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De cómo algunos dentro del PP parecen empeñados en que Zapatero se salga con la suya
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Jesús Cacho

Con Lupa

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De cómo algunos dentro del PP parecen empeñados en que Zapatero se salga con la suya

Resulta que el PSOE se ha gastado 600.000 euros –unos 100 millones de las antiguas pesetas- en la celebración de una Conferencia Política cuyo máximo logro,

Resulta que el PSOE se ha gastado 600.000 euros –unos 100 millones de las antiguas pesetas- en la celebración de una Conferencia Política cuyo máximo logro, a juzgar por el revuelo levantado, ha consistido en calificar al Partido Popular de "extrema derecha", es decir, que la aireada conferencia del partido socialista, tres días de sesiones en el Palacio de Congresos del Ifema madrileño, ha quedado reducida a un chascarrillo en boca de Rodríguez Zapatero, una frase hecha, un eslogan de los de usar y tirar, una de esas citas más o menos afortunadas salidas de la factoría que cuida del presidente en Moncloa y que están permitiendo al político leonés enmascarar su anorexia intelectual y política gracias a esa especie de nuevo refranero radical.

Material fungible, del que no quedará rastro pasado mañana. Imagino que Mariano Rajoy tendrá respuesta fácil, porque un Gobierno entregado a una revisión radical de la transición, decidido por la vía de los hechos a hacer almoneda de la Carta Magna, como cualquier Tribunal Constitucional no apesebrado concluiría en un santiamén, entregado a desenterrar cadáveres por las cunetas de la Guerra Civil, encantado, en fin, de participar en los aquelarres de los Países No Alineados como el que acaba de celebrarse en ese remanso de libertad que es La Habana, con estos ingredientes y algunos más que podrían añadirse, digo, a Rajoy debería resultarle tarea sencilla desacreditar a un Zapatero que ha abandonado la senda de la socialdemocracia europea para adentrarse en las aguas procelosas de ese radicalismo que distingue a los izquierdismos populistas latinoamericanos.

Izquierdismo, con todo, muy light, muy soft, muy de prêt á porter, muy casual wear, como quedó de manifiesto en la indumentaria de los jerifaltes del PSOE en la mencionada Conferencia. Izquierdismo falso, pues, macerado con toneladas de ese cinismo que, por ejemplo, es capaz de devaluar la enseñanza pública hasta niveles de aprobado general pero que se cuida mucho de mandar a sus hijos a elitistas colegios de pago privados. Cualquier ensoñación que desde la Península Ibérica pretendiera equiparar la situación española con la de cualquiera de los proyectos de ese populismo radical izquierdista que hoy enseñorean Latinoamérica chocaría de plano con la realidad de una sociedad como la española, nucleada hoy en torno a unas amplísimas clases medias que, en su mayoría, votan derecha.

De modo que quien ha constatado la dificultad de arrinconar de un plumazo al 40%, si no más, del censo electoral, apartar al Partido Popular de la vida política, ("el aislamiento del PP", "todos menos el PP", y demás eslóganes de parecido tenor) podría tener ahora la tentación de variar ligeramente de estrategia para buscar la ruptura del PP, propiciar la división del centro derecha con el nacimiento de una extrema derecha, trocear el elefante para acabar con él, operación esta sumamente peligrosa para la estabilidad del sistema en la que jamás entraría un líder socialista con cierto sentido de Estado.

Por desgracia para quienes aspiran a sentirse identificados con un partido de derecha liberal y democrática, algunas gentes, bastantes, en el actual PP parecen empeñadas en darle la razón a Zapatero. Al final, ¿de qué estamos hablando, a qué clase de permanente crisis venimos refiriéndonos cuando aludimos a la situación por la que atraviesa la derecha española? Pues ni más ni menos que al marasmo que le atenaza desde que perdiera el poder el infausto 14-M. A un partido anclado en el pasado reciente, incapaz de sacudirse la herencia de soberbia de un Aznar cuya segunda legislatura lo dejó hecho unos zorros para muchos años, incapaz de hacer autocrítica y mirar al futuro enarbolando las banderas del progreso social y material, condición indispensable para volver a gobernar.

Las constantes revelaciones, reales o supuestas, que vienen apareciendo sobre los atentados del 11-M ponen una y otra vez de manifiesto la incuria de un ministro del Interior llamado Ángel Acebes, que aparentemente no se enteró de lo que ocurría dentro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a su cargo. Pero ahí sigue el señor Acebes. Tan campante. Cualquier consejero delegado que arruinara la cuenta de resultados de su empresa sería despedido de inmediato. El y su presidente, el señor Aznar, han llevado a la quiebra al PP sin que se les haya oído el menor gesto de autocrítica. Y con Mariano Rajoy en plan Prisionero de Zenda, incapaz de tomar el toro por los cuernos de la inevitable regeneración que reclama un partido que representa a millones de españoles.

El citado señor Acebes, más el señor Zaplana, ministro portavoz en aquellos infaustos días, más la señora presidenta de la Comunidad de Madrid dizque liberal con vistas al mar de la derecha dura, parecen haber llegado a la conclusión de que Rajoy está condenado a perder las próximas generales sin remisión, tesitura que les impele a tomar posiciones para evitar que el timón del partido caiga en manos de algún peligroso izquierdista tipo Ruiz Gallardón, o cualquier otro de su calaña. El resultado es que, seguramente a menos de un año de las próximas generales, el discurso radicalizado del ala dura del PP está más dirigido al militante que al potencial votante, de donde se colige que el PP vive inmerso en una especie de guerra civil larvada, porque lo que está en juego no es tanto la gobernación del país como el control de los resortes de poder dentro del partido. Al final de este envite algunos vislumbran la división de la derecha en dos o más partidos. ¿Acabará ZP saliéndose con la suya? Ojo al parche.

Resulta que el PSOE se ha gastado 600.000 euros –unos 100 millones de las antiguas pesetas- en la celebración de una Conferencia Política cuyo máximo logro, a juzgar por el revuelo levantado, ha consistido en calificar al Partido Popular de "extrema derecha", es decir, que la aireada conferencia del partido socialista, tres días de sesiones en el Palacio de Congresos del Ifema madrileño, ha quedado reducida a un chascarrillo en boca de Rodríguez Zapatero, una frase hecha, un eslogan de los de usar y tirar, una de esas citas más o menos afortunadas salidas de la factoría que cuida del presidente en Moncloa y que están permitiendo al político leonés enmascarar su anorexia intelectual y política gracias a esa especie de nuevo refranero radical.