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El año en que nos prohibieron el futuro
No poder anticipar el futuro, incluso el más mundanal, supone un problema constante en tiempos de la pandemia del coronavirus
Durante las cuatro semanas que lleva cerrada la hostelería en Castilla y León por la incidencia de coronavirus, los vallisoletanos han descubierto un nuevo nivel de incertidumbre. El de no saber dónde van a poder hacer pis como les entren ganas estando en la calle. Según 'El Norte de Castilla', la ciudad cuenta con tres baños públicos, dos de ellos averiados. Por lo que el cierre de bares complica una necesidad a menudo inaplazable. ¿Dónde acudir? No poder anticipar el futuro, incluso el más mundanal, supone un problema constante en tiempos de pandemia. Hacer pequeños cálculos y planes es una manera de encontrar alivio, no solo fisiológico, también mental.
Una amiga psicóloga me contaba que en los últimos meses, en cuanto a la vuelta del verano empezamos a asumir que el covid-19 iba para largo, su consulta se ha ido llenando de pacientes sobrepasados por la ansiedad. Más que temer morirse, no pueden más con la angustia que les provoca que, por culpa del coronavirus, cada día sea igual al anterior. Además de quedar abolida gran parte de la vida social por el riesgo de contagio, han desaparecido las pequeñas expectativas cotidianas que ayudaban a salir de la rutina.
Muchos momentos de satisfacción tienen que ver con la anticipación de un plan imaginado. Anhelar un sábado noche ayudaba a distraernos de cualquier martes insípido mientras tendíamos la ropa o respondíamos 'e-mails'. Daba igual que luego el concierto o la cena del fin de semana no fueran para tanto, durante los días de espera cumplían su misión de llevarnos lejos del tendedero y la bandeja de entrada. Cuando apenas se puede planear nada, porque lo que no está prohibido podría volver a estarlo en cualquier momento si aumentan los contagios, vivimos atrapados en un lunes sin fin.
Anhelar un sábado noche ayudaba a distraernos de cualquier martes insípido mientras tendíamos la ropa o respondíamos 'e-mails'
Los que peor lo están pasando son los mayores de 60 años y los adolescentes. Aquellos temen que el coronavirus está arruinando sus últimos años de pasarlo bien, y estaban a punto de empezar a hacerlo. Los viajes del Imserso no solo duraban los días de playa, empezaban a disfrutarse los meses anteriores esperando a que llegaran y comentándolos al echar la partida en el bar. Pero los mayores ya ni siquiera saben si es prudente quedar a jugar al mus. Y a los más jóvenes, condenados como siempre por sus hormonas a vivir en el presente, les ha tocado un tiempo más de mierda que de costumbre. Si hasta les hemos ilegalizado la noche por decreto. Cómo no va a angustiarles retrasar su primera vez de tantas cosas.
Nunca vivir el presente estuvo tan sobrevalorado. 'Carpe diem' ha pasado a ser una broma de mal gusto durante la pandemia. ¿Disfruta del momento? ¿Aprovecha el día? Eso, Horacio, mejor lo dejamos para después del coronavirus. El presente no solo se ha convertido por su culpa en sinónimo de peligro, encima nos impide hacer planes para escapar de él aunque sea mentalmente. Se confirma así que el futuro era un lugar mucho más importante de lo que imaginábamos. Al fin y al cabo, es la suma de los pequeños planes que vamos haciendo para más adelante.
Así que de entre todo por lo que 2020 puede pasar a la historia, además de por la pandemia, claro, habrá que añadir todo aquello que no pasó. Los vuelos cancelados, las copas no brindadas y las bodas no celebradas. El año sin Juegos Olímpicos, ni Sanfermines ni Fallas. Acaba el año en que se prohibieron las discotecas y todo lo que nos imaginamos que podía pasar en ellas. Ha habido que aplazar escapadas a casas rurales y hasta los funerales.
Acaba el año en que se prohibieron las discotecas y todo lo que imaginamos que podía pasar en ellas
Poner el futuro en 'stand by' perpetuo puede provocar mucha ansiedad y hay estudios que relacionan la intolerancia a la incertidumbre con la depresión. Por eso es importante seguir haciendo planes, aunque aparentemente puedan resultar inútiles. Según un estudio de la profesora de psicología Shevaun Neupert, de la Universidad de Carolina del Norte, sobrellevar el estrés diario es más fácil si se tiene capacidad de planificar el futuro, por difícil que lo ponga la pandemia. De ahí que recomiende programar pequeños acontecimientos en el calendario, aunque sea un corte de pelo, una cena especial o un paseo por el parque. Esto puede ayudar a sentirnos mejor ante tanta epidemia de incertidumbre.
Al fin y al cabo, además de alterar por completo el modo en que vivimos, el coronavirus ha cambiado la manera en que calculamos el tiempo. Ha abierto un agujero que parece aplazar el futuro hasta después de las vacunas. En vez de la tradicional lista de propósitos de año nuevo, para 2021 siempre se puede planear lo que planificaremos en cuanto el futuro se vuelva un poco más predecible. Y algún que otro baño público más para Valladolid.
Durante las cuatro semanas que lleva cerrada la hostelería en Castilla y León por la incidencia de coronavirus, los vallisoletanos han descubierto un nuevo nivel de incertidumbre. El de no saber dónde van a poder hacer pis como les entren ganas estando en la calle. Según 'El Norte de Castilla', la ciudad cuenta con tres baños públicos, dos de ellos averiados. Por lo que el cierre de bares complica una necesidad a menudo inaplazable. ¿Dónde acudir? No poder anticipar el futuro, incluso el más mundanal, supone un problema constante en tiempos de pandemia. Hacer pequeños cálculos y planes es una manera de encontrar alivio, no solo fisiológico, también mental.