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El gran amigo de la Familia Real y de Urdangarín, acusado de corrupción
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Matías Vallés

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El gran amigo de la Familia Real y de Urdangarín, acusado de corrupción

El mallorquín Pepote Ballester no sólo fue medalla de oro de vela en los Juegos Olímpicos de Atlanta'96, sino que jugó un papel decisivo en la

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El gran amigo de la Familia Real y de Urdangarín, acusado de corrupción

El mallorquín Pepote Ballester no sólo fue medalla de oro de vela en los Juegos Olímpicos de Atlanta'96, sino que jugó un papel decisivo en la actualidad sentimental de sus miembros. Según la leyenda, Cristina de Borbón asistió a una cena en compañía del campeón regatista, y fue allí donde se sentó accidentalmente junto a un representante del equipo olímpico de balonmano, Iñaki Urdangarín.

Cuando el as de las regatas fue nombrado director general de Deportes en el Gobierno balear presidido por James Matas -lo llamamos así porque se halla refugiado en Miami-, se multiplicaron las colaboraciones entre las iniciativas empresariales del Duque de Palma y la comunidad que le da título. Por desgracia para todos los implicados, Ballester ha sido imputado por presunta corrupción en un juzgado palmesano, y sólo se encuentra en libertad después de haber abonado una fianza de 50.000 euros. Toda España sabe que su detención se produjo por un desfase equivalente a miles de millones de pesetas en la construcción de un velódromo, el Palma Arena. La intervención judicial ha erizado la cabellera de sus amistades de tronío.

Dada la lógica avidez de pruebas de nuestros lectores, empezaremos por consignarles que Urdangarín jugó un papel decisivo para que el equipo ciclista Banesto -siempre las bicicletas- se transformara en el Illes Balears. Por supuesto, el tránsito no fue gratuito, y la comunidad balear se vio obligada a pagar seis millones de euros anuales por el patrocinio gestado por el duque. El precio insostenible obligó al gobierno regional a desligarse progresivamente de la funesta empresa. Siempre a caballo del área deportiva, el denominado Instituto Noos que dirige Urdangarín montó en Palma un esotérico 'Fórum sobre Turismo y Deporte'. En solo dos días, los asistentes extrajeron del presupuesto autonómico la friolera de 200 millones de las pesetas caducadas. Este envite gozó de una notable repercusión estatal al ser denunciado por la oposición, hasta el extremo de que la consiguiente polémica desaconsejó al balonmanista una interpenetración tan íntima entre su título y sus actividades empresariales. Como de costumbre, el PSOE logró efectuar la denuncia sin mencionar al duque, y el hoy presidente Antich se sintió obligado a precisar que "criticamos lo que hace el Govern, no la Casa Real".

Baleares fue una tierra de promisión para las iniciativas de Urdangarín, gracias en buena parte a su amistad con Ballester, que ahora ha de personarse periódicamente en el juzgado. Dentro de las pruebas que el juez baraja sobre la corrupción en el Palma Arena, y que califica de rotundas en el auto en el que decreta la prisión eludible mediante una fianza, se refiere explícitamente a la compra de un carísimo marcador electrónico para las instalaciones ciclistas. 

Ballester pertenece al núcleo de regatistas que han gozado de la cercanía de la Familia Real. Su amistad con Cristina de Borbón es tan explícita como el vínculo con el Príncipe Felipe. Existen fotografías en que se les ve literalmente abrazados, después de una competición náutica. De hecho, la mañana en que el alto cargo con Matas fue detenido, los Príncipes de Asturias improvisaron un posado para los fotógrafos en el Parque del Mar de Palma. Sin entrar en la elucubraciones, queda claro que la foto del heredero con su esposa y sus hijas iba a arrebatarle la portada de la prensa del día siguiente a las embarazosas imágenes de la entrada de su amigo en comisaría. En cuanto a los Duques de Palma, la vinculación con la ciudad que da nombre a su ducado no se limita a lo afectivo, ni al palacete aislado de que disfrutan en el núcleo de Marivent. Urdangarín compró en su día tres pisos en Palma, en una comunidad de una docena de vecinos situada en la céntrica calle Marqués de Fuensanta.

El mallorquín Pepote Ballester no sólo fue medalla de oro de vela en los Juegos Olímpicos de Atlanta'96, sino que jugó un papel decisivo en la actualidad sentimental de sus miembros. Según la leyenda, Cristina de Borbón asistió a una cena en compañía del campeón regatista, y fue allí donde se sentó accidentalmente junto a un representante del equipo olímpico de balonmano, Iñaki Urdangarín.