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Urge vacuna contra la soberbia
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Nacho Cardero

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Urge vacuna contra la soberbia

Después de cinco olas completas y casi 100.000 muertos, uno querría pensar que la improvisación, la descoordinación y la falta de liderazgo podrían estar resueltas. Pues no

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Andreu Dalmau)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Andreu Dalmau)
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Solo hay algo peor que la mentira: que te tomen por tonto. Moncloa anunció el sábado una comparecencia de Pedro Sánchez para el domingo para dar una fecha de una reunión que tendrá lugar el miércoles. Patada al balón. En ese foro de presidentes, forzado no por Sánchez, cuyo interés en seguir dándole bola a la pandemia es escaso, sino por las comunidades donde gobiernan sus socios de gobierno, se repasará la situación y se evaluarán las medidas a poner en marcha en las próximas semanas con motivo de las fiestas navideñas y ante la imparable tendencia al alza de los contagios. Otra patada al balón.

La principal y casi única conclusión que pudimos extraer de sus breves palabras es que Pedro Sánchez compareció ante la opinión pública para que nadie le pudiera decir que no lo había hecho. Después de asegurar circunspecto que no podemos dar por buena la incidencia acumulada y que hay que actuar con urgencia, empezó a restar importancia a la cosa y a enumerar las cifras y razones por las que España lidera el 'ranking' de países que mejor han combatido el virus. En la intervención, habló más de las vacunas —digan todos conmigo: “Vacuna, vacuna, vacuna”— que de las variantes que nos traen de cabeza estas fechas.

Después de cinco olas completas y casi 100.000 muertos, uno querría pensar que la improvisación, la descoordinación y la falta de liderazgo podrían estar resueltas. Pues no. A diferencia de nuestros sanitarios, cuyo juramento hipocrático consiste en ejercer la profesión con inocencia y pureza, el juramento de nuestra clase política se sustenta en la hipocresía. Lo hace así para camuflar otro defecto aún mayor: la ineficacia. No es que el plan del Ejecutivo para combatir el covid-19 sea malo. Es que directamente no hay plan. Si alguien quiere respuestas, viene a decir el Ejecutivo, que se dirija a sus presidentes autonómicos o a los tribunales de Justicia. Repitan conmigo: “Cogobernanza, cogobernanza, cogobernanza”.

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado. (EFE Javier Cebollada)

Aunque es de perogrullo, tenemos que repetirlo ante la habitual crítica que recibimos quienes cuestionamos la acción del Gobierno durante la pandemia. Sabemos de las dificultades de gestionar una situación extraordinaria como la vivida los dos últimos años, donde no hay respuesta buena y rápida, y los líderes políticos, sean cuales fueren, se ven obligados a improvisar sobre la marcha; parece lógico que tengamos que sacrificar temporalmente una parte de nuestra libertad, viendo limitados nuestros derechos fundamentales, con el objeto de frenar los contagios; ha quedado igualmente demostrado que la ciencia y la innovación son la llave del progreso de las sociedades, tal y como se ha visto con la aparición de vacunas en tiempo récord que han ahorrado millones de muertes, y también parece meridianamente claro que la gravedad de la enfermedad y —especialmente— la letalidad de la ómicron entre los vacunados son mucho más bajas y no hay que alarmarse como en olas anteriores.

Siendo tales afirmaciones ciertas, no deberían servir de excusa para minusvalorar las decenas de miles de muertes y la falta de un plan en la lucha contra el covid-19. No deberían servir de excusa ni mucho menos utilizarlas para sacar pecho. Lo que se ha echado en falta en este Gobierno durante la pandemia es un poco de humildad. Si este país necesita una vacuna de refuerzo, esta debería ser contra la soberbia.

La ministra Darias presume de que España es el país de las sonrisas, pero este domingo el presidente recomendó no quitarse la mascarilla

Para más inri, resulta paradójico que esta forma de actuar, que ha llevado a las autoridades a arrogarse unos poderes extraordinarios aprovechando el contexto (véanse las sentencias del Constitucional contra los estados de alarma), no solo no ha sido censurada por una parte sustantiva de la población, sino que ha sido aplaudida. En ‘El ocaso de la democracia’, la periodista Anne Applebaum alerta de que los autoritarismos necesitan de determinadas élites para dar forma al relato y crear un marco argumental en el que esté permitido atentar contra el Estado de derecho. Las consecuencias de no hacerlo serían peores, aseguran tratando de justificar el mal menor. El populismo y la polarización política sirven de alimento para esta corriente.

La realidad desprovista de edulcorantes dice que nos encontramos ante la sexta ola del virus, aunque algunos hayamos perdido la cuenta de las idas y venidas del covid, si es que en algún momento llegó a desaparecer de nuestras mentes. Ya nadie habla de la inmunidad de rebaño. Dicen que no hay final bueno, que nos terminaremos contagiando todos. No se ha elaborado ningún plan legal para combatir la pandemia tras los varapalos del TC. La ministra Darias presume de que España es el país de las sonrisas, pero este domingo el presidente recomendó que mejor no quitarse la mascarilla. También señala ufana que la presión hospitalaria y la ocupación de las UCI continúan en niveles bajos. La humildad no abunda en los discursos oficiales. Recuérdenlo para dentro de unas semanas.

La de este año será otra Navidad agridulce. Comentaba Pablo Pombo en su columna de este fin de semana que “es probable que esta fase de la crisis no sea la peor en términos sanitarios, pero sí la más difícil de gestionar en términos políticos”. El Ejecutivo debería tomar nota y no dejarse llevar por la indolencia porque, digan lo que digan, de esta no saldremos más fuertes.

Solo hay algo peor que la mentira: que te tomen por tonto. Moncloa anunció el sábado una comparecencia de Pedro Sánchez para el domingo para dar una fecha de una reunión que tendrá lugar el miércoles. Patada al balón. En ese foro de presidentes, forzado no por Sánchez, cuyo interés en seguir dándole bola a la pandemia es escaso, sino por las comunidades donde gobiernan sus socios de gobierno, se repasará la situación y se evaluarán las medidas a poner en marcha en las próximas semanas con motivo de las fiestas navideñas y ante la imparable tendencia al alza de los contagios. Otra patada al balón.

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