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Miguel Sebastián cotiza al alza como sustituto de Solbes en caso de nuevo triunfo de ZP
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Jesús Cacho

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Miguel Sebastián cotiza al alza como sustituto de Solbes en caso de nuevo triunfo de ZP

Pedro Solbes estaba ayer de buen humor y sus buenas razones tenía. En nuestros días, la tarea principal de un ministro de Economía, y más en

Pedro Solbes estaba ayer de buen humor y sus buenas razones tenía. En nuestros días, la tarea principal de un ministro de Economía, y más en un Estado como el nuestro, víctima de una anorexia galopante por culpa del insaciable apetito de las Comunidades Autónomas, es elaborar los Presupuestos Generales para el año próximo, presentarlos en el Parlamento de la nación y echarse a dormir. Sólo con buen humor, excelentes dosis de buen humor, el hombre que como ministro del ramo dejó en 1996 las cuentas públicas con un déficit del 6,4% del PIB, guarismo que hacía inalcanzables los objetivos de Maastricht, puede decir que “la despensa estaba vacía” en 2004, cuando el Gobierno Zapatero se hizo cargo de la gobernación del país.

Todo hace indicar que don Pedro estaba ayer presentando sus últimos PGE, y que a partir de ahora y hasta el final de la legislatura podrá dedicarse a pasear tranquilamente por el monte de Pozuelo. Y el séptimo, descansó. El mundo económico, ese difuso magma que engloba a los dueños del gran dinero, cuya suspicacia acalló su nombramiento en la primavera de 2004, da por descontado que no repetirá como ministro de Economía en caso de que José Luis Rodríguez Zapatero revalide su presidencia en las generales de marzo de 2008. Entre otras cosas porque han sido muchas las afrentas, demasiados los agravios, excesivas las ruedas de molino con las que ha tenido que comulgar como para pensar, incluso en un hombre de tan probadas tragaderas, en seguir cuatro años más atado a ese potro de tortura que para él ha sido dirigir la Economía española con un tipo tan poco solvente a los mandos como Rodríguez Zapatero.

Y aquí llega el miedo, aparecen los nervios, bullen las preguntas capciosas: Y entonces... ¿Quién? El mundo empresarial se vuelve entonces esperanzado hacia Bruselas, do mora el actual comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la UE, un tipo serio que se sabe la asignatura y que podría ser el perfecto sustituto de Solbes en caso, repito, de nueva victoria electoral socialista. Pero Zapatero no simpatiza en absoluto con Almunia. Literalmente no le traga. Y además sabe que el bilbaíno jamás sería la casa de tócame Roque en que se ha convertido el a menudo patético, triste Solbes, tan acostumbrado a pronunciar frases sensatas como a endosar las insensatas decisiones que le venían impuestas desde arriba.

Tampoco puede serlo Miguel Ángel Fernández Ordóñez, otro hombre que conoce de sobra el paño que se guarda en el arca macroeconómica, porque ya está colocado en el Banco de España y le quedan nada menos que cinco años de mandato. Y para de contar, que en la nómina socialista no abundan las personalidades con capacidad para ocupar un puesto de tanta importancia, incluso en un Estado tan anoréxico como el español. Algunos apuntan a David Vegara como eventual aspirante al cargo, pero el actual secretario de Estado de Economía, un hombre joven y prometedor al que, sin embargo, faltan varios hervores, no ofrece ninguna confianza al mercado como potencial valladar que oponer a los heterodoxos caprichos del populista Zapatero en materia económica y de la otra.

Y entonces aparece el pánico, porque todos los dedos apuntan al hombre, todos los gestos se vuelven incrédulos hacia el personaje que en estos años ha dilapidado su crédito de economista responsable en aventuras tan variopintas como el intento de asalto al BBVA o la lucha por la alcaldía de Madrid. Me refiero, naturalmente, a Miguel Sebastián, el hombre que, según las informaciones más solventes, sigue haciendo todos los papeles, todos los resúmenes, todas las predicciones –cuarto y mitad, que tampoco es cosa de pasarse de rosca- que en materia económica necesita el señor Presidente. De una fuente totalmente solvente: “Nadie se lo explica, pero Zapatero está totalmente entregado a Sebastián, hasta el punto de que si Miguel quiere, será el próximo ministro de Economía. Como hay Dios”. Así están las cosas a seis meses de las generales. Hagan sus apuestas.

Pedro Solbes estaba ayer de buen humor y sus buenas razones tenía. En nuestros días, la tarea principal de un ministro de Economía, y más en un Estado como el nuestro, víctima de una anorexia galopante por culpa del insaciable apetito de las Comunidades Autónomas, es elaborar los Presupuestos Generales para el año próximo, presentarlos en el Parlamento de la nación y echarse a dormir. Sólo con buen humor, excelentes dosis de buen humor, el hombre que como ministro del ramo dejó en 1996 las cuentas públicas con un déficit del 6,4% del PIB, guarismo que hacía inalcanzables los objetivos de Maastricht, puede decir que “la despensa estaba vacía” en 2004, cuando el Gobierno Zapatero se hizo cargo de la gobernación del país.

Pedro Solbes Miguel Sebastián