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Thyssen a la valenciana: Bombas Gens pacta el rescate de la Generalitat para su colección
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Thyssen a la valenciana: Bombas Gens pacta el rescate de la Generalitat para su colección

El centro cultural fundado por el matrimonio Soler-Lloret (Ubesol) negocia un acuerdo para solventar una situación económica “no sostenible”. El IVAM se prepara para salir al rescate

Foto: Susana Lloret, vicepresidenta ejecutiva de Bombas Gens, de la Fundació per Amor a l'Art. (Fundació Per Amor a l’Art)
Susana Lloret, vicepresidenta ejecutiva de Bombas Gens, de la Fundació per Amor a l'Art. (Fundació Per Amor a l’Art)

Fue bonito mientras duró. La Fundació per Amor a l'Art, impulsada por el empresario valenciano José Luis Soler y su mujer Susana Lloret, que gestiona el relevante centro cultural Bombas Gens en la ciudad de València y una importante colección privada de arte contemporáneo compuesta por mas de 2.300 obras, se halla en un situación económica “no sostenible”, según reconocen fuentes de la propia entidad. Para superar este estado de dificultad, los responsables de la Fundación han diseñado una fórmula que les permita acogerse a la 'protección' económica e institucional que puedan brindarle entidades privadas o públicas, aunque es la Generalitat Valenciana la más cercana a sus pretensiones y con la que ya se han iniciado los primeros contactos y acuerdos potenciales. El Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) se perfila como el instrumento para vehicular el traspaso a partir el año que viene.

Se trataría al fin y al cabo de garantizarse la sostenibilidad económica que le permita 'competir' con mayor solvencia con los otros grandes centros culturales y de arte de la ciudad, como el propio (IVAM), de propiedad, gestión y financiación públicas; la Fundación Bancaja, autofinanciada con actividades, fondos y patrimonio propios; el recién inaugurado CaixaForum, 'alimentado' desde Caixabank; o el esperado centro de arte Hortensia Herrero (vicepresidenta y segunda accionista de Mercadona tras su esposo y presidente Juan Roig), para cuya sede se está rehabilitando un histórico edificio situado en el centro de Valencia que será inaugurado previsiblemente en 2023.

La reciente adquisición por parte del Ejecutivo autonómico de la colección de arte de la familia Lladró (tres millones de euros), con una notable representación del pintor valenciano Joaquín Sorolla, es otro antecedente de las posibilidades de la pretensión de los Soler, aunque con una diferencia fundamental: la familia no desea al menos inicialmente vender su colección, sino compartir su gestión con una institución, preferentemente la Generalitat Valenciana, que la pueda añadir a su circuito de exposiciones, responsabilizarse de su mantenimiento... y reducir significativamente su carga fiscal.

Foto: 'La mariposa', una de las seis cabezas gigantes de Manuel Valdés expuestas en los lagos de la Ciudad de las Ciencias de Valencia.

Sobre este pretendido alivio económico de la mano de la Administración pública sobrevuela, con matices y salvando todas las distancias, la fórmula aplicada por Carmen Cervera y el Gobierno de España en la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza. De momento y según ha podido confirmar este medio por dos fuente diferentes, ya se han producido contactos entre la Fundació per Amor a l'Art y la Administración autonómica a través de la directora general de Cultura y Patrimonio de la Generalitat, la periodista y escritora Carmen Amoraga, quien sin embargo no reconoce la existencia de tales contactos.

La fundación y su buque insignia, el centro de arte Bombas Gens, una antigua fábrica rehabilitada como modelo de la arquitectura industrial valenciana de principios de siglo XX, iniciaron su andadura 'pública' en 2017 (aunque su fecha de creación fue 2014) impulsados por una ola de glamour insuflado desde la propia familia Soler y su entorno. No es habitual que los ricos patrimonios pongan su colección artística al servicio de la sociedad y de la comunidad donde se hallan y lo hagan bajo un filantrópico lema: 'Compartir'.

Los medios de comunicación locales, las instituciones públicas y en general la sociedad valenciana acogieron el proyecto con una mezcla de alborozo, orgullo y admiración por tan altruista propuesta impulsada por un adinerado mecenas local y su familia. Como guinda a esta demostración de exquisitez cultural en todo lo que 'tocaba' Bombas Gens, en uno de sus laterales se instalaría lo que hoy por hoy es considerado mejor restaurante de la ciudad, el dos estrellas Michelín 'Ricard Camarena', quien acompañaría a la familia Soler en el desafío de triunfar por encima del indudable handicap de hallarse ubicados ambos en un barrio popular situado en el exterior de los circuitos urbanos de arte y gastronomía de la capital valenciana.

Foto: Vicent Todolí huele un cítrico en su finca. (Todolí Citrus Fundació)

La cara visible de la Fundación era y sigue siendo Susana Lloret, esposa del empresario, una mujer inteligente de fuerte carácter y muy afable ("aunque influenciable y voluble" afirman en su entorno). Lloret relegó su actividad profesional como psicóloga para dedicarse por entero al proyecto como vicepresidenta del patronato de la fundación (su marido es el presidente). Dividida en tres áreas, Arte, Investigación y Acción Social, Lloret maneja un presupuesto anual cercano a los dos millones y medio de euros y una plantilla inicial de 25 empleados fijos. Con ese presupuesto, se mantiene el edificio y su colección de arte, se pagan las nóminas, se costean exposiciones y financian investigaciones y acciones sociales.

Y si bien durante los primeros años todo fueron facilidades y éxitos, desde finales del año pasado hasta el presente la situación ha cambiado significativamente. Tres han sido las causas. La primera y puede que decisoria fue la grave dolencia sufrida súbitamente por el empresario en 2019, que aún hoy le mantiene apartado de cualquier actividad pública o empresarial. La situación ha conducido a que el hijo mayor de la familia, dedicado al ejercicio de la medicina en un hospital de Barcelona, no haya dudado en abandonar su carrera para volver a Valencia y hacerse cargo de la representación familiar en el nuevo consejo de administración de la empresa que antes cogestionaba su padre. Los Soler cuenta con el 50 por ciento del capital de Ubesol, facturando en 2020 poco más de 247 millones de euros con un beneficio de 19,9 millones. Ubesol es uno de los proveedores locales más importantes de Mercadona, con las marcas Deliplús y Bosque Verde.

placeholder Vicent Todolí huele un cítrico en su finca. (Todolí Citrus Fundació)
Vicent Todolí huele un cítrico en su finca. (Todolí Citrus Fundació)

A esta difícil situación familiar se sumó en 2020 la pandemia del covid que, al igual que al resto de la economía nacional y mundial, paralizó la expansión del proyecto bloqueando a la vez su razón de ser, la interacción social a través de la difusión del arte. Para acabar de ensombrecer un proyecto cuyos inicios habían sido pletóricos, el altruismo del que sus impulsores hicieron gala desde el principio se convertiría al mismo tiempo en una trampa que ponía en el peligro la sostenibilidad del complejo. El particular concepto de gestión de la Fundación descargaba la totalidad de costes y gastos del proyecto sobre las tal vez ya no tan anchas espaldas del patrimonio familiar. En ningún momento, hasta entonces, se había pretendido ni buscado cualquier otra vía de ingresos que aliviara el trasvase continuo de fondos desde la fortuna familiar hacia una precaria cuenta de resultados que se iba haciendo más pesada a medida que avanzaba la crisis económica posterior a la pandemia.

Foto: LUCE posa en una sala del IVAM. (EFE/Kai Forsterling)

Con el patriarca convaleciente y concentrados los esfuerzos de la familia en su recuperación, una nueva perspectiva se iba abriendo en su seno para el futuro del proyecto. Lo primero fue frenar a inicios de este año el chorro de dinero que suponía seguir enriqueciendo la colección de arte con el siempre experto asesoramiento del historiador Vicent Todolí. La solución fue tajante: se dio por completada la colección de arte, paralizando nuevas compras y limitando la colaboración de Todolí a un puesto en el patronato de la fundación.

A continuación se ha abordado la reducción de costes generales de la fundación. La plantilla se ha recortado este año de 25 a 15 empleados, llevándose a cabo la externalización de determinados servicios como las visitas guiadas, la vigilancia de salas y el área de comunicación. Simultáneamente se inició el estudio de futuras vías de ingresos económicos que faciliten la sostenibilidad del proyecto. Alquilar espacios para determinados eventos y cobrar por la entrada a las exposiciones organizadas en Bombas Gens, tal como hacen la inmensa mayoría de los centros privados de arte, fueron aceptadas como mal menor, aunque finalmente la fundación no ha dado el paso adelante que supone establecer precio a las visitas a las exposiciones.

Foto: Maqueta del Centro de Arte Hortensia Herrero, que se ubicará en el Palacio de los Valeriola de Valencia.

Tampoco han tenido mayor suerte las propuestas de negociar patrocinios y esponsarizaciones de marcas privadas. Tal vez el marcado carácter filantrópico de la familia y el respeto a los deseos de su fundador han frenado los avances por esta vía. En todo caso, todos saben, dentro y fuera de la casa, que algo tiene que cambiar y es en este deseo de cambio donde se contextualiza la búsqueda de un mecenazgo público para una valiosa colección de arte creada para ser compartida. Al menos, hasta ahora.

Fue bonito mientras duró. La Fundació per Amor a l'Art, impulsada por el empresario valenciano José Luis Soler y su mujer Susana Lloret, que gestiona el relevante centro cultural Bombas Gens en la ciudad de València y una importante colección privada de arte contemporáneo compuesta por mas de 2.300 obras, se halla en un situación económica “no sostenible”, según reconocen fuentes de la propia entidad. Para superar este estado de dificultad, los responsables de la Fundación han diseñado una fórmula que les permita acogerse a la 'protección' económica e institucional que puedan brindarle entidades privadas o públicas, aunque es la Generalitat Valenciana la más cercana a sus pretensiones y con la que ya se han iniciado los primeros contactos y acuerdos potenciales. El Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) se perfila como el instrumento para vehicular el traspaso a partir el año que viene.

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