Chávez se reconcilia con el Rey en territorio Cisneros

La confraternización no llegó al combate de sumo habitual en los encuentros entre Jefes de Estado. Guardaron las distancias. El "¿y por qué no te callas?" no acaba de cicatrizar, pero la isla de la calma ofrecía el entorno apaciguador donde oficiar la reconciliación entre el petróleo de Venezuela y las fragatas de España, representados respectivamente por Hugo Chávez y Don Juan Carlos de Borbón. Mallorca está habituada a que el Rey convoque a sus colegas en el palacio de Marivent. En un repaso apresurado, Isabel II, el emperador Akihito, Balduino y Fabiola, Hassan II y Mohamed VI de Marruecos, Hussein de Jordania o Carlos XVI Gustavo de Suecia han sido atraídos a la residencia estival de los Reyes. Por no hablar de Constantino de Grecia, el 'okupa' de Marivent con cargo a los presupuestos del Estado.

"¡Qué pocos habéis venido!", exclamó el Rey al contemplar a medio centenar de periodistas congregados en Marivent, para contemplar el segundo asalto del "¿y por qué no te callas?" Don Juan Carlos aventaja en carisma al venezolano, que le supera sin embargo en facundia verbal. El "Vamos a la playa" chavista fue un hallazgo, aunque las playas circundantes de Marivent están tomadas por ejércitos de 'hooligans' británicos. Estamos hablando del primer palacio real que tiene una parada de autobús junto a su puerta principal, además de estar situado enfrente de un Mercadona, que fue visitado por el Rey para darle la bienvenida a la nueva empresa del vecindario. El Rey esquiva los arenales adonde quería conducirle el militar venezolano, y en todo caso se desplaza a es Trenc. Allí se recuerda todavía la convivencia de Su Majestad con una bella invitada británica, Lady Di.

"No les dejo que se tomen vacaciones", le indicó el Rey a Chávez señalando al tropel de periodistas. Sin darse cuenta, el presidente venezolano se ha adentrado en la jungla mediterránea de la familia Cisneros, la estirpe de potentados que hubieran festejado su salida del poder en el golpe de Estado fallido. La relación entre el magnate Gustavo Cisneros y Mallorca se remonta a los tiempos en que el primer gobierno de Felipe González le adjudicó las Galerías Preciados desgajadas del grupo de Ruiz Mateos, en una operación velada por la sospecha. Pronto coincidirían en la isla los Boyer y la familia sudamericana, que emparentaría por vía matrimonial con otra residente mallorquina, Cristina Macaya. El multimillonario que controla los medios y los refrescos de Venezuela se hallaba en la isla junto a su esposa –la inteligentísima Patty Cisneros, miembra del patronato del MoMA neoyorquino– en 1999, cuando entra en funcionamiento la asamblea constituyente de Hugo Chávez. Después vendría el golpe de 2002.

Chávez no es el único dirigente latinoamericano que ha aterrizado en Mallorca este fin de semana. En el terreno espiritual, el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga no sólo es la figura más relevante del clero de la zona, sino que fue finalista en la elección del último Papa. Su reacción al saber que coincidía en la isla con el presidente venezolano no deja dudas sobre su posicionamiento. "Tendremos que hacer un exorcismo".