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Nacho Cardero

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King Kona, el regreso

Lo llaman el síndrome de San Telmo. Manda mucho y tiene genio. Cuando se enfada, sube a la Giralda y comienza a derribar aviones

Foto:  La secretaria general del PSOE de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)
La secretaria general del PSOE de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)

Lo primero que hizo, una vez hubo terminado el desayuno protagonizado por el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, en el Casino de la calle Alcalá, en Madrid, apenas recién subido al AVE de vuelta, fue hacerle saber su enfado por las declaraciones. Espadas, un hombre en exceso permeable a las críticas y hasta hace poco del estrecho círculo de Susana Díaz, entró en modo depresión.

Ella es así. Manda mucho. Lo llaman el síndrome de San Telmo. Manda mucho y tiene genio. Algunos se refieren a ella como la ‘King Kona’ del socialismo. Cuando se enfada, sube a la Giralda y comienza a derribar aviones.

A pesar de haber perdido el poder, de que muchos en Ferraz la dan por amortizada, de la erosión para su imagen que supuso la sentencia de los ERE y del cada vez mayor rechazo que tiene entre los electores andaluces, esto es, a pesar de exhibir unas alas cargadas de plomo tras la llegada del PP al Gobierno, Susana Díaz Pacheco (Triana, Sevilla, 1974) sigue controlando firme la federación y estructuras del PSOE andaluz.

placeholder El alcalde de Sevilla, Juan Espadas. (Foto: EFE)
El alcalde de Sevilla, Juan Espadas. (Foto: EFE)

Tampoco es que Juan Espadas dijera nada fuera de lo normal —“estoy para lo que mis compañeros decidan”—, pero aquellas palabras, sumadas a su demanda de que el socialismo andaluz tenga “un proyecto ganador” para recuperar el poder, suponían ir un paso más allá de la línea mantenida hasta entonces, por lo que algunos interpretaron que dejaba abierta la posibilidad de ser el futuro candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía.

“El mensaje fue transmitido por socialistas andaluces afines a Sánchez en un gesto claro de que empieza el baile de nombres y se disparan las tensiones internas. Se abre la batalla”, escribía Isabel Morillo en este periódico.

Son muy pocos los que ven a Espadas en guerra abierta contra Susana Díaz por la secretaría general del partido, pero lo cierto es que el alcalde se deja querer. Ha cambiado igual que cambia el sentido del viento en las tardes invernales. Otrora pretoriano susanista, ahora frecuenta los ambientes madrileños, se reúne discretamente con ministros próximos a Sánchez, escucha y asiente.

Espadas se deja querer. Otrora pretoriano susanista, ahora frecuenta ambientes madrileños y se reúne discretamente con los ministros

El movimiento de Espadas sirve de excusa para los acontecimientos que tendrán lugar en los próximos meses. A saber: un congreso federal en verano de este año y luego, en cascada, los autonómicos. Díaz ha declarado su intención de continuar al frente de la secretaría general, primero, y como candidata a la Junta de Andalucía, después.

En Ferraz, no se han pronunciado. Aunque señalan que es un tapón para la remontada del PSOE en una comunidad clave para el futuro del partido y de la gobernabilidad de España, también reconocen que Pedro Sánchez todavía no ha tomado una decisión al respecto: si dejarla correr en solitario o preparar una candidatura alternativa.

Hay consenso generalizado en que, por el peso político ganado en el último año y medio y por su proyección mediática, la mejor sustituta sería María Jesús Montero, pero la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno no está por la labor. No quiere regresar a Sevilla, y menos para disputar una carrera por el liderazgo del PSOE-A que se presume bronca. Además, se ha convertido en uno de los bastiones de Sánchez en la Moncloa, en una pieza difícilmente reemplazable. Sería, dicen en Moncloa, desvestir un santo para vestir otro.

placeholder La portavoz del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE)
La portavoz del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE)

También se especula con otro nombre, el de Felipe Sicilia, diputado jienense y un ferviente defensor del sanchismo desde aquellos tiempos en los que declarar fielato al hoy presidente del Gobierno era igual que blasfemar y llevaba implícita la persecución de la santa inquisición socialista. Sin embargo, aunque se ha hecho merecedor de ciertas prebendas, en el PSOE andaluz lo descartan como alternativa y consideran que es “la liebre que han lanzado desde Ferraz para hacer ver a Susana Díaz que ya jamás va a estar tan confortable”.

En definitiva, después de tantos desplantes privados y también públicos que se han traído ambos, atendiendo al socorrido “Roma no paga a traidores”, lo lógico y normal sería que Sánchez se decantara por uno de los nombres anteriormente mencionados para el asalto al PSOE-A, pero en el partido no las tienen todas consigo. El giro copernicano dado por Díaz, ahora más sanchista que el propio Sánchez, y las funestas consecuencias de una batalla intestina avalan a aquellos que se decantan por la continuidad de la lideresa.

La transmutación de Díaz es de óscar de Hollywood. Se ha acercado a Sánchez igual que si fuera el Oráculo de Delfos de la política moderna

La transmutación de Susana Díaz es merecedora de un óscar de Hollywood. “Me corté el pelo y me quité la americana roja porque era como me sacaban en las imitaciones y en las caricaturas. Lo hice para ponérselo difícil a humoristas y periodistas”, respondía la secretaria general del PSOE-A a la periodista Silvia Cruz en ‘Vanity Fair’. La entrevista llevaba el ilustrativo título de "Volver a empezar", como la película de Garci que fue agraciada con la codiciada estatuilla. Más allá del símil cinematográfico, las palabras sobre su aspecto físico sirven también para el viraje ideológico que ha dado con el objeto de blindarse en el cargo.

Se ha acercado a Pedro Sánchez igual que si fuera el Oráculo de Delfos de la política moderna y ha empezado a renegar de algunos puntos obscuros de su pasado reciente, como cuando predicaba la abstención del PSOE para que Mariano Rajoy pudiera ser presidente del Gobierno o defendía a capa y espada la honorabilidad de “Manolo y Pepe, personas honestas que venían de familias sin necesidad de ninguna clase y entraron en política por vocación y compromiso, y tras haber hecho mucho por este país”. Aquellos comentarios, mejor no mentarlos hoy.

Susana Díaz está tocada. La mayoría en Ferraz la da por desahuciada. Creen que hay que desbancarla. Pero no se fían. Sus poderes siguen siendo muchos. Su imagen mantiene cierto brillo. Tan es así que, después de tener que dejar la poltrona de la Junta a Moreno Bonilla, ha ganado las cinco últimas elecciones que se han celebrado (dos generales, autonómicas, municipales y europeas) y su estructura clientelar se mantiene cuasi intacta. Por eso, Sánchez no sabe qué hacer: si optar por lo malo conocido o, tal vez, lo bueno por conocer.

Lo primero que hizo, una vez hubo terminado el desayuno protagonizado por el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, en el Casino de la calle Alcalá, en Madrid, apenas recién subido al AVE de vuelta, fue hacerle saber su enfado por las declaraciones. Espadas, un hombre en exceso permeable a las críticas y hasta hace poco del estrecho círculo de Susana Díaz, entró en modo depresión.

Susana Díaz Pedro Sánchez