sorpresa, ya que su imagen entre muchos empleados de Hochtief es más bien la de un déspota”, se lee en el artículo. “Hablando toca el brazo de la persona que tiene en frente. A pesar de este gesto de cercanía, los periodistas no pueden averiguar si es verdad que Fernández va a volver pronto a la matriz ACS en Madrid. El se 'siente bien en Hochtief y muy vinculado' es la respuesta del español: … ¿y quién sabe lo que depara el futuro?".

Los que tratan a Florentino Pérez dicen de él que está bajo de ánimos y un tanto solo, sin ganas de plantar batalla nuevamente a los March, aunque tampoco lo suficientemente dócil como para entregar las llaves de Breda. En cierta manera le desagrada que Fernández Verdes, uno de sus hombres de confianza, al que ayudó en lo personal en su aterrizaje en Alemania, flirtee a sus espaldas con los banqueros mallorquines. También arrastra como una rémora su experiencia en Salvados. No le gusta la imagen que ofreció en el programa y mucho menos que fuera su amigo Ferreras el que le embarcara en semejante aventura. Error, se lamenta. Craso error.

Aquí toda la culpa es del árbitro. Si España revienta por las costuras, si la crisis institucional cala hasta lo más hondo de nuestra joven democracia, si se promueve el modelo productivo de la corrupción y el pelotazo fácil, si nos endeudamos por encima de nuestras posibilidades, en definitiva, si caemos en los vicios propios de un país menor, que quiere pero no puede, es por culpa del árbitro. Si tiene que dimitir alguien, que lo haga Undiano Mallenco. Él es responsable de los males que aquejan a España.

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