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Todo un récord: Zapatero veranea más que Bush
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Matías Vallés

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Todo un récord: Zapatero veranea más que Bush

El segundo encuentro en Mallorca del Rey con los presidentes de Gobierno de turno enmarca tradicionalmente el fin de las vacaciones políticas. Salvo en el caso

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Todo un récord: Zapatero veranea más que Bush

El segundo encuentro en Mallorca del Rey con los presidentes de Gobierno de turno enmarca tradicionalmente el fin de las vacaciones políticas. Salvo en el caso de Zapatero, para el que Marivent sólo es una escala entre sus veraneos atlántico y cantábrico. Es decir, la cita corresponde al ecuador de su descanso. El adelantamiento conviene a ambos, porque disimula la duración real de su asueto estival. El líder socialista bate marcas en ese sentido. Este año ha desbordado ampliamente a Bush, que sólo ha descansado durante dos semanas. El presidente estadounidense se muestra precavido después del precio que tuvo que pagar en 2005 –de campo y playa en su rancho tejano durante casi un mes y medio, mientras el 'Katrina' arrasaba Nueva Orleans– o en 2001, cuando regresó de su retiro para toparse con Al Qaeda.

Mientras Zapatero prosigue en Asturias su reencuentro con la naturaleza menguante en esta España del ladrillo, Sarkozy se reincorporó el pasado lunes a sus funciones –con o sin Cecilia, tal vez las vacaciones de corta duración sean un factor de inestabilidad conyugal– y ya ha montado una zapatiesta europea con su intención de castrar químicamente a los pederastas. En Mallorca, el presidente se desmarcó de esa medida radical, y se limitó a dar vivas de ordenanza a su ministra Magdalena Alvarez.

Abandonó la isla rumbo a batir del récord de Bush, que se ha pasado 430 días de su presidencia en su rancho privado. De este modo, se halla en puertas de romper las 436 jornadas de que disfrutó Ronald Reagan en su rancho californiano. Por lo tanto, la expresión "inquilino de la Casa Blanca" tiene un tono decididamente hiperbólico, dado que esos dos meses anuales de vida ranchera, a los que se deben sumar los largos fines de semana en Camp David, convierten la presidencia de Estados Unidos en una ocupación ocasional, prácticamente un 'hobby'.

No hay ninguna ecuación que demuestre que los países funcionen peor cuando sus mandatarios están de vacaciones. Por ejemplo, el presidente estadounidense más laborioso fue James Carter, que apenas descansaba tres semanas al año y que fue desalojado tras un único y catastrófico cuatrienio. Para camuflar sus inextinguibles vacaciones, Bush hace uso de una treta que también utiliza Juan Carlos de Borbón en Mallorca. Al igual que la Casa del Rey anuncia que el Jefe del Estado ha trasladado su despacho a Marivent, también los responsables de comunicación de la Casa Blanca definen los interminables periodos de asueto del presidente estadounidense con el eufemismo "vacaciones laborables". Tal vez fue uno de los consejos que intercambiaron en la visita del monarca al rancho de Crawford, donde su interlocutor intentó desacreditar a Zapatero sin fortuna, porque el Jefe de Estado español salió en defensa de su primer ministro.

El International Herald Tribune reprochaba el pasado fin de semana a Zapatero su pereza viajera, con una acusación más que insinuada de provincianismo. Sin embargo, este verano ha viajado dos veces a Mallorca –sin pernoctar, le tiene fobia a dormir lejos de casa– y ha recorrido más territorio que a lo largo del resto del año. Pese a las críticas cíclicas de los líderes políticos a la labor inquisitorial de la prensa española con sus vacaciones, el colectivo periodístico se muestra más condescendiente que sus colegas estadounidenses. Los americanos acampan literalmente a las puertas del rancho de Crawford, y reciben a diario un parte de las actividades de su jefe de Estado. ¿Cundirá el ejemplo?

El segundo encuentro en Mallorca del Rey con los presidentes de Gobierno de turno enmarca tradicionalmente el fin de las vacaciones políticas. Salvo en el caso de Zapatero, para el que Marivent sólo es una escala entre sus veraneos atlántico y cantábrico. Es decir, la cita corresponde al ecuador de su descanso. El adelantamiento conviene a ambos, porque disimula la duración real de su asueto estival. El líder socialista bate marcas en ese sentido. Este año ha desbordado ampliamente a Bush, que sólo ha descansado durante dos semanas. El presidente estadounidense se muestra precavido después del precio que tuvo que pagar en 2005 –de campo y playa en su rancho tejano durante casi un mes y medio, mientras el 'Katrina' arrasaba Nueva Orleans– o en 2001, cuando regresó de su retiro para toparse con Al Qaeda.