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El general mallorquín que trae en jaque a Bush y Rumsfeld
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Matías Vallés

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El general mallorquín que trae en jaque a Bush y Rumsfeld

Mientras este agosto frivolizaba con el tiempo, el general James L. Jones, que fuera comandante supremo de la OTAN, le expresaba al New York Times su

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El general mallorquín que trae en jaque a Bush y Rumsfeld

Mientras este agosto frivolizaba con el tiempo, el general James L. Jones, que fuera comandante supremo de la OTAN, le expresaba al New York Times su preocupación por la situación –a calificar de guerra abierta– en Afganistán. "Iraq provocó que Estados Unidos se despistara en Afganistán. Si se fracasa, las consecuencias serán tan graves allí como en Iraq. Simbólicamente, el territorio afgano es un epicentro del terrorismo más importante que Iraq. Si no triunfamos allí, estamos enviando una señal clara a las organizaciones terroristas de que Estados Unidos, la ONU y los 37 países con tropas sobre el terreno pueden ser derrotadas". Como se ve, todo un testarazo a Bush por la escuadra.

No se preocupe, no se ha equivocado usted de sección, esto es sólo una crónica de verano, pero resulta que el único general de marines de cuatro estrellas, James L. Jones, es un mallorquín emocional y vocacional. Empezó por enamorarse de una mallorquina –hija de un notable abogado local–, y muy pronto convirtió sus viajes a la isla en una obsesión que prodigaba. Cuando era comandante supremo de las fuerzas de la OTAN en Europa, se escapaba a la mínima oportunidad de Bruselas para volar a la isla. El Gobierno de Zapatero llegó a sentirse abrumado, ante la avidez del militar por organizar actos oficiales en España. Y todo ello, con el sólo objetivo de acercarse a su amor.

Hace un año, Jones le generó algún problema de protocolo al mallorquín Joan Mesquida, por entonces director únicamente de la Guardia Civil. El general deseaba que una lancha del cuerpo armado le escoltara durante un paseo costero, alegando motivos de seguridad. La propuesta fue denegada, pero es otra referencia de la importancia que Mallorca ha alcanzado en la vida del alto mando. Una de sus apariciones más sonadas en la isla tuvo lugar en el castillo de Bellver palmesano, con motivo de la imposición al hotelero Gabriel Escarrer de la medalla de la Comunidad Autónoma. El propio Rey de España fue el encargado de prender el metal, con el general Jones vistiendo de paisano sus 1.95 metros de estatura y renovando su compromiso con la isla.

Mallorca jamás ha considerado importantes a quienes la consideran importante, por lo que Jones eran un general más. Con credenciales impecables, pero ninguna novedad en la isla, donde ya habían veraneado Alexander Haig y nada menos que Douglas MacArthur, poco después de proponerle a Eisenhower que utilizara armamento nuclear contra Corea. Por cierto, fue Winston Churchill quien le promocionó la isla. Pese a tan excelsos precedentes, la cotización de Jones subió muchos enteros al saber que había criticado abiertamente los delirios de Donald Rumsfeld, según consta en el último libro de Bob Woodward. El comandante general de la OTAN es más valeroso que Bono, Alonso o Moratinos, empeñados en reconciliarse con los inquilinos de la Casa Blanca que desprecian a Zapatero.

Una vez nombrado secretario de Defensa, Rumsfeld quiso entrevistar a Jones, para nombrarlo presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor del ejército más poderoso de la historia. Hubiera sido además el primer 'marine' en acceder a ese cargo. Sin embargo, Woodward asegura que el general mallorquín tachaba al responsable del Pentágono de “engreído y arrogante. ¿Quién querría ser presidente y su principal asesor militar, cuando Rumsfeld no deseaba realmente ningún asesoramiento?”. De modo que tuvo la “inusual” sangre fría de declinar el encuentro, para mantenerse al frente de los infantes de Marina. Gracias a un libro, la cotización del militar que eligió Mallorca por amor ha subido muchos enteros.

Mientras este agosto frivolizaba con el tiempo, el general James L. Jones, que fuera comandante supremo de la OTAN, le expresaba al New York Times su preocupación por la situación –a calificar de guerra abierta– en Afganistán. "Iraq provocó que Estados Unidos se despistara en Afganistán. Si se fracasa, las consecuencias serán tan graves allí como en Iraq. Simbólicamente, el territorio afgano es un epicentro del terrorismo más importante que Iraq. Si no triunfamos allí, estamos enviando una señal clara a las organizaciones terroristas de que Estados Unidos, la ONU y los 37 países con tropas sobre el terreno pueden ser derrotadas". Como se ve, todo un testarazo a Bush por la escuadra.