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En esta crisis, es Grecia la que da lecciones a Alemania, pero comete un error catastrófico
Aquella G de aquellos PIGS y del Grexit no está ahora entre los países más necesitados de la solidaridad ni es de los que más están sufriendo por el Covid-19
Ahora que el coronavirus ha vuelto a despertar los fantasmas de las cigarras y hormigas de la crisis económica de hace una década, en la tensa antesala de la recesión en la que el Eurogrupo revive la brecha norte y sur, es buen momento para acordarse de Grecia. Fueron los griegos quienes sufrieron la supervisión más estricta de la Troika y los recortes sociales más salvajes durante la crisis. Sin embargo, aquella G de aquellos PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) y del Grexit (término que luego copiaron los británicos del Brexit) no está ahora entre los países más necesitados de la solidaridad ni es de los que más están sufriendo por el Covid-19. Es más, es Grecia la que está ahora en condiciones de dar lecciones a buena parte de la Unión Europea.
Grecia tenía algunas características para que la propagación del coronavirus fuera letal. Además de ser, junto con España e Italia, uno de los países que tienen una población más envejecida (su porcentaje de mayores de 65 años es mayor que en España), es destino turístico habitual y comparte las mismas costumbres mediterráneas de mayor familiaridad y socialización frecuente en bares y terrazas (incluido saludarse con dos besos). También sufrió severísimos recortes en la sanidad pública en los últimos años. Sin embargo, los helenos solo han registrado hasta la fecha 81 víctimas mortales por Covid-19 (y cerca de 2.000 positivos). Es una de las tasas de mortalidad más bajas de Europa por el coronavirus en relación con la población. En Grecia hay unos 163 positivos por cada millón de habitantes, mientras que en Alemania, Países Bajos, Austria, Portugal y Francia la ratio de contagios oscila entre los 1.100 y 1.400. Solo Italia y España, que se llevan la peor parte, superan por el momento los 2.200 contagiados por cada millón de habitantes.
Una de las claves de la contención del virus en Grecia fue la rápida reacción de su Gobierno. El primer caso de Covid-19 fue detectado en Grecia el 27 de febrero en Salónica, una mujer de 38 años que acababa de regresar de Italia (seis días después del primer positivo italiano y casi un mes después que se detectaran casos en Alemania y España). El mismo día en que detectó el primer positivo, el Gobierno griego canceló las celebraciones de carnaval y revocó todas las libranzas de médicos y personal sanitario de los hospitales públicos. También las cadenas de supermercados pospusieron las libranzas.
El 10 de marzo, Grecia cerró las escuelas, tramitó una ley para facilitar la producción de desinfectantes y canceló los eventos masivos, además de los vuelos desde Italia. Hizo todo esto, y esta es la clave, antes de tener ninguna víctima mortal. Italia había sido el primer país en cerrar escuelas el 4 de marzo, pero cuando ya tenía más de un centenar de víctimas mortales (le siguieron una semana después España, con 87 fallecidos, Francia, con 61, y Alemania, con más de 150). El confinamiento de la población se decretó en Grecia cuando en el país había 13 muertos (en Italia, cuando había 463, en España, cuando había 120, y en Francia, con 148). El confinamiento griego, sin embargo, a diferencia del español y el italiano, todavía no ha restringido la mayoría de actividades económicas y la curva de contagios está pendiente de cómo de seriamente se toman los griegos el distanciamiento social durante la Semana Santa.
No todo es política. En favor del éxito griego en la prevención de los contagios de coronavirus también está la dispersión geográfica en miles de islas y una de las densidades de población más bajas de Europa. En todo el país viven 11 millones de habitantes (los mismos que en la ciudad de Wuhan). La dispersión geográfica, sin embargo, será también un desafío para facilitar atención médica en áreas remotas.
La otra catástrofe griega
El lado más oscuro del caso griego es el olvido que sufren los miles de personas que viven atestadas en los campamentos de refugiados. Grecia denuncia el olvido de la Unión Europea para solucionar la crisis migratoria, pero el Gobierno griego está siendo también muy cuestionado por la falta de medios sanitarios para solucionar una crisis humanitaria en su territorio, lo que podría provocar miles de muertes entre los demandantes de asilo. Ya hay dos campos aislados en cuarentena al norte de Atenas en los que se han detectado al menos 28 casos de coronavirus, aunque no está claro cuántos test se les han hecho ni las medidas para frenar la expansión del virus entre la población más vulnerable.
En Moria (isla de Lesbos) solo hay un grifo para cada 1.300 personas, así que ni siquiera lavarse las manos para prevenir contagios es tarea fácil
Solo en el campo de refugiados de Moria, en la isla de Lesbos, hay más de 20.000 personas viviendo (pese a solo tener capacidad para unas 6.000) y ya se han detectado seis positivos y una muerte. La dispersión de la población griega por todo el país contrasta con el hacinamiento en los campamentos de las islas. En Moria, solo hay un grifo para cada 1.300 personas, así que ni siquiera lavarse las manos para prevenir contagios es tarea fácil. Médicos sin Fronteras alerta de que puede vivirse una catástrofe, porque es inviable para la población que vive en estos campamentos mantener un distanciamiento social y un mínimo de higiene si ni siquiera hay duchas ni atención médica apropiada. La ONG está pidiendo la evacuación inmediata de la población de alto riesgo, en particular ancianos, embarazadas y personas con enfermedades crónicas, ante el inminente avance del virus. Grecia se ha limitado a poner en cuarentena los campamentos y mirar para otro lado. Y Europa, también.
Ahora que el coronavirus ha vuelto a despertar los fantasmas de las cigarras y hormigas de la crisis económica de hace una década, en la tensa antesala de la recesión en la que el Eurogrupo revive la brecha norte y sur, es buen momento para acordarse de Grecia. Fueron los griegos quienes sufrieron la supervisión más estricta de la Troika y los recortes sociales más salvajes durante la crisis. Sin embargo, aquella G de aquellos PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) y del Grexit (término que luego copiaron los británicos del Brexit) no está ahora entre los países más necesitados de la solidaridad ni es de los que más están sufriendo por el Covid-19. Es más, es Grecia la que está ahora en condiciones de dar lecciones a buena parte de la Unión Europea.