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Consejos para sobrevivir a la ola de calor que no leerá usted en los medios
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Carlos Prieto

Diario de la pandemia

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Consejos para sobrevivir a la ola de calor que no leerá usted en los medios

Lo peor de la ola de calor no es la ola de calor... sino la de frío

Foto: Tomando el sol en el Retiro. (EFE/Chema Moya)
Tomando el sol en el Retiro. (EFE/Chema Moya)

¿Está usted ahora mismo haciendo una cola mientras el sol le achicharra el cerebro?

¿Está atrapado en un atasco en la M-30, se le acaba de jorobar el aire del coche y se siente en las calderas del infierno?

¿Va usted a coger una escopeta en cualquier momento y protagonizar un 'remake' celtibérico de 'Un día de furia'?

No se preocupe: podría ser peor...

En mi yoga no hay piedad

Si usted cree que estar a 40,6 grados es lo peor que le ha pasado en la vida, sepa que esa es exactamente la temperatura a la que se practica el Bikram Yoga.

Es decir, ahora que va usted arrastrando los pies por la calle con respiración entrecortada, cabeza en ignición y mirada de las mil yardas, piense en si tuviera que hacer la posición de la cobra ('Bhujangasana'), la torsión de la espina dorsal ('Ardha-Matsyendrasana'), la posición de la langosta ('Salabhasana') o la respiración de fuego ('Kapalbhati in Vajrasana').

¿No ve como no está usted tan mal?

La anarquía

Como bien saben todos los veteranos de la guerra de tener hijos, hay una ley de hierro sobre las estaciones y el vestuario infantil: en invierno, los niños querrán ir al colegio en 'minishorts' y camisetas de tirantes y, en verano, cubrirse con forros polares y mantas zamoranas. Es su cultura (la del caos, la anarquía y el volver loco a sus padres) y hay que respetarla.

La situación suele ser la siguiente: son las 8:30 de la mañana de la ola de calor del 15 de junio, quedan 30 segundos para salir de casa teniendo alguna posibilidad de que la puerta del colegio siga abierta, y la niña está vestida de Amundsen en el Polo Norte.

Entonces, se produce una turbia (y humillante) negociación en la que los padres, a cambio de que la niña se vista de verano, le ofrecen un peluche gigante de Peppa Pig, 300 euros en metálico y la anexión de los Sudetes…

Por supuesto, la historia tiene final feliz, pues los niños siempre acaban llegando al cole de una manera u otra (quizá sin peinar, sin merienda y sin zapatos, pero llegar llegan, se lo digo yo). Dios aprieta, pero no ahoga.

placeholder Córdoba, bajo el volcán. (EFE)
Córdoba, bajo el volcán. (EFE)

El enemigo invisible

Lo peor del calor horrible no es el calor horrible… es el frío. No, no estoy perdiendo la cabeza por el calor (cu, cu), lo digo en serio.

Uno de los efectos perversos del acaloramiento es la tendencia a subir a lo loco los aires acondicionados. La vida se convierte en una jungla polar letal para los que nos sienta mal el exceso de refrigeración (el cambio climático ya tal).

La temperatura en su oficina ronda los 42 bajo cero

Primer peligro: atravesar la zona de congelados de un supermercado. La única forma de no morir convertido en estatua de hielo es correr como un demente hacia la panadería (con el riesgo de ser perseguido por los seguratas del súper por comportamiento errático).

Segundo peligro: la oficina. Cuando llega usted al trabajo, sus compañeros ya han subido todos los aires acondicionados de manera drástica. La temperatura del edificio rondará aproximadamente los 42 grados bajo cero. A usted le dará un ataque de nervios y empezará a apagar todos los aires acondicionados con cara de demente. Tendrá suerte si no acaba en un pilón con alquitrán y plumas...

Ante la posibilidad de que no logre usted sabotear el sistema de aire acondicionado de su empresa, le recomiendo llevar en la mochila ropa de ir a esquiar a Baden-Baden para poder ejecutar con normalidad su jornada laboral.

El 'spa' urbano

La vida en una ola de calor, en definitiva, se parece bastante a ir a un 'spa'. En efecto, suena paradójico, pero es exactamente así.

Uno de esos 'spas' en los que te sumerges en una piscina ardiente, sales; te sumerges en una piscina congelada, sales; te sumerges en una piscina ardiente, sales; te sumerges en una piscina congelada… Y, cuando te quieres dar cuenta, estás aturdido, con la tensión por los suelos y la sensación de haberte fumado cinco porros de marihuana sin ser tú nada de eso...

¿No ven como no es todo tan terrible?

¿Está usted ahora mismo haciendo una cola mientras el sol le achicharra el cerebro?

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