Es noticia
Vuelvo a los orígenes
  1. España
  2. Desde San Quirico
Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

Por

Vuelvo a los orígenes

Cuando leo sobre algún tema tengo sensación de déjà vu, como si ya lo hubiese leído centenares de veces. Ahora, cuando miro a mi alrededor, veo la política y la sociedad e intento clarificarlas

Foto: (Flickr: bachmont)
(Flickr: bachmont)

Me pasa desde hace un cierto tiempo. Cuando veo un problema, cuando leo cosas que suceden, tengo una sensación de déjà vu, que, según Wikipedia, es"un tipo de paramnesia de reconocimiento (en contraposición a las paramnesias del recuerdo) caracterizada por la experiencia de sentir que se ha sido testigo o se ha experimentado previamente una situación nueva".

Como no entiendo bien lo de la paramnesia, me quedo con lo de que todo lo que veo, todo lo que oigo, todo lo que leo, ya lo he visto, ya lo he oído y ya lo he leído. Centenares de veces.

Esto es malo, porque, si me descuido, pierdo la ilusión. Y como en el artículo de la semana pasada decía que a la austeridad + el crecimiento había que añadir otro sumando, soñar, resulta que sin ilusión no sueño y alguien me puede decir eso de "sí, sí, mucho decir que hay que soñar, pero tú, de ilusión, nada".

Estaba en el déjà vu y me he ido, como de costumbre. Vuelvo.

Cuando empezamos el máster en el IESE, a mí me encargaron una asignatura –un curso, lo llamábamos– que se llamaba "Entorno político, social y económico". Como siempre, hice lo que pude. No creo que fuera el profesor más brillante que pasó por allí, pero, ayudado por las muchas horas de trabajo y porque los que iban a mis clases eran buena gente, me defendí.

Veo unas diferencias sociales que son inadmisibles en un mundo superavanzado en algunas cosas y supermegahiperatrasadísimo en otras

Han pasado unos cuantos años, como 51. O sea, lo que normalmente llamaríamos una barbaridad. Hablando el otro día con un amigo, en una entrevista que pronto verá bastante gente, me dijo: "O sea, que has vuelto a los orígenes". Al principio no le entendí, pero luego me di cuenta de que cuando leo mis dos periódicos diarios, empiezo por lo económico, sigo por lo político y acabo en lo social, que es todo aquello que pasa en la sociedad y que está impregnado de lo político y de lo económico. Impregnación que llega al límite en este año de elecciones sí, elecciones también.

(Aclaración. Como, por aquello de la patria chica, estoy suscrito al Heraldo de Aragón, entre mi mujer y yo nos repartimos el trabajo: ella mira las esquelas y yo profundizo en las aventuras y desventuras del Real Zaragoza Club de Fútbol.)

Miro a mi alrededor y veo cosas y las califico.

1. Política.

-Nuestros chicos hablan, hablan, hablan. Hoy se odian y mañana "se están amigos".

-Mientras tanto, Merkel mira y calla.

-Y piensa: seguid, seguid, pero vigilad el déficit; vigilad la deuda; vigilad el número de personas sin empleo.

2. Sigo con la política.

Leo que hay que hacer "reformas estructurales".

Tengo unos amigos que se han ido de su piso durante un par de meses, mientras en la casa hacen reformas estructurales, o sea, de la estructura, porque había aluminosis.

Pues esto es lo que pienso yo de la estructura de mi querida Patria, o sea, el trozo de Península Ibérica que no es Portugal más esa preciosidad de islas que son las Baleares y las Canarias más esas ciudades tan majas que son Ceuta y Melilla.

El entorno es muy importante. Porque es muy bueno enterarse de lo que pasa a nuestro alrededor. Porque es necesario tener criterio para juzgar

Hubo un momento en mi querida Patria –cuando algo me entusiasma, lo repito– en que se hizo una reforma estructural. Estuvieron todos de acuerdo –yo me olvido, tú te olvidas–, firmaron unos pactos y salió el Estado de las autonomías, en un ejercicio brillante de dribbling y café para todos, dirigido por Adolfo Suárez y –no nos olvidemos– por el rey Juan Carlos. A ese ejercicio brillante se le llamó la Transición, de la que ahora hay que hablar mal, porque a toro pasado, todos somos Enrique Ponce.

Han pasado muchos años. 17 autonomías y dos ciudades autónomas han hecho muchas cosas, buenas y menos buenas. Entre ellas, la creación de muchos puestos de trabajo, de los que no puedo garantizar que todos todos sean puestos de trabajo y no sean puestos de cobrar un sueldo, lo que explicaría el amor que tienen algunos al sillón o sillita que ocupan.

Yo creo que sobran muchas cosas, pero supongo que debe ser difícil pasar de 17 autonomías a 16 o, puestos a racionalizar, o sea, a emplear la cabeza, a bastantes menos. Pero no es un trabajo a despreciar. Como gracieta que he repetido muchas veces, no me importaría nada que Aragón absorbiera a Cataluña por aquello del antiguo Reino de Aragón. Pero no lo toméis en serio. Es una simple gracieta.

Por supuesto, hay que meterse a fondo en qué es lo que necesita una autonomía para funcionar, traducirlo a euros, comparar con lo que hay ahora, traducirlo a euros, hacer la resta, sumar lo que salga para las 17 autonomías y decirle a Merkel que, con otra organización, nos ahorraríamos X millones de euros, siendo X una cantidad considerable y, si me apuráis un poco, considerabilísima.

Mi amigo Federico, que falleció hace años y al que yo quería mucho, planteaba de vez en cuando temas complicados y cuando todos esperábamos que diera la solución, miraba al auditorio –su mujer, y cuatro matrimonios– y decía: "Ahí lo dejo, para el debate". Y cambiaba de conversación.

Pues ahí lo dejo y cambio.

3. Sociedad

Veo una situación de injusticia muy grave

-a nivel pequeño

-a nivel grande

-a nivel grandísimo

Muy grave, con unas diferencias sociales inadmisibles en un mundo superavanzado en unas cosas y supermegahiperatrasadísimo en otras. Cuando digo lo de supermega, etc. no me estoy refiriendo a países como Burkina Faso, donde mis amigos María y Juan Carlos se están dejando la piel. Me refiero a lugares muy cercanos, a 10 minutos de mi casa, donde, casualmente, también hay amigos míos dejándose la piel.

(Por eso presumo de mis amigos, porque tengo muchos de los que, con complejo de superioridad, digo: "Ese es amigo mío".)

Yo creo que sobran muchas cosas, pero supongo que debe ser difícil pasar de 17 autonomías a 16 o, puestos a racionalizar, a bastantes menos

4. Sigo con la sociedad.

La veo blanda, blandita, pensando en sus derechos (tengo derecho a trabajar aquí, estudio carrera + máster + doctorado para conseguir trabajo y –quizá– para retrasar mi enfrentamiento con la vida, que me han dicho que es muy dura).

5. Sigo con "mis derechos".

Quiero que se mantenga el Estado de mi bienestar, que es el que me preocupa, porque tengo derecho a que, gratis, me lleven al colegio, me paguen la carrera, me lleven a Harvard con un plan Erasmus, me cuiden cuando coja un catarro allí, que usted no sabe el frío que hace en Boston. Al volver a mi comunidad autónoma me casaré, para tener algún hijo exigiré que vuelva el cheque bebé de la época en que José Luis vivía en la Moncloa, luego exigiré que me cuiden cuando me ponga enfermo y después, que me entierren, con cargo a los Presupuestos Generales del Estado, con lo que habré conseguido chupar de dichos Presupuestos "from cradle to grave", como decimos los que sabemos inglés. Lo de la boda no está incluido, pero ya procuraré casarme con una chica rica o con un chico rico, que también me lo merezco.

6. Política-economía-sociedad.

No nos acabamos de creer lo de Europa, porque San Quirico tira mucho, porque en S. Quirico domino la situación –la mía– y porque cuando pasa algo, voy al alcalde y se lo digo. Y con Angela Merkel no consigo hablar y si, milagrosamente, lo consiguiera, me diría, en alemán y con su sonrisa habitual: "Déficit, deuda y personas sin empleo".

Por hoy ya os he calentado la cabeza suficientemente. La culpa de este artículo es de ese amigo que me dijo que he vuelto a los orígenes.

Esta semana, he intervenido en dos eventos. En uno hablé de la necesidad de reinventarse y en otro, de innovación. La gente aplaudió. Tengo que decir que he tenido dos compañeros de lujo: en el primer evento, Mario Alonso Puig, un cirujano reconvertido en estudioso del impacto de las emociones en nuestra salud y en nuestro comportamiento. En el segundo, Ana Milán, actriz, con la que cualquier intervención resulta exitosa para el que le acompaña.

Hace 51 años no conocía a Mario ni a Ana. Por eso no fui un profesor brillante. Si hubiera tenido su ayuda, ahora tendría una cátedra a mi nombre.

Pero nunca es tarde. Porque el entorno es muy importante. Porque es muy bueno enterarse de lo que pasa a nuestro alrededor. Porque es necesario tener criterio para juzgar lo que pasa, por qué pasa y cómo me afecta a mí, a mi familia, a mi patria chica y a mi Patria grande.

Criterio que puede ser más difícil de conseguir en un año de bombardeo inmisericorde de noticias, declaraciones, aparición de personajes pintorescos que son venerados por las tonterías que dicen o por su comportamiento chulesco...

Criterio, por favor. Que lo del entorno es importante, pero mucho más importante es que yo, tú, él, mantengamos la cabeza por encima de la inundación y sepamos separar el trigo de la paja.

Y si, en algún caso, descubrimos que todo es paja, eso que hemos ganado.

Me pasa desde hace un cierto tiempo. Cuando veo un problema, cuando leo cosas que suceden, tengo una sensación de déjà vu, que, según Wikipedia, es"un tipo de paramnesia de reconocimiento (en contraposición a las paramnesias del recuerdo) caracterizada por la experiencia de sentir que se ha sido testigo o se ha experimentado previamente una situación nueva".

Política Estado del bienestar