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La prensa alemana despedaza a Mallorca
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Matías Vallés

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La prensa alemana despedaza a Mallorca

Mallorca es la colonia alemana de ultramar, un Gibraltar en toda regla que se desenvolverá pacíficamente hasta que a Rajoy se le ocurra reconquistarlo para tapar

Mallorca es la colonia alemana de ultramar, un Gibraltar en toda regla que se desenvolverá pacíficamente hasta que a Rajoy se le ocurra reconquistarlo para tapar sus bárcenas. La mayoría de alemanes conocen el nombre correcto de un territorio que el presidente del Gobierno español denomina “la maravillosa isla de Palma”, todo un registrador de la impropiedad. La simbiosis es tan acentuada que Angela Merkel sobresale como la única ciudadana germana que no veranea en la isla. A cambio, su ministro de Exteriores posee un chalet de millones de euros en una lujosa urbanización palmesana, adonde se retirará cuando pierda las elecciones.

Con estos precedentes, ¿por qué la prensa alemana de mayor tirada se ha puesto de acuerdo para despedazar a su resignado apéndice mediterráneo? El dominical del Bild llegó a denunciar la entrega de la Playa de Palma a la “prostitución barata”, olvidando que debería tratarse de la modalidad del comercio carnal favorecida por las políticas de austeridad exigidas desde Berlín.

¿Qué ha ocurrido para que los apóstoles de ‘die andere Majorca’, la ‘otra Mallorca’ como excepción idílica al turismo de masas, hurguen en las heridas de la isla que poseen?

Como ven, se equivocaría quien pensara que Letizia Ortiz es la institución que siente mayor animosidad hacia Mallorca. La prensa alemana ha adelantado en hostilidad a la princesa. Las agresiones carecen de precedente, en el seno de un mismo país. A diario, el número de vuelos que unen Palma con aeropuertos germanos supera ampliamente las rutas con destinos españoles. Durante el tiempo invertido en escribir este arduo artículo, se han cerrado un par de transacciones e inmuebles mallorquines a ciudadanos centroeuropeos. Los magnates alemanes ya poseen una tercera parte de la isla. Conviene recordar que no compran únicamente apartamentos, como en otras circunscripciones, sino la tierra sacrosanta.

En tan fraternal tesitura, la sacudida que estremeció a los doce millones de lectores del Bild se complementó con nueve escandalosas páginas de descarga de artillería del semanario Stern. Esta paráfrasis de Interviú desplazó a tres redactores que, en tan dilatada extensión de celulosa, se han quedado sin espacio para la infinita enumeración de mafias que han taxonomizado en la isla. Entre ellas, los descendientes de Humboldt señalan el crimen organizado alemán y ruso, dicho sea en vísperas de que Mallorca se convierta en la colonia rusa de ultramar. De momento, Putin figura entre los sigilosos visitantes que todavía no habíamos desvelado en esta sección.

El director de Stern asegura que pretendía demostrar que “ni siquiera Mallorca es una utopía, sino una realidad”, un argumento que convencería a cualquier persona que no fuera periodista. Para compensar el tono autodestructivo de esta crónica, y sin ánimo de incendiar agravios comparativos, se trata de la sexta portada que la revista de mayor tirada de Alemania dedica íntegramente a Mallorca. Ni Madrid ni Barcelona, ni siquiera España como tal, pueden presumir de una presencia tan exhaustiva, debido al pequeño detalle de que no son enclaves alemanes. O a que todavía no se han percatado de que lo son.

Hemos reservado el golpe de efecto para el final. Los máximos ejecutivos del grupo Axel Springer, editor del sensacionalista Bild, poseen casas en Mallorca. El creador y propietario de Stern y del grupo Bertelsmann, el ya fallecido Reinhard Mohn, poseía una de las casas más bellas de Alcúdia y de la isla, en la que disfrutaba la mayor parte del año. Su fervor mallorquín llegó al extremo de sufragar una biblioteca en la localidad, su inversión altruista en la colonia de ultramar multiplica a la de los nativos más opulentos. ¿Qué ha ocurrido para que los apóstoles de ‘die andere Majorca’, la ‘otra Mallorca’ como excepción idílica al turismo de masas,  hurguen en las heridas de la isla que poseen? Al igual que afirman los científicos políticos de Maquiavelo, tal vez no pretenden señalar una doctrina sino un peligro. La isla puede ser devorada por el submundo creado por la necesidad de atender a millones de visitantes a precios razonables. Publican la verdad, tan dura de roer.

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Mallorca es la colonia alemana de ultramar, un Gibraltar en toda regla que se desenvolverá pacíficamente hasta que a Rajoy se le ocurra reconquistarlo para tapar sus bárcenas. La mayoría de alemanes conocen el nombre correcto de un territorio que el presidente del Gobierno español denomina “la maravillosa isla de Palma”, todo un registrador de la impropiedad. La simbiosis es tan acentuada que Angela Merkel sobresale como la única ciudadana germana que no veranea en la isla. A cambio, su ministro de Exteriores posee un chalet de millones de euros en una lujosa urbanización palmesana, adonde se retirará cuando pierda las elecciones.

Angela Merkel