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Lucha de poder en Ferraz: los barones quieren la cabeza de Pedro Sánchez
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Nacho Cardero

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Lucha de poder en Ferraz: los barones quieren la cabeza de Pedro Sánchez

Poco importa el documento que salga hoy del comité. Ese cartapacio apenas le servirá a Susana Díaz para calzar la mesa donde intentará firmar el ‘finiquito’ del líder socialista

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“Si lo crees firmemente, / bien podría incitarte a perseguir el trono, / una vez que eres Cawdor. Es extraño: / a menudo sucede que, para corrompernos, / las fuerzas de lo Oscuro nos dicen la verdad, / nos engañan con cándidas nimiedades y, luego, /nos traicionan con graves consecuencias

(Banquo a Macbeth. Escena III)

Más que una casualidad, parece premonitorio. Que coincidan en el tiempo una edición de filigrana de ‘Macbeth’, el clásico de Shakespeare, ilustrada por Raúl Arias, traducción y prólogo de Luis Alberto de Cuenca y José Fernández Bueno, con el estreno de la película homónima interpretada por Michael Fassbender y con –permítanme la analogía- el comité federal del PSOE para analizar los resultados del 20-D, parece algo hasta planificado. Hay comparaciones que vienen dadas: luchas de poder, puñaladas por la espalda, sortilegios y mucha violencia. En Ferraz, como en el libro y la película, la sangre salpica por doquier.

Lo que un principio se planteó como una reunión con el objeto de fijar la hoja de ruta ante posibles pactos postelectorales y marcar las líneas rojas para que los secretarios generales de la distintas federaciones no se rebelaran (y Pablo Iglesias, fundador de la formación socialista, no empezara a revolverse en su tumba), ha transmutado rápidamente en una batalla por deslegitimar a Pedro Sánchez y tomar el control del partido. Poco importa el documento que salga hoy del comité. Ese cartapacio apenas le servirá a Susana Díaz para calzar la mesa donde firmará el ‘finiquito’ del líder socialista.

Tanto Sánchez como los barones rebeldes se presentaron ayer, en el aquelarre informal previo, con proyectos de resolución distintos para abordar las negociaciones postelectorales, algo poco frecuente en la organización. Finalmente, tras mucho brujear y tensar la cuerda, Sánchez acabó ‘comprando’ los argumentos de sus líderes regionales para luego presentarlos como suyos. El resumen de la resolución ya lo esbozó Susana Díaz en una entrevista.

Pero la discusión ahora es otra. Hemos pasado del “¿pactamos con Podemos?” al “¿debe haber cambio al frente del partido?”. El culpable de este giro es el propio afectado desde el mismo momento en que sacó a colación algo que en ese momento no tocaba. A las pocas horas de cosechar el peor resultado del PSOE en democracia, Sánchez, con rictus exultante, comunicó a su ejecutiva que optaría a la reelección en el próximo cónclave federal, cónclave que, eso sí, ‘aplazaría’ en el tiempo por eso de que primero hay que resolver la investidura del nuevo Gobierno y luego los problemas internos. Puro Macbeth. Fue soltar este comentario y poner a todos los barones en contra. Muchos –no lo esconden- quieren su cabeza.

Ya no es el ‘qué’ sino el ‘cuándo’ y el ‘cómo’. Ya no se trata de si debe seguir Pedro Sánchez o no al frente del PSOE, eso ya está decidido, sino cuándo y cómo ejecutar la defenestración. Ayer, en la reunión vespertina de Ferraz previa al comité, el presidente castellano-manchego Emiliano García-Page admitía ya sin ambages que era ineludible abordar la cuestión del cónclave federal después de que la dirección de Sánchez lo hubiera puesto sobre la mesa. Al tiempo que decía esto, el 'hashtag' #YoconPedro inundaba las redes sociales. Las espadas en todo lo alto. Sólo faltaba en escena Lady Macbeth.

El debate sobre el congreso queda finalmente para mejor ocasión. La sensación dentro del PSOE es que a Pedro Sánchez no se le echa ni con agua hirviendo: “No es ni Almunia, ni Rubalcaba, ni Solana. No ha estudiado en el Pilar”, subrayan irónicamente. “De ahí no le saca ni la Guardia Civil. Él sabe que no tiene más oportunidad que ésta". Malician que pueda forzar el debate de investidura aunque sólo sea para perder, lo que obligaría a todo el partido a hacer de tripas corazón y no discutirle el liderazgo. Con todo, hay opciones para descabalgarlo del jamelgo. Algunas por las buenas y otras por las malas. Por las buenas, convocando congreso en próximas fechas; por las malas, dimitiéndole media ejecutiva.

Siempre sucede lo mismo. La atracción fatal del PSOE por los problemas es tal que deja en mero juego de patio de recreo lo de Glenn Close con Michael Douglas. No tenía ninguna necesidad de meterse en este lío monumental, pues la pelota de la investidura se encontraba en el campo del PP, y de repente se ha montado una guerra intestina de la que difícilmente se puede salir bien. Se lo recordaba el diario ‘El País’ en su editorial del domingo: “No es al PSOE, sino al PP, el partido más votado, al que le corresponde primero intentar la formación de Gobierno. (…) Los dirigentes socialistas no deberían propiciar una ruptura interna ni anticipar en exceso los pasos que deben recorrerse hasta las votaciones de investidura”.

Existe también cierto consenso entre los barones en que, si se va a nuevas elecciones, sería conveniente prepararlas desde hoy mismo y con nuevo candidato. Es la opinión de Susana Díaz y del presidente asturiano Javier Fernández, el socialista con mayor ascendente y ‘autoridad moral’ dentro del PSOE, en opinión de la actual ejecutiva. Lo de Alfredo Pérez Rubalcaba y Felipe González merece análisis aparte. Aunque Pedro Sánchez los emplea de ‘asesores áulicos’, ninguno de los dos comparte la política que está siguiendo el secretario general, pues la consideran más táctica que estratégica, es decir, más del corto plazo que del largo. No obstante, ambos se muestran respetuosos con las formalidades y, a día de hoy, no hay más secretario que Sánchez. La pregunta es: ¿Por cuánto tiempo?

“Si lo crees firmemente, / bien podría incitarte a perseguir el trono, / una vez que eres Cawdor. Es extraño: / a menudo sucede que, para corrompernos, / las fuerzas de lo Oscuro nos dicen la verdad, / nos engañan con cándidas nimiedades y, luego, /nos traicionan con graves consecuencias

Susana Díaz Pedro Sánchez