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Los sueños búlgaros de Óscar Leiva, el último sospechoso del MAB
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Nacho Cardero

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Los sueños búlgaros de Óscar Leiva, el último sospechoso del MAB

Óscar Leiva, presidente de Ebioss, otra de las compañías bajo sospecha del MAB, procede del tenebroso mundo del ladrillo y los negocios distress

Foto: El presidente de Ebioss, Óscar Leiva, en el centro de la imagen. (Foto: Twitter Ebioss)
El presidente de Ebioss, Óscar Leiva, en el centro de la imagen. (Foto: Twitter Ebioss)

Óscar Leiva, presidente de Ebioss, otra de las compañías bajo sospecha que cotizan en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), procede del tenebroso mundo del ladrillo y los negocios distress. Antes de Ebioss, fue presuntamente vicepresidente del grupo Marina D’Or. Decimos presuntamente porque toda apunta a que sus competencias se limitaban a la dirección de la delegación de la inmobiliaria en Sofía (Bulgaria). Igual que antes vendía apartamentos en "la Ciudad de Vacaciones", con el reclamo de sus acuarios y su Torre Eiffel en miniatura, ahora hace lo propio con los contenedores de residuos.

Ante las dificultades para rastrear el pasado de Leiva, nos decidimos a llamar directamente a Jesús Ger, presidente de Marina D’Or: “Sí, sí… Me acuerdo. No se portó bien con nosotros. Tenía que abrir tres puntos de venta, pero al final se quedó en nada… Hizo cosas feas. Nosotros nos portamos bien, pero él no nos correspondió. ¿Y dónde dices que está ahora?”.

Leiva comanda actualmente Ebioss, al que define como un holding empresarial con plantas energéticas, que se dedica a la ingeniería tecnológica y gestión del reciclaje. Asegura ser líder mundial en tratamiento de residuos y se equipara a ThyssenKrupp, Gaz de France y Siemens. Sorprendentemente, deja fuera a Google y Amazon.

Ebioss recuerda a esos catálogos de agencia de viajes con apartamentos en primera línea de playa y vistas al jardín del Palacio de Marivent, que luego, por no se sabe qué increíbles sortilegios, trasmutan en un zulo de dos por dos sin aire acondicionado, ubicados justo encima de un pub repleto de británicos aficionados al drunking y el balconing. Como muestra de la forma ampulosa con la que interpreta los números, un botón: de todas las plantas de gestión de residuos que incluye en su portfolio, sólo una es de su propiedad; el resto no pasan de meros trabajos de consultoría y diseño para terceros. En enero de 2013, aseguraba poseer terrenos en Bulgaria, valorados en 12 millones de euros, para construir ocho plantas.

La sombra de la duda persigue a Ebioss desde que, el 5 de julio de 2013, esta empresa dirigida por españoles, pero con carnet de identidad búlgaro, saliera a cotizar en el MAB. A raíz de la operación de la portuguesa TNL, un banquero de inversión nos enviaba las siguientes reflexiones: “Ninguna de las empresas de renovables que conocemos ni usa ni conoce Ebioss. Los márgenes y crecimientos que muestran son totalmente inexistentes –brutalmente altos– en el sector. Además, se contradicen en los mensajes que lanzan. Afirman que va a alcanzar 39 y 52 millones de beneficio, en 2014 y 2015, respectivamente, y otras veces que va a ser de 35”.

En los foros sobre este valor, un avezado inversor se cuestionaba lo siguiente: “Si una ingeniería con amplia experiencia quiere construir sus propias centrales, no necesita acudir a la bolsa para nada y de esta forma diluir la participación accionarial. Si ve el negocio viable, podrá acudir a un préstamo sindicado entre distintos bancos para construir cada central... incluso en modalidad de project finance y, de esta forma, se trataría de deuda sin recurso. Abengoa y otras empresas mucho más pequeñas lo han conseguido numerosas veces. ¿Ebioss no? ¿Por qué? ¿Y por qué acude una empresa búlgara a un mercado alternativo bursátil de un país a miles de kilómetros de sus futuras centrales cuando los bancos alemanes se matarían por financiarles a menos de un 5% de interés en project finance?”.

Lo que sucede es que a Leiva, señor de verbo tosco y corbatas chillonas, siempre le atrajo la idea de cotizar y, sentado frente a su ordenador, sentir la adrenalina de la cotización y de los números verdes fosforita. Los hay de la Universidad de Deusto y de la escuela de Enrique Bañuelos (Astroc). El presidente de Ebioss pertenece a estos últimos.

Antes de recalar en Marina D’Or, Leiva estuvo trabajando para la entidad española-portuguesa Finantia Sofinloc, especializada en gestión patrimonial y financiación de automóviles, con sede en Avenida Menéndez Pelayo 67, frente al Retiro, en el antiguo edificio de Banco Esfinge, opado precisamente por los portugueses en el año 2000 para operar en España. Allí se cruzó en el camino con Carlos Cuervo-Arango, un financiero de prestigio al que luego reclutaría para que proporcionara seniority a sus negocios. Además de accionista de Ebioss, Cuervo-Arango es doctor en Económicas por la Universidad de Minnesota y director de la Nebrija Business School. También ha ocupado distintos cargos en Banesto, ha sido consejero delegado del Banco Espírito Santo Investimento y vicepresidente de Finantia Sofinloc.

Definitivamente, Cuervo-Arango era el sastre de Savile Row que Leiva necesitaba para dar lustre a sus proyectos. Lo que nadie esperaba es que cometiera un desliz de aprendiz y se le fueran las tijeras más allá de lo legalmente reglamentario. Así, a mediados de 2012, la CNMV impuso una infracción muy grave a Carlos Cuervo-Arango por “comunicar información privilegiada relativa a las acciones de Zeltia”, de la que fue presidente de la comisión de auditoría. Le sancionó con una multa de 120.000 euros.

–¿Por qué una empresa búlgara viene a cotizar a un mercado español? –pregunta El Confidencial a Cuervo-Arango en conversación telefónica.

–Ebioss es una empresa española –aclara el financiero–. Se estableció en Bulgaria por una cuestión instrumental. Los socios son españoles, la financiación es española. Puede decirse que nació en Sofía por puro accidente, por el conocimiento que Leiva tenía del país de cuando trabajaba en Marina D’Or. Nos era un país especialmente favorable.

–¿Qué tiene que decir de las informaciones publicadas sobre Ebioss y de cómo ha inflado los números de TNL para su adquisición?

–El contenido me podría parecer hasta razonable. Lo que no me gusta es el cariz, la interpretación. Cuando hablas de “inflar” estás dando un salto al vacío. Es como decir que somos herederos de Gowex, y no es así.

En su obsesión por cotizar en el mercado de capitales, Elektra Holding se aproximó ese mismo 2009 a la inmobiliaria Urbas para montar una filial de energías alternativas, Urbas Renovables, y sacarla a bolsa. En un principio, la compañía de Leiva aportaría activos energéticos por valor de 100 millones para tomar el 30% de la compañía constructora. Unos, Urbas, se internacionalizaban, y los otros, Elektra, cumplían su deseo bursátil.

Apenas unos meses después, Elektra se fusionaba con la ingeniería catalana Eqtec con el propósito de ganar tamaño y salir al Mercado Alternativo Bursátil, cosa que hicieron en julio de 2013. Los hechos se sucedían unos a otros en una frenética superposición.

Ya en este 2014, decidieron acometer la compra de TNL. Nada más destaparse las sospechas, Leiva se apresuró a contratar los servicios de Estudio de Comunicación, de Lalo Azcona, para que limpiaran su nombre de toda mácula. A pesar del desfile del presidente de Ebioss por radios y televisiones, todos los hechos relevantes que han remitido a Bolsa de Mercados Españoles refrendan en cada uno de sus puntos las noticias publicadas por El Confidencial y ponen en duda no sólo los números de la compañía, sino también ese coladero de imprevisibles consecuencias en que se ha convertido el Mercado Alternativo Bursátil (MAB).

Óscar Leiva, presidente de Ebioss, otra de las compañías bajo sospecha que cotizan en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), procede del tenebroso mundo del ladrillo y los negocios distress. Antes de Ebioss, fue presuntamente vicepresidente del grupo Marina D’Or. Decimos presuntamente porque toda apunta a que sus competencias se limitaban a la dirección de la delegación de la inmobiliaria en Sofía (Bulgaria). Igual que antes vendía apartamentos en "la Ciudad de Vacaciones", con el reclamo de sus acuarios y su Torre Eiffel en miniatura, ahora hace lo propio con los contenedores de residuos.

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