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Baile de trincheras en la batalla de Endesa o la insoportable levedad del Gobierno Zapatero
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Jesús Cacho

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Baile de trincheras en la batalla de Endesa o la insoportable levedad del Gobierno Zapatero

Lo contaba ayer Eulogio López en su Hispanidad. Ocurrió durante la visita que el presidente aragonés Marcelino Iglesias y su socio en el Gobierno regional, José

Lo contaba ayer Eulogio López en su Hispanidad. Ocurrió durante la visita que el presidente aragonés Marcelino Iglesias y su socio en el Gobierno regional, José Ángel Biel, líder del PAR, realizaron la semana pasada a Rodríguez Zapatero en el palacio de la Moncloa. Como no podía ser de otra forma dado el momento que vivimos, Iglesias, que desde que Gas Natural (GN) lanzó la OPA sobre Endesa se postuló en contra de la misma, salió en defensa de Manuel Pizarro como un hombre que ha hecho mucho por Aragón, argumento no del todo científico que, al parecer, provocó el arrebato de un presidente que cortó en seco la argumentación de los visitantes con un categórico “no te tolero que me hables en esos términos de un tío que es un facha”.

Una historia a la que se le podría aplicar ese dicho tan italiano del si non e vero e ben trovato, y lo es porque parece encajar a la perfección con esa mala leche intrínseca que, quienes le conocen, dicen se esconde tras la decadente sonrisa del político leonés. Mal genio no necesariamente acompañado de buen juicio, como demostró con motivo de la victoria de Angela Merkel en las elecciones generales alemanas. Sin esperar el definitivo recuento, ni mucho menos el resultado de los pactos postelectorales, Zapatero cometió el increíble desliz de tildar de “fracasada” a la primera canciller alemana de la historia, convertida en pocos meses en una figura determinante para todos los equilibrios europeos y transatlánticos.

En efecto, mientras ZP se ha quedado colgado de la brocha de esa “alianza privilegiada” que nos anunció con el dúo Chirac-Schröder, condenando a España a ocupar una posición periférica en la escena internacional por culpa de su arcaísmo ideológico (su amistad con populistas y gorilas vocacionales sudamericanos) y su visión desfasada de la construcción europea, Merkel ha ido tejiendo una basta red de complicidades e influencias con líderes emergentes y/o en el poder en países como Francia, Gran Bretaña o Italia. El resultado es que las posiciones de la canciller alemana sobre el futuro de la UE y las relaciones con Washington o Moscú están muy alejadas de las posiciones españolas.

Pues bien, fue a esta “fracasada” a la que el martes Zapatero rindió pleitesía en Baviera, dispuesto, o así parece, a entregar Endesa a los alemanes como un cabizbajo Justino de Nassau entregó las llaves de Breda a un elegante, pelín displicente, Ambrosio de Spinola. Es el cuadro agrio, triste, gris que, óleo sobre lienzo, compone el epílogo de la desquiciada historia de una OPA donde casi todo se ha hecho mal, casi todos lo han hecho mal.

Desde el 5 de septiembre de 2005 hasta idéntica fecha, día arriba o abajo, del año en curso, el Gobierno Zapatero ha dado la vuelta al ruedo del despropósito más absoluto, ha protagonizado un espectacular baile de trincheras que ha servido para poner en evidencia la ausencia de entrepaño, la endeblez y falta de capacidad gerencial de un Ejecutivo que hace un año se embarcó en un alucinado loop para, 12 meses después, volver a poner los pies, maltrecho y desgastado, en el kilómetro cero del que jamás debió haberse movido.

Mal asesorado por Miguel Sebastián, récord de desgracias el suyo en menos tiempo, el presidente se lanzó sin paracaídas en favor de una empresa privada y en contra de otra, simplemente porque sus gestores parecían más afectos a la causa progre que “el facha” de Manolo Pizarro. El viaje hacia el abismo desveló un grado de intervencionismo político en los asuntos del sector privado –porque, que se sepa, las eléctricas siguen siendo empresas privadas- desconocido en una economía dizque desarrollada como la española y en un entorno como el de la UE.

Después del fiasco de la operación BBVA, no les podía salir mal la nueva apuesta. Les ha salido. En el pecado de haber abdicado del mercado para echarse en brazos de la gran política los gestores de GN llevan la penitencia. Decía don Pablo Garnica, el patrón de Banesto, que no hay que dar tres cuartos al pregonero cuando uno se plantea una conquista importante. Los de GN lo anunciaron casi en plaza pública. Una desgracia, porque la operación tenía sobre el papel todo el sentido del mundo y el politiqueo sobraba de plano, como han sobrado las invocaciones a ese españolismo que algunos entienden radicado en exclusiva en Madrid y su apestoso madrileñeo.

El resultado de tanto disparate es que, tras haber pasado como una apisonadora sobre la independencia y el prestigio, muy escaso ya, de organismos de control como el TDC y no digamos ya la CNE, Zapatero, bien macerado por un Solbes que ha sabido esperar su momento, se ha literalmente acollonado a la vista del lío montado en la UE y del desgaste al que le estaba sometiendo el PP en este asunto, de modo que ha dado marcha atrás dejando a todo el mundo atónito, el gesto incrédulo, empezando por los supuestos amigos de Repsol y La Caixa, y terminando por un Montilla que, candidato a la Generalitat, ha perdido todas y cada una de las batallas en que ha intervenido. Un récord.

Con lo fácil que hubiera sido que un par de señores (Pizarro y Fornesa), a lo sumo cuatro (los anteriores más Fainé y Blesa), se hubieran sentado en silencio y en torno a una mesa dispuestos a hacer realidad un gran grupo energético español capaz de reñir en buena lid con los campeones nacionales galos y germanos. A falta de liberalismo, una buena dosis de realismo y sentido común. Ni lo uno, ni lo otro. En la discusión entre galgos y podencos, de si la sede debía estar en Madrid o Barcelona, al final será Dusseldorf quien se lleve el gato al agua.

Queda el recordatorio de un Gobierno que es una ruina como socio, un Gobierno endeble, nada consistente y, sobre todo, nada fiable, ni siquiera para sus teóricos amigos. Todo un aviso a navegantes del mundo empresarial y financiero: mucho ojo a la hora de echarse en brazos de los zapateros remendones, muchachos, mucho cuidado a la hora de meterse en la cama con estos chicos, porque en plena madrugada se pueden apear del burro dejando como recuerdo una gran plasta entre las sábanas de Holanda fina.

Lo contaba ayer Eulogio López en su Hispanidad. Ocurrió durante la visita que el presidente aragonés Marcelino Iglesias y su socio en el Gobierno regional, José Ángel Biel, líder del PAR, realizaron la semana pasada a Rodríguez Zapatero en el palacio de la Moncloa. Como no podía ser de otra forma dado el momento que vivimos, Iglesias, que desde que Gas Natural (GN) lanzó la OPA sobre Endesa se postuló en contra de la misma, salió en defensa de Manuel Pizarro como un hombre que ha hecho mucho por Aragón, argumento no del todo científico que, al parecer, provocó el arrebato de un presidente que cortó en seco la argumentación de los visitantes con un categórico “no te tolero que me hables en esos términos de un tío que es un facha”.