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Sexo, mentiras y Twitter: los tres engaños de Iglesias y Garzón que mataron al PSOE
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Nacho Cardero

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Sexo, mentiras y Twitter: los tres engaños de Iglesias y Garzón que mataron al PSOE

Si luego del 20-D, se calculaba en una treintena los diputados electos socialistas que se oponían a un pacto con Podemos, ahora esa cifra asciende a más de 50

Foto:  Imagen: PABLO LÓPEZ LEARTE
Imagen: PABLO LÓPEZ LEARTE

Directos a unas terceras elecciones. Esa es la conclusión en caliente a la que llegaron los expertos en demoscopia de las distintas formaciones una vez conocidos los resultados del CIS. “Podemos va a jugar a que haya unos terceros comicios. No me cabe la menor duda. No para alcanzar al PP, que también, sino sobre todo para rematar al PSOE”, especulaba uno de ellos.

Las estadísticas del CIS, que coinciden por primera vez con el grueso de encuestas publicadas hasta ahora con motivo del 26 de junio, avanzan un escenario no muy diferente al del 20-D, si acaso más diabólico, en tanto la alianza de Podemos e Izquierda Unida los hace subir en escaños, detrayéndoselos al resto de partidos. Una situación pintiparada para los intereses de los de Pablo Iglesias, que entienden que cuanto peor les vaya a los demás, mejor les irá ellos, apuntando como principal objetivo la ‘pasokicación’ y posterior destrucción del partido socialista, meta que ya ha dejado de parecer descabellada.

Pedro Sánchez tiene la llave de la gobernabilidad del país. Pero antes que la llave, lo que tiene es un dilema de cara al 26-J. Tiene que decidir entre susto o muerte

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, tiene la llave de la gobernabilidad del país. Pero antes que la llave, lo que tiene es un dilema, que consiste en elegir entre susto o muerte. Esto es, pactar con Unidos Podemos después de haber sido engañado y humillado por Pablo Iglesias; abstenerse y dejar el Ejecutivo en manos de un posible tándem PP-Ciudadanos, a pesar de ir contra el ADN socialista, o no hacer nada y propiciar unos terceros comicios.

Un pacto entre Unidos Podemos y el PSOE implicaría, a día de hoy, el resquebrajamiento en dos de Ferraz. Si luego del 20-D se calculaba en una treintena los diputados electos socialistas que se oponían a dicha alianza, en estos momentos esa cifra ascendería a más de 50. Básicamente, porque consideran que han sido engañados de todas formas y colores con celadas variopintas.

El primero en incurrir en embelecos fue, curiosamente, Alberto Garzón. El líder de la hoy subsumida Izquierda Unida se aproximó al PSOE en febrero de este año con el objeto de firmar un acuerdo de cara a la investidura. Garzón les presentó un documento con 16 puntos, de los que 13 fueron aceptados sin reproches por los socialistas, dos eran susceptibles de negociación y solo hubo uno al que se negaron en redondo por la imposibilidad de llevarlo a cabo, en concreto, la subida del salario mínimo interprofesional en un 20%. Así que, 'grosso modo', el acuerdo estaba prácticamente cerrado.

La cuestión era que, mientras Garzón hacía estas proposiciones formales de boda, de tapadillo se encamaba con Iglesias en una relación cuasi incestuosa, relación que tuvo su escenificación en Twitter con los virales de Puerta del Sol.

El segundo engaño vino de la mano de Pablo Iglesias. Aunque los miembros de su equipo negociador, incluidos los más próximos a su persona, como Antonio Hernando o Rodolfo Ares, habían advertido a Pedro Sánchez de los riesgos de los cantos de sirena podemitas, el secretario general del PSOE terminó embelesado por la música de la formación morada.

Después de charlar distendidamente con Iglesias y caminar 40 pasos Carrera de San Jerónimo abajo, en fotografía inmortalizada por los medios, Sánchez se presentó a los suyos con el becerro de oro: “Esto está hecho”.

El equipo negociador saltó de inmediato, tratando de convencerle de lo contrario, de que se trataba de una encerrona, pero no hizo falta insistir. A los pocos días, Iglesias le dejaba en evidencia sacándose de la chistera una ‘pseudoconsulta’ a las bases que suponía, 'de facto', la voladura de puentes con el PSOE y la imposibilidad de investir a Sánchez.

Ahora, los morados vuelven a insistir con un tercer embeleco que gira en torno a un catálogo Ikea para la familia y sus vindicaciones como socialdemócratas. Existe el riesgo de que Pedro Sánchez tropiece por tercera vez en la misma piedra, una vez que, sea cual sea el resultado el 26-J, Iglesias se presente a las puertas de Ferraz con oro, incienso y mirra. Fuegos de artificio. Podemos no quiere pactar. Podemos solo quiere matar al PSOE.

El debate económico de ayer en LaSexta anticipaba este duelo a lo 'Pimpinela' que escenificará Unidos Podemos a las 24 horas de las generales. "No somos enemigos. Estamos condenados a entendernos", le tendía la mano Alberto Garzón a Jordi Sevilla. "Pero si no nos entendimos en marzo...", se lamentaba el socialista. Los podemitas andan poniendo cepos a ver si Sánchez cae en la trampa.

Iglesias se presentará a las puertas de Ferraz con oro, incienso y mirra después de las generales. Pero Podemos no quiere pactar. Solo quiere matar al PSOE

Descartada la baza de Pablo Iglesias, cabe la posibilidad de la abstención para dejar gobernar al Partido Popular con el apoyo de Ciudadanos, una decisión que para el PSOE tendría un coste elevado en términos de imagen. En todo caso, este supuesto solo podría darse bajo determinadas condiciones, que pasarían, entre otras cesiones de un futuro Ejecutivo del PP, por la modificación de la Ley Educativa (LOMCE) y de varios puntos de la reforma laboral.

No serían estas renuncias, sin embargo, las más difíciles de asumir por parte del PP. La más complicada sería la tercera, la que se refiere al actual presidente en funciones, Mariano Rajoy. Es ahí donde se encuentra la parte mollar del quilombo para la investidura. “Es imposible que el PSOE facilite el gobierno del PP, por acción u omisión, con Rajoy como candidato. Imposible. Tampoco Ciudadanos lo va a permitir”, adelanta la dirección del PSOE.

En el PP tampoco están por dejar la cabeza de su líder al albur de los caprichos de los rivales, además de considerar que no es momento para semejante debate. La sucesión bajo la fórmula de primarias, admiten, será una cuestión que tendrá que abordarse en el próximo Congreso.

Estas posiciones encastilladas de PSOE y PP, reflejadas en el espejo de los medios de comunicación afines este domingo, en unas portadas en que unos pedían un paso atrás del líder de los populares mientras otros reclamaban un halo de pragmatismo al PSOE para facilitar una segunda presidencia de Rajoy, sitúan al país de nuevo en una situación de bloqueo. Y si no hay altura de miras por parte de los distintos partidos y la Unión Europea permanece con los brazos cruzados ensimismada por el Brexit, que nadie descarte entonces unas terceras elecciones generales... Podemos ya se está frotando las manos.

Este es el último camino que queda a los socialistas: no hacer nada y que salga el sol por Antequera, es decir, forzar unas terceras elecciones, que sería como jugar a la ruleta rusa con un tambor de revólver con cinco balas de seis posibles.

Ninguna solución es buena para el PSOE. La única conclusión positiva para los socialistas es que Pedro Sánchez ha experimentado una transmutación en los últimos tiempos que, bien por la papeleta que le ha tocado con la investidura, bien por los palos recibidos, hace que se muestre ahora como un líder más baqueteado y menos de cartón piedra. En este baño de realidad, quizás haya ayudado también el hecho de haber capitulado, sabedor de que, cinco diputados arriba, cinco diputados abajo, las cartas del 26-J están echadas y no le son favorables.

Directos a unas terceras elecciones. Esa es la conclusión en caliente a la que llegaron los expertos en demoscopia de las distintas formaciones una vez conocidos los resultados del CIS. “Podemos va a jugar a que haya unos terceros comicios. No me cabe la menor duda. No para alcanzar al PP, que también, sino sobre todo para rematar al PSOE”, especulaba uno de ellos.

Alberto Garzón Pedro Sánchez