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Joan Tapia

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Cuatro mensajes de Sánchez a ERC

Nombrar a dos catalanes, Meritxell Batet y Manuel Cruz, presidentes del Congreso y el Senado marca el terreno de juego de la legislatura

Foto: El líder del PSC, Miquel Iceta (i), y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El líder del PSC, Miquel Iceta (i), y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

Esta semana Pedro Sánchez ha ofrecido la presidencia del Senado, que debería ser la cámara territorial de la democracia española, a Miquel Iceta, el líder del PSC. No es solo un claro gesto a Cataluña ni una reafirmación solemne de la intención de abordar el conflicto a través de la desinflamación, sino algo más. En 1989 hubo un intento de que Joan Reventós, el histórico líder del socialismo catalán en la clandestinidad que fue presidente del PSC, candidato a la Generalitat y embajador en París cuando el primer gobierno de Felipe González, fuera presidente del Senado para apoyar las aspiraciones de una Cataluña que no se sentía suficientemente representada por Jordi Pujol, que presidía la Generalitat desde hacía nueve años. Al final, se impuso la inclinación a no mover las cosas y el PSOE prefirió a Juan José Laborda que fue un correcto presidente del Senado durante dos legislaturas y dejó al Senado igual que lo encontró. En un papel muy subordinado y bastante irrelevante que permitió pensar que el Senado era un cementerio de elefantes.

La opción Iceta solo podía significar avanzar en el camino hacia que el Senado fuera una auténtica cámara territorial y de convertirlo así en una institución útil a la hora de resolver el conflicto catalán. Pero contra todos los precedentes y usos y costumbres parlamentarios —salen elegidos senadores autonómicos automáticamente los que designan sus grupos parlamentarios— ERC ha dicho no a Miquel Iceta cuando hace poco dijo sí a García Albiol, entonces presidente del PP catalán y a Lorena Roldán, diputada autonómica de Cs. Más allá de las miserias de la pequeña política y de la emocionalidad en la que están inmersos los republicanos por el juicio del Supremo y el vía crucis de Oriol Junqueras que lleva casi dos años en prisión provisional sin fianza, el veto de ERC a Iceta, lanza un mensaje unívoco: el independentismo levanta acta de que no le interesa sino que más bien le molesta que un catalán dialogante —que incluso verbalizó la posibilidad de alguna forma de indulto— presida el Senado, una institución española. Si Cataluña no debe ser España, que Iceta presida el Senado va en contra del sentido de la historia y es contraproducente porque puede alentar las esperanzas de una tercera vía.

Foto: Pedro Sánchez firma un ejemplar de su libro en Pamplona, este 15 de mayo. (EFE)

Pero Pedro Sánchez ha contestado con contundencia y con dos movimientos. ERC puede vetar a Iceta en el parlamento catalán, pero no al PSC ni al PSOE. Por eso la presidencia del Senado recaerá en Manuel Cruz, un filósofo que es senador independiente del PSC (la pasada legislatura fue diputado) y que saltó a la arena pública hace ya años como presidente de Federalistes d´Esquerras, plataforma transversal de resistencia al dominio del activismo cultural catalán por Òmniun y la ANC. Los lectores de El Confidencial lo conocen por sus interesantes artículos de reflexión. Y, segundo movimiento, la ministra Meritxell Batet, primera de la lista del PSC por Barcelona en las recientes elecciones, será la presidenta socialista del Congreso de los Diputados que relevará a Ana Pastor, la cara amable del PP.

Querer negociar con el PSOE y empezar dando una patada a Pedro Sánchez en el culo de Miquel Iceta puede ser la cuadratura del círculo

Por primera vez en más de cien años dos catalanes serán la tercera y la cuarta autoridad del Estado, porque Cataluña es España. Es cierto que Landelino Lavilla, que fue presidente del Congreso con UCD, había nacido en Lleida, pero toda su vida profesional tuvo de marco a Madrid.

La reacción de ERC ha sido reafirmar su apuesta por el diálogo y asegurar —vía Rufián— que la patada a Sánchez en el culo de Miquel Iceta no tenía nada que ver con la voluntad de diálogo de los republicanos. Curiosa manera de poner las condiciones adecuadas para un diálogo. Aunque quizás ERC sea sincera porque para ella el diálogo exige una negociación bilateral entre el gobierno español y el de la Generalitat —a ser posible con un relator (mejor internacional) de por medio— que llegue a algunos acuerdos que no tengan porque respetar las normas del Estatut y de la Constitución.

Quizás ERC es más sincera de lo que ha parecido a primera vista. Y Pedro Sánchez —aparte de la posible ventaja electoral que el choque con ERC esta le puede representar— haya emitido cuatro mensajes tan sinceros como los republicanos.

placeholder Meritxell Batet (izquierda) y Manuel Cruz (derecha), ambos del PSC. (EFE)
Meritxell Batet (izquierda) y Manuel Cruz (derecha), ambos del PSC. (EFE)

PRIMERO. ERC con quince diputados es menos relevante esta legislatura que la pasada con nueve. En una investidura nada fácil (123 diputados no son 176) ni se puede ni se debe ningunear a nadie (así ha actuado el PP en Andalucía), pero ERC no tiene ahora poder de veto. Y si ERC opta por votar en contra y el PP y Cs juntan sus votos al de los independentistas y al de Bildu, nos podríamos encontrar con un 175 a 175. Sánchez se ha visto en peores situaciones. ERC tiene ahora menos poder parlamentario porque decidió vetar los presupuestos de Sánchez. Y el presidente le sugiere que no repita el error.

La realidad es que el gran problema de Sánchez esta legislatura es cómo llegar con Pablo Iglesias, en un horizonte de tres o cuatro años, a un pacto que convenga a ambos partidos y no ponga en riesgo el papel de España en la UE en los próximos tiempos. Pero este es otro asunto sobre el que habrá que volver.

Foto: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, este 7 de mayo durante su reunión en la Moncloa. (Fernando Calvo | Moncloa)

SEGUNDO. La vía para resolver el conflicto es la desinflamación, el funcionamiento de las comisiones bilaterales entre los dos gobiernos y los posibles pactos subsecuentes, pero la alteración del marco institucional exige una reforma del Estatut y de la Constitución que solo puede hacerse siguiendo los procedimientos establecidos y en los que el Senado —con mayoría socialista por primera vez desde 1996— tiene un papel importante. Se puede reformar la Constitución, no es nada fácil porque exige un acuerdo con la derecha pero es así.

Cataluña forma parte de España y para Pedro Sánchez que dos catalanes presidan el Congreso y el Senado es una reafirmación de la realidad y de su voluntad. Si ERC de facto no lo acepta, las cosas serán más difíciles. Para el PSOE y para España, por supuesto. Pero también para la propia ERC.

Sánchez cree que todo será más fácil si el PSC tiene más votos en Cataluña y el PSOE logra más complicidades en la sociedad civil

TERCERO. La desinflamación es necesaria para un día a día mejor, el diálogo y la negociación son necesarios y convenientes, pero Pedro Sánchez cree que el largo camino hacia la acotación y resolución del conflicto será más transitable si el PSC tiene más votos e influencia en Cataluña. En las recientes legislativas ha ganado en la provincia de Barcelona, con el 23,2% de los votos le ha pisado los talones al 24,6% de ERC en la totalidad de Cataluña y en las emblemáticas municipales de Barcelona del próximo domingo la última encuesta publicada, la de 'El Mundo' de ayer, dice que tanto Maragall como Colau y Collboni, por este orden, pueden llegar en primera posición.

Sánchez apuesta a que el PSC le dispute al independentismo (hoy básicamente ERC) el estatus de primer partido catalán y el secesionismo no puede impedir esa voluntad. Y no puede seguir hablando en nombre de Cataluña porque en las elecciones catalanas nunca ha superado el 48% y en las últimas legislativas (y subiendo) se ha quedado en el 39%.

Sánchez cree que su victoria en las legislativas indica que hay mucha España que no cree que poner un cinturón de fuerza a Cataluña sea la clave

CUARTO. El problema de España en Cataluña ha sido la desafección —por causas muy diversas— de una parte creciente de la población respecto a las instituciones españolas de la que ya advirtió José Montilla antes de la famosa sentencia del Constitucional. Dar la vuelta a esa desafección exige —además de garantizar el respeto al estado de Derecho— voluntad de desinflamar, de dialogar y de negociar.

Amenazar con un 155 preventivo, indefinido o más duro no es el camino porque el núcleo central del problema no es lo que hacen los dirigentes separatistas sino lo que piensan y desean los ciudadanos. Y las mentalidades no se cambian o inflexionan con medidas punitivas sino con inteligencia y persuasión.

Sánchez cree que esta política le ha ido bien porque pese a haber sido acusado de felón y de estar vendiendo España a plazos, en las últimas elecciones ha pasado de 84 a 123 escaños y la subida proporcional en Cataluña ha sido algo menor a la del resto de España.

Foto:  Los doce líderes independentistas acusados por el proceso soberanista catalán que derivó en la celebración del 1-O. (EFE)

Por eso se atreve a poner a dos catalanes en la presidencia del Congreso y del Senado la misma semana en la que se van a celebrar unas decisivas elecciones municipales, autonómicas y europeas. Sánchez cree que la apuesta por Miquel Iceta, Meritxell Batet y Manuel Cruz le va a beneficiar en Cataluña y en el resto de España. O que, como mínimo, no le va a perjudicar. El domingo veremos si su optimismo es razonable o, como le acusan sus enemigos, aventurero y compulsivo.

Me gustaría saber que piensa Ángel Gabilondo, un candidato que no representa al PSOE de los Ibarra o los Bono, pero que quiere ser presidente de la Comunidad de Madrid.

Esta semana Pedro Sánchez ha ofrecido la presidencia del Senado, que debería ser la cámara territorial de la democracia española, a Miquel Iceta, el líder del PSC. No es solo un claro gesto a Cataluña ni una reafirmación solemne de la intención de abordar el conflicto a través de la desinflamación, sino algo más. En 1989 hubo un intento de que Joan Reventós, el histórico líder del socialismo catalán en la clandestinidad que fue presidente del PSC, candidato a la Generalitat y embajador en París cuando el primer gobierno de Felipe González, fuera presidente del Senado para apoyar las aspiraciones de una Cataluña que no se sentía suficientemente representada por Jordi Pujol, que presidía la Generalitat desde hacía nueve años. Al final, se impuso la inclinación a no mover las cosas y el PSOE prefirió a Juan José Laborda que fue un correcto presidente del Senado durante dos legislaturas y dejó al Senado igual que lo encontró. En un papel muy subordinado y bastante irrelevante que permitió pensar que el Senado era un cementerio de elefantes.

Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)