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Por qué cerrar Madrid no condena su economía
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Marta García Aller

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Por qué cerrar Madrid no condena su economía

La incertidumbre y el miedo que genera la pandemia también lastran la economía, al margen de los nuevos confinamientos decretados para ciudades de más de 100.000 habitantes

Foto: Una terraza en la plaza Mayor de Madrid. (EFE)
Una terraza en la plaza Mayor de Madrid. (EFE)
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La idea de que cerrar Madrid para frenar la pandemia arruinará la economía de la región y la del país parte de una falsa premisa. La de que no cerrarla sería necesariamente mejor, pese a que el coronavirus continúe avanzando. Según un aventurado cálculo de la patronal de empresarios de Madrid, las nuevas limitaciones impuestas por Sanidad en la capital costarán 600 millones de euros por semana. Este tipo de afirmaciones olvida, no obstante, cuánto le costaría a la región la ausencia de restricciones mientras se extiende el covid-19. Puede que fuera peor, no ya en términos sanitarios sino para el PIB.

La incertidumbre y el miedo que genera la pandemia también lastran la economía, al margen de los nuevos confinamientos decretados para ciudades de más de 100.000 habitantes. Para calcular cuánto, habría que estimar el retraimiento de los propios madrileños al consumo ante el avance del virus, que ya está fuera de control según todos los estándares comunitarios. También la paralización de inversiones de los sectores empresariales, que no van a mover un dedo hasta que no se controle el covid-19. Sin olvidar el coste del deterioro de la marca Madrid para los de fuera, españoles y extranjeros, para quienes viajar a la capital europea con más incidencia del coronavirus, ya sea por ocio o trabajo, obviamente resulta cada vez menos atractivo (con restricciones o sin ellas).

Foto: Madrid publica un justificante de movilidad para entrar y salir de las 45 zonas 'confinadas' (EFE)

No por ignorar la pandemia deja esta de desgastar una economía, como por tener un bar abierto no va necesariamente a llenarse ni por programar musicales en Gran Vía va a viajar gente desde otras comunidades a verlos mientras sea la ciudad con peores tasas de covid. Por tanto, dar por hecho que frenar restricciones equivale a evitar pérdidas es engañoso, porque olvida que a medida que el virus avanza, y en Madrid sigue avanzando, también lo hacen el miedo y la ansiedad que lastran el consumo. ¿Cuál sería el deterioro de la economía española sin restricciones a la movilidad de Madrid? Es posible que el virus avanzara más rápido no limitando la movilidad del principal foco epidemiológico que es, a su vez, su principal eje de comunicaciones.

En la búsqueda de indicadores objetivos, es extremadamente difícil estimar efectos de medio-largo plazo de las nuevas restricciones, más aún la ausencia de ellas. En primer lugar, cuesta distinguir los efectos de los confinamientos forzosos de la respuesta espontánea de la gente por miedo al covid-19 cuando sabe que el contagio va en aumento en su zona. Ya hay, sin embargo, indicios interesantes. En Estados Unidos, muchas economías locales se hundieron más en lugares donde apenas hubo restricciones, porque al temer más al coronavirus, la gente cambiaba su comportamiento por precaución sin necesidad de cierres forzosos.

Lo prueba un estudio de la Universidad de Chicago que analizó el colapso de la actividad económica estadounidense durante los confinamientos de la primavera. Analizó cuánto de ese colapso económico pudo deberse a las restricciones a la actividad comercial impuestas por los gobiernos y cuánto del frenazo se debía a la decisión individual de las personas que eligieron voluntariamente quedarse en casa para evitar la infección en zonas donde no había tales imposiciones. La conclusión de los economistas Austan Goolsbee y Chad Syverson es que el cambio de comportamiento individual por el miedo al virus en las zonas donde había más temor a la infección lastró más el consumo que en otras zonas donde hubo cierres por imposición. Compararon diferentes condados a los que se les aplicaron diferentes políticas y el resultado sugiere que las imposiciones de cierres parciales representan solo una parte modesta de los cambios masivos en el comportamiento del consumidor ante la pandemia.

Foto: El director del CCAES, Fernando Simón, durante su rueda de prensa de este jueves. (EFE)

Es interesante su hallazgo de que la reducción de la actividad comercial pudo estar más influida por el número de muertes por covid de cada condado que por las restricciones legales que hubiera. También muestra un cambio claro por parte de los consumidores de las tiendas más concurridas hacia las tiendas más pequeñas de la misma industria, aunque no hubiera restricciones al consumo. Sirva de ejemplo que al tiempo que Disney ha anunciado que despedirá a 28.000 trabajadores por la falta de visitas a sus parques temáticos durante la pandemia, los parques naturales están registrando cifras récord de visitantes ante la nueva preferencia de actividades al aire libre.

Mismo objetivo, una certeza

Algunos economistas afirman que la prioridad, tanto sanitaria como económica, debe ser controlar el virus, porque si no se prolongará más la parálisis; otros dudan de que un confinamiento tan blando como el impuesto en Madrid sea más eficaz que otro más breve y severo, y los hay que hacen hincapié en que estas restricciones podrían disparar la crisis y las tasas de pobreza. En lo que todos coinciden es en que prolongar la incertidumbre, como se está haciendo en Madrid, es el peor de los caminos. Por si este virus no contagiara suficiente dosis de incertidumbre, en la capital se suma la generada por la tensión política entre el Gobierno central y el regional.

También hay cada vez más consenso en que el mejor escenario posible para la economía es controlar la pandemia. De eso, cada vez hay más evidencias. Los países que antes tomaron medidas destinadas a parar las tasas de infección por coronavirus son los que mejor han logrado reactivar su economía y que la gente vuelva a hacer compras, viajar y trabajar. Controlar la pandemia ha sido más efectivo que equilibrar las tasas de infección más altas con menos restricciones en la actividad económica, según un estudio de McKinsey. Por cada tres meses que demoramos en controlar el virus, según sus cálculos, se retrasa el retorno del PIB a los niveles anteriores a la crisis unos seis meses más.

Según esta consultora internacional, solo cuando el coronavirus esté bajo control se reanudará el crecimiento económico. Para ello, advierten, no basta un bloqueo transitorio, sino “una respuesta de salud pública multifacética”. Solo así se logrará controlar el virus, restaurar la confianza y, por tanto, crear las condiciones para el crecimiento económico. Las restricciones serían más eficaces si lograsen transmitir algo tan valorado en los mercados (en los financieros y en los de barrio) como es la confianza, algo imposible ante la falta de consenso.

Volviendo al caso español, no se puede valorar si este nuevo confinamiento blando va a ayudar o dañar la economía sin saber también qué otras medidas sanitarias se van a tomar. La buena noticia es que imponer restricciones a la actividad económica no es necesariamente malo para el futuro del PIB si con ello logra controlarse el virus. La mala, que si no se acompañan las restricciones de una coordinación eficaz de otras medidas sanitarias, tampoco este confinamiento servirá para salir de la pandemia y, por tanto, de la crisis económica. Así que lo que verdaderamente puede condenar la economía no es un nuevo confinamiento, sino la falta de liderazgo claro en la gestión de la pandemia.

La idea de que cerrar Madrid para frenar la pandemia arruinará la economía de la región y la del país parte de una falsa premisa. La de que no cerrarla sería necesariamente mejor, pese a que el coronavirus continúe avanzando. Según un aventurado cálculo de la patronal de empresarios de Madrid, las nuevas limitaciones impuestas por Sanidad en la capital costarán 600 millones de euros por semana. Este tipo de afirmaciones olvida, no obstante, cuánto le costaría a la región la ausencia de restricciones mientras se extiende el covid-19. Puede que fuera peor, no ya en términos sanitarios sino para el PIB.

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