Valencia Monitor
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Dispositivos electrónicos que se convierten en basura mal gestionada
Los pedidos en línea implican múltiples capas de embalaje para proteger los productos durante el transporte, lo que resulta en un aumento significativo de cartón, plástico y otros materiales que no se reciclan adecuadamente
En España generamos 2.230 kilos de residuos por habitante, una cifra que se ha ido reduciendo a un ritmo medio de alrededor del 3% anual en lo que va de siglo y que está por debajo de la media de la UE-27 (4.815 kilos per cápita). Esta buena evolución se debe especialmente a la reducción de los residuos químicos (-68% acumulado entre 2004 y 2020), de madera (-69%), textiles (-50%) y plásticos (-50%) y podemos estar orgullosos de ello como sociedad. Sin embargo, el avance en la gestión de los residuos no se repite en otros tipos de productos desechados, como los dispositivos electrónicos, que se han más que duplicado entre 2009 y 2018, o los envases y embalajes, que han crecido un 12% desde principios de siglo. Y es que la digitalización también tiene efectos sobre el medio ambiente.
El auge del comercio electrónico ha traído consigo un aumento notable en el uso de packaging o embalajes, principalmente plásticos y cartones, que a menudo no se reciclan adecuadamente. Este fenómeno se ha visto intensificado por la pandemia, que impulsó las ventas en línea a niveles sin precedentes, con un crecimiento del 6% en 2020, según datos de la CNMC. El año del coronavirus, la cifra de residuos relacionados con el packaging aumentó un 7,4% con respecto a los generados en 2019, y se alcanzaron los 182,7 kilos per cápita. Se trata de una cifra similar a la media europea (189,7 kilos per cápita), aunque bastante por debajo de la de Alemania (236,7) o Italia (229,9).
Los pedidos en línea suelen implicar múltiples capas de embalaje para proteger los productos durante el transporte, lo que resulta en un aumento significativo de cartón, plástico y otros materiales de embalaje que a menudo no se reciclan adecuadamente. La solución podría venir del diseño de embalajes más sostenibles, de materiales reciclables o biodegradables, algo en lo que ya están trabajando grandes empresas del sector como Amazon o Zalando, con sistemas de reutilización, como cajas retornables. También sería necesaria la mejora de las infraestructuras y los sistemas de reciclaje, para aumentar la tasa de reciclado de estos residuos, que tanto en España como en la UE se sitúa en el entorno del 65%, reduciéndose al 50% en el caso de los embalajes de plástico (41,4% en la UE-27). Por otro lado, igual de importante es la sensibilización de los consumidores en cuanto a la necesidad de reducir los residuos y la importancia del reciclaje. En este sentido, el diseño de nuevos programas educativos y campañas de concienciación podrían cambiar los hábitos de consumo y promover prácticas más sostenibles.
Junto a los envases y embalajes, otro desafío significativo para la economía circular es el aumento de los residuos electrónicos, o e-waste. El mundo está experimentando un importante proceso de digitalización, con tecnologías que afectan a todas las áreas de nuestras vidas y que están cambiando profundamente la forma en que trabajamos, aprendemos, socializamos y hacemos negocios. Cada vez más personas poseen y utilizan múltiples dispositivos electrónicos, y la creciente interconectividad ha llevado a un aumento en el número de dispositivos y objetos conectados a Internet. Este desarrollo tecnológico y digital ha venido acompañado de un aumento considerable en la cantidad de equipos eléctricos y electrónicos y con ellos, de una mayor cuantía de residuos electrónicos (e-waste).
Además, la rápida obsolescencia de estos dispositivos electrónicos y la constante innovación tecnológica de los últimos años han llevado a un aumento en la cantidad de dispositivos desechados. Según el informe Global E-Waste Monitor 2024, en 2022 se generaron 62 millones de toneladas de residuos electrónicos a nivel mundial, una media de 7,8 kilos por habitante. Es decir, casi se ha duplicado el volumen de residuos desde 2010, cuando se alcanzaron los 34 millones de toneladas. Esta tendencia es preocupante, sobre todo, porque según este mismo informe, solo el 22,3% de este tipo de residuos es correctamente recogido, gestionado y reciclado, y además la tasa a la que crece la generación de residuos electrónicos es casi 5 veces superior al aumento de sus tasas de reciclaje.
Los países de la Unión Europea no son una excepción en esta tendencia, y tampoco España. En concreto, en nuestro país se recicla el 73,7% de este tipo de residuos, mientras en la UE ese porcentaje supera el 80%. Lo más preocupante, sin duda, es que, en lugar de aumentar el porcentaje de reciclaje, en España está disminuyendo el volumen de residuos que se tratan correctamente. Por ejemplo, en 2016 se recicló el 87,8% de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEEs), casi 15 puntos porcentuales más que en la actualidad. En la Comunitat Valenciana se gestionaron un total de 15.705 toneladas de este tipo de residuos en 2023 (10,75 kilos por habitante frente a los 8,10 de media en España) según la Fundación Ecolec.
En este contexto, la Comisión Europea presentó en marzo de 2020 un nuevo Plan de Acción para la Economía Circular, que establece como una de sus prioridades clave la reducción de los RAEEs, como por ejemplo ordenadores, televisores, frigoríficos o teléfonos móviles. Estos equipos constituyen uno de los flujos de residuos de más rápido crecimiento en la UE. La propuesta de la Comisión expone específicamente objetivos inmediatos como el «derecho a la reparación» y la mejora de la reutilización en general, la introducción de un cargador común y el establecimiento de un sistema de recompensa para fomentar el reciclaje de productos electrónicos. Además, en 2023 la Comisión presentó una propuesta de actualización de la directiva sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos y se alcanzó un acuerdo para evaluar exhaustivamente su impacto en la sociedad y el medio ambiente y revisarla en 2026 en caso necesario.
El reciclaje de este tipo de productos es importante, porque incluyen desde sustancias peligrosas (el cadmio, el mercurio, el plomo, aceites peligrosos o gases contaminantes, entre otros) a materiales valorizables que suponen un importante recurso y cuyo reciclaje debe mejorarse para poder aprovecharlos. Por ello, la buena noticia que supone la reducción de residuos en general que se observa en España no debería ocultar el problema real que existe en la gestión de los e-waste y de los envases y embalajes. El esfuerzo para reducir el consumo de nuevos materiales y recurrir en mayor medida al reciclaje debe continuar, a través de la educación y sensibilización de los consumidores y del fomento de la investigación y la eco-innovación para crear nuevas soluciones y mejorar las existentes. Solo así se conseguirá alcanzar un crecimiento económico más sostenible.
*Eva Benages es economista del Ivie
En España generamos 2.230 kilos de residuos por habitante, una cifra que se ha ido reduciendo a un ritmo medio de alrededor del 3% anual en lo que va de siglo y que está por debajo de la media de la UE-27 (4.815 kilos per cápita). Esta buena evolución se debe especialmente a la reducción de los residuos químicos (-68% acumulado entre 2004 y 2020), de madera (-69%), textiles (-50%) y plásticos (-50%) y podemos estar orgullosos de ello como sociedad. Sin embargo, el avance en la gestión de los residuos no se repite en otros tipos de productos desechados, como los dispositivos electrónicos, que se han más que duplicado entre 2009 y 2018, o los envases y embalajes, que han crecido un 12% desde principios de siglo. Y es que la digitalización también tiene efectos sobre el medio ambiente.