Es noticia
Personajes y tuneladoras
  1. España
  2. Desde San Quirico
Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

Por

Personajes y tuneladoras

No sé si a vosotros os habrá pasado, encontraros con una persona superior a vosotros en categoría y en talento y pensar: “Cuando sea mayor, yo

No sé si a vosotros os habrá pasado, encontraros con una persona superior a vosotros en categoría y en talento y pensar: “Cuando sea mayor, yo podré ser como él”. Y otras veces, pensar: “Nunca le alcanzaré”.

 

A mí me pasaba esto último con Antonio. Era un hombre de un nivel extraordinario, en el terreno humano, científico y directivo. Un hombre de los que veía a más largo plazo que los demás y que siempre te sorprendía con sus enfoques, con sus ganas de trabajar, con su cariño exigente. Pero, en esos terrenos, yo pensaba que algún día llegaría a su altura, más o menos.

 

Pero había una faceta en la que Antonio me desbordaba: en lo que sabía de fútbol.

He de aclarar que el “desborde” era enorme, porque él sabía mucho y yo no sabía nada. (Sigo sin saber.) Veíamos un partido por televisión y, a los 10 minutos, decía que con doble pivote no podíamos hacer nada. (Cuando digo “podíamos”, me refiero al Zaragoza, que era nuestro equipo.) Yo era incapaz de ver el pivote sencillo y, por tanto, el doble me caía muy lejos. Luego, Antonio añadía que si no dejábamos más espacio entre líneas no había forma de avanzar y yo caía en barrena y me dedicaba a ver lo que yo veía: 22 señores que iban de aquí para allá y que intentaban meter gol.

A todo esto, cuando jugaba el Barcelona, mi mujer lo estropeaba asegurando que Julio Salinas era un mago del balón, porque metía muchos goles. Antonio, que era muy educado, se callaba, pero yo sabía cómo se estaba aguantando para no decir cuatro verdades a mi mujer.

Me he acordado de estas cosas al enterarme del famoso fichaje de ese chico portugués por el Madrid. Hace seis meses, yo no sabía que existía otro Ronaldo, además del genuino, y tengo que confesaros que, durante mucho tiempo, pensé que Ronaldinho era una manera cariñosa de nombrar al Ronaldo de siempre.

Dicen que este chico juega muy bien. Más le vale, porque se ha organizado un buen lío con la cantidad de millones por los que el Madrid lo ha comprado al Manchester United.

Últimamente, me han hecho tres entrevistas en tres medios preguntándome qué opinaba de este fichaje. Supongo que Antonio, en el Cielo, ha pedido ayuda a los ángeles pidiéndoles, por favor, que hicieran callar a ese ignorante (o sea, a mí.)

Pues los ángeles no han llegado y el ignorante ha hablado. Pero el ignorante tiene la ventaja de que un muy buen amigo suyo trabaja en una empresa de bienes de equipo.

Le llamé y le pregunté qué es lo que se puede comprar por 100 millones en una empresa como la suya. (Ya sé que este chico ha costado sólo 94, pero redondeé. Al fin y al cabo, 1.000 millones de pesetas más o menos, no van a ningún sitio.)

Mi amigo me dijo que con esa cantidad se podrían comprar tres tuneladoras y que aún sobraría un poco para una turbina pequeña.

Y vi claro que el Presidente del Madrid ha comprado eso, tres tuneladoras y una turbinita. Lo que pasa es que las tres tuneladoras y la turbinita están en forma de chico majo que conoce a Paris Hilton. Pero, al fin y al cabo, tres tuneladoras y una turbinita.

Y a esas máquinas hay que sacarles partido. Lo que pasa es que a una tuneladora le sacas partido cuando tunela y a una turbinita cuando produce electricidad, aunque sea poca. Y algún ingenuo podría pensar que si esta máquina se llama “jugador de fútbol” se le debería sacar partido jugando al fútbol.

¡Craso error!”. Esta tuneladora hace otras cosas

1.Vende  camisetas.

2.Sirve de modelo.

3.Hace spots publicitarios (cosa que, dada mi experiencia, tampoco es para tanto).

4.Hace que las cadenas de televisión paguen mucho por los partidos en los que él juegue.

5.Es una pieza importante en las giras que haga su equipo por el mundo.

Sí, ya sé lo que me diréis: ¿Y si mete un gol?

¡Eso ya sería el summum! Si además la tuneladora tunelase, aunque sólo fuera una vez, habría infartos abundantes entre los socios del Club.

O sea, que el comprador ha comprado unas máquinas que hacen cosas y que amortizará pronto, en cosas que no tienen nada que ver con lo que oficialmente parece.

Sin embargo, hay problemas:

1.El pobre entrenador ya debe estar pensando en qué ocurrirá si un leñador de un equipo de esos que todos tenemos en la punta de la lengua se dedica al leñaje y estropea la tuneladora por 6 meses.

2.También debe pensar qué pasará si la tuneladora choca con otras tuneladoras más pequeñas, pero también potentes (porque hay más, compradas casi en la misma tacada.) Imaginaos que una de ellas dice que no le gusta jugar escorada a la izquierda y que prefiere escorarse a la derecha. Y que resulta que la otra tuneladora también quiere irse a la derecha. Y entonces, el pobre entrenador pensará que como no ponga a la derecha una turbinita de la cantera, a ese lado no va nadie.

Sí, sí, ya sé que esos no son los únicos problemas y que llamar tuneladora a un señor, que tiene cuerpo y alma, es un insulto. Es un insulto aunque él no lo considere así y aunque presuma de ser una monada de máquina.

Valentino Rossi, que, a juzgar por lo que corre cuando va en moto, debe estar un poco chalao, ha dicho en La Vanguardia que quiere ser mejor persona.

Y ser tuneladora y persona a la vez debe ser difícil, porque Dios hizo a las personas, personas y el hombre hizo a las tuneladoras, tuneladoras.

No sé si a vosotros os habrá pasado, encontraros con una persona superior a vosotros en categoría y en talento y pensar: “Cuando sea mayor, yo podré ser como él”. Y otras veces, pensar: “Nunca le alcanzaré”.