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El Rey, el gorila rojo y el gran hermano iberoamericano
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Jesús Cacho

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El Rey, el gorila rojo y el gran hermano iberoamericano

Jamás una Cumbre Iberoamericana, un invento que la inmensa mayoría de los ciudadanos no sabe, ni falta que le hace, para qué sirve ni quién corre

Jamás una Cumbre Iberoamericana, un invento que la inmensa mayoría de los ciudadanos no sabe, ni falta que le hace, para qué sirve ni quién corre con la cuenta, aunque lo sospechamos, había tenido tanta resonancia en la opinión pública española. Nunca las tertulias, incluso esa tan genuina que las familias de bien siguen manteniendo a la hora del almuerzo dominical, habían alcanzado tal ardor, con tantas opiniones, tan encontradas, para todos los gustos, de modo que a estas horas serán pocos los españoles que no tengan opinión formada sobre lo ocurrido en esa especie de “gran hermano” que durante dos días ha reunido a los mandatarios de los países de ascendencia ibérica. Aquí hay tomate. Ahí va nuestra personal aportación al sainete que este fin de semana se ha representado en Santiago de Chile, con un somero dramatis personae del evento.

El gorila rojo. Cabría decir, remedando un conocido y contundente refrán castellano cuya literalidad les ahorro, que quien con gorilas pernocta, escarmentado alborea. Es lo que le ha ocurrido al Rey de España y, a un nivel muy inferior, porque el plantígrado rojo no deja de ser su amigo, uno de esos amigos sinvergonzones que todos tenemos, a nuestro presidente del Gobierno. El militar venezolano camina aceleradamente hacia la implantación de una dictadura personal al estilo de la de Castro en Cuba, ya saben, partido único y paredón o exilio al discrepante, con el aditamento de un parlamento rubber and stamp, al estilo de las Cortes franquistas y su Prensa del Movimiento. Y con el dinero del petróleo regando un paisaje de descamisados.

Lo curioso del caso es que el Espadón del Orinoco pretende convertirse en gobernante vitalicio mediante el uso espurio de las urnas -un experimento que ya probó con notable éxito un tal Hitler en Alemania-, de modo que él siempre va a poder alardear de algo que el domingo, ya de vuelta en Caracas, lanzó a la cara al Rey de España: “A mí me eligieron tres veces con el 63% de los votos”. Y la próxima vez lo elegirán con el noventa y tantos por ciento, no les quepa duda. Son las regalías de los dictadores. Un insulto a la inteligencia y a la decencia democrática. Como es fácil imaginar, pretender llegar a acuerdos, arreglos o pactos con semejante personaje desde la perspectiva de una democracia parlamentaria es de locos o de truhanes. O de imbéciles. ¿Resultado? El patético show que se vivió el sábado en Santiago.

El presidente Zapatero. Lo ocurrido en esta cumbre de chichinabo, culebrón venezolano en toda su salsa, sería materia suficiente para que cualquier líder democrático europeo -pongamos que Gordon Brown en Gran Bretaña, Nicolás Sarkozy en Francia o Angela Merkel en Alemania-, extrajera de inmediato las lecciones oportunas y actuara en consecuencia, poniendo en su lugar a un personaje de esa calaña, lo que no tiene nada que ver con declararle la guerra, claro está. De nuevo el refranero: cada uno en su casa y Dios en la de todos. Zapatero no lo hará. Lo que va a hacer es seguir dedicándole el ansia infinita de paz y afecto que emana de su visión Alicia del mundo. Chávez le cae bien. Chávez es su amigo. Chavez puede ser un hijo de puta, pero es “su” hijo de puta. Es lo que pasa cuando el presidente de un país desarrollado elige por amigos a personajes populistas cuando no descaradamente golpistas como el que nos ocupa. Que el país, el nuestro, cae en el descrédito, en la befa y mofa ajena, y pierde cualquier capacidad de influencia en la comunidad de las naciones serias y solventes. Nada nuevo bajo el sol.

Lamentable representación del presidente del Gobierno: tierna protesta, difusamente argumentada, planteada sin contundencia, como pidiendo perdón -¿a qué viene aclarar, en un ataque incontrolado de cobardía, que mantienes posiciones ideológicas distintas a las de Aznar?-, sin recursos dialécticos, maestrillo incapaz de hablar y pensar al mismo tiempo. Naturalmente que salió en defensa -a la fuerza ahorcan- del ex presidente, pero eso va de suyo. Lo absolutamente escandaloso hubiera sido lo contrario: que se hubiera callado cual muerto, tragándose sin rechistar las bufonadas del gorila.

Pobres empresas españolas en determinados países latinoamericanos. Les esperan días duros por culpa del entreguismo infantil de quien dice gobernarnos. Días muy duros en Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Argentina, etcétera, para los que sospecho no están preparadas. La Diplomacia de la Señorita Pepis de ZP no da para otra cosa que no sea alfombrar de sonrisas las cancillerías latinoamericanas. Y poner la otra mejilla. La diplomacia española está hoy en manos de un tal Moratinos, un tal León, y una tal Jiménez. Todos al mando de ese superdotado de la política que es Rodríguez Zapatero.

El Rey. Lo siento por los millones de españoles que ayer parecían encantados con la performance real, pero el incidente protagonizado por el Monarca me pareció lamentable, hasta el punto de hacerme sentir algo parecido a la vergüenza ajena. En primer lugar, por el tuteo. ¿A qué viene eso de tutear al aprendiz de dictador? Alentar ese tipo de camaradería con un tipo como Chávez no puede conducir a nada bueno. Luego pasa lo que pasa. Y pasa que del “que te calles” al famoso “que te pego, leche” hay solo un paso, una distancia que conduce directamente a la pérdida de los papeles.

El Rey de España estaba obligado a utilizar otro lenguaje y otras formas para llamar la atención del venezolano. Demasiado pobre, demasiado chusco. Lo siento de nuevo, pero el Monarca está mayor. Está mayor y se le nota. Está mayor y además lleva demasiado tiempo haciendo de su capa un sayo, y diciendo lo que le viene en gana. Da la impresión de que pasa un poco de todo, y ya no está para los matices. Con los argumentos que el inefable Moratinos le prestara en 2004 en el programa 59 Segundos, en el cual acusó al Gobierno Aznar de haber apoyado el golpe del 11 de abril de 2002, Hugo Chávez fue a buscar el choque frontal con el Rey y lo encontró, seguramente porque el episodio contribuye a aumentar su popularidad al sur del río Bravo. Y ni la diplomacia española ni el propio Rey supieron evitar el desafío. Cayeron en la trampa.

Como fin de fiesta, el abandono del teatro de operaciones por parte de don Juan Carlos cuando el nicaragüense Daniel Ortega empezó a despotricar contra las empresas españolas. ¿Dejó Su Majestad la reunión, iniciativa sin precedentes, en señal de protesta contra Ortega o contra la incapacidad de Zapatero para salir en defensa de las empresas españolas? ¿Y no deberían haber salido detrás suyo el propio Zapatero y, por supuesto, el ínclito Moratinos?

CODA. Es muy probable que con el incidente el Monarca haya ganado imagen ante el español común, que bien necesitado está de ella, pero ese es otro cantar que tiene más que ver con la España cañí que con la sociedad abierta a que aspira todo auténtico liberal. También ha ganado Zapatero gracias al incomparable, impagable –para él- Aznar. Remedando el tópico cabría decir que si Aznar no existiera, ZP tendría que inventarlo para volver a ganar las elecciones en marzo. Así que ya sabe, don Mariano, lo que tiene que hacer si quiere disponer de alguna chance. Porque el PSOE va a sacar en procesión a JMA todos los días de aquí a marzo. Y a usted se le podrá votar, incluso tapándose la nariz, pero no a nada que huela a José María Aznar. Es una cuestión de higiene democrática. De modo que como usted no sea capaz de romper radicalmente, que ya es hora, señor mío, el cordón umbilical que le une al personaje, ese santo con peana puede darle la mayoría a Zapatero. Al tiempo.

Jamás una Cumbre Iberoamericana, un invento que la inmensa mayoría de los ciudadanos no sabe, ni falta que le hace, para qué sirve ni quién corre con la cuenta, aunque lo sospechamos, había tenido tanta resonancia en la opinión pública española. Nunca las tertulias, incluso esa tan genuina que las familias de bien siguen manteniendo a la hora del almuerzo dominical, habían alcanzado tal ardor, con tantas opiniones, tan encontradas, para todos los gustos, de modo que a estas horas serán pocos los españoles que no tengan opinión formada sobre lo ocurrido en esa especie de “gran hermano” que durante dos días ha reunido a los mandatarios de los países de ascendencia ibérica. Aquí hay tomate. Ahí va nuestra personal aportación al sainete que este fin de semana se ha representado en Santiago de Chile, con un somero dramatis personae del evento.

Rey Don Juan Carlos Hugo Chávez