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Jennifer López y Sebastian Vettel, futuros mallorquines
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Matías Vallés

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Jennifer López y Sebastian Vettel, futuros mallorquines

Y encima es la misma casa, pero no adelantemos acontecimientos. En los años de la burbuja inmobiliaria creada por el PP y aventada por el PSOE,

Y encima es la misma casa, pero no adelantemos acontecimientos. En los años de la burbuja inmobiliaria creada por el PP y aventada por el PSOE, en Mallorca se construían enormes chalets sin destinatario conocido, en la seguridad de que la ebullición del mercado encontraría un comprador para adefesios del estilo 'mallorquino' o 'germanorquino'. En resumidas cuentas, lo que en otras geografías llaman 'McMansions', o mansiones donde la pretenciosidad derrota por goleada al buen gusto. Se trata de adaptar la arquitectura nativa al concepto que tiene de ella quien puede pagársela. Este criterio irrisorio provoca aristocráticos enarcamientos de cejas, hasta que se repara en que estas casas industriales de lujo podían venderse a diez millones de euros la unidad, utilizando el argumento irrefutable de que la mansión vecina poseía el mismo precio, desembolsado por un magnate alemán.

Esta locura se derrumbó, y se secó el semillero de compradores a precios de aúpa. Sin embargo, el magnetismo de Mallorca continúa intacto y las celebridades con posibles siguen examinando los productos inmobiliarios de alta gama. ¿Qué tipo de profesional puede invertir diez millones de euros en una vivienda sin sufrir un descalabro irreversible? Un artista de Hollywood o un deportista de élite, y Mallorca contó con un mamífero de cada especie en un fin de semana de principios de este verano. Resulta que a mediados de junio se emitió desde el coso taurino de Palma el concurso televisivo alemán de máxima audiencia 'Wetten dass?'. Esta especie de '¿Qué te apuestas?' atrae a personalidades como Cameron Díaz, que ya conocía Mallorca de una anterior visita turística. Tal vez por ello se pasó el fin de semana en el gimnasio, justificando un físico de delgadez suprema y ejercitando la sonrisa ubicua y californiana de las personas de dentadura impecable. 

En el programa participaba también Sebastian Vettel, vigente campeón del mundo de Fórmula 1 y principal aspirante al título en disputa. El piloto alemán debía experimentar una sensación especial en Mallorca, donde tienen casa desde antiguo los hermanos Schumacher. Por tanto, realizó un viaje exploratorio desde Palma hasta el cotizado Port d'Andratx, en la misma zona donde se habían instalado sus compatriotas y colegas. El vehículo elegido sería anecdótico en cualquier otro visitante ilustre de Mallorca, pero adquiere aquí una relevancia significativa. Se trataba de un monovolumen. Afilando la curiosidad, cabría preguntarse quién ocupaba la posición de copiloto. Un tal Bernie Ecclestone, el zar de la máxima competición de motor. Visitaron una mansión con el precio estándar de diez millones de euros, que cuenta con todos los accesorios imaginables y a la que se estaban aplicando los últimos retoques.

En la nómina del concurso alemán emitido desde Mallorca figuraba también Jennifer López, a punto de hacer pública su separación de Marc Anthony. Dado el tono inmobiliario que va adquiriendo esta crónica, a nadie le asombrará descubrir que ella efectuó asimismo la visita protocolaria a uno de los inmuebles mallorquines que compran las personas con millones de euros a invertir. También se hallaba en el Port d'Andratx y también costaba diez millones de euros por la sencilla razón de que era la misma mansión solicitada por Sebastian Vettel. La diva visitó el inmueble un día más tarde que el piloto, y aquí llega lo mejor de la historia. Acompañada de sus aparatosos guardaespaldas, tuvo que esperar bajo el sol ardiente a que llegara el encargado, porque los obreros se negaron a franquearle el acceso a la vivienda. "Yo corté el paso a Jennifer López" suena casi más sugestivo que "Yo tuve un romance con Jennifer López". En fin, en el núcleo de esta baraja residencial se halla Matthias Kühn, el promotor alemán hoy famoso por su relación con Norma Duval.

Y encima es la misma casa, pero no adelantemos acontecimientos. En los años de la burbuja inmobiliaria creada por el PP y aventada por el PSOE, en Mallorca se construían enormes chalets sin destinatario conocido, en la seguridad de que la ebullición del mercado encontraría un comprador para adefesios del estilo 'mallorquino' o 'germanorquino'. En resumidas cuentas, lo que en otras geografías llaman 'McMansions', o mansiones donde la pretenciosidad derrota por goleada al buen gusto. Se trata de adaptar la arquitectura nativa al concepto que tiene de ella quien puede pagársela. Este criterio irrisorio provoca aristocráticos enarcamientos de cejas, hasta que se repara en que estas casas industriales de lujo podían venderse a diez millones de euros la unidad, utilizando el argumento irrefutable de que la mansión vecina poseía el mismo precio, desembolsado por un magnate alemán.

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