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Lección de Aznar a Zapatero (y de Rajoy, y de Mayor Oreja, y...)
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Lección de Aznar a Zapatero (y de Rajoy, y de Mayor Oreja, y...)

Permítanme que vaya al grano y no me ande por las ramas: el propósito de enmienda de Rodríguez en cuanto a ETA no es creíble ni

Permítanme que vaya al grano y no me ande por las ramas: el propósito de enmienda de Rodríguez en cuanto a ETA no es creíble ni de lejos. Ya no es solo que mañana mismo vaya a permitir que ETA vuelva a los ayuntamientos del País Vasco, o que sea casi definitivo que el PSN y Nafarroa Bai alcancen un acuerdo de gobernabilidad en Navarra –después de que la agrupación anexionista haya renunciado a algunos de sus cargos electos por entender que le pertenecen a ANV-, es que Rodríguez sigue creyendo que existe un margen para el entendimiento con la pandilla de canallas, como lo demuestra el hecho de que no haya sido contundente a la hora de rechazar cualquier clase de negociación con la banda y, sobre todo, que le eche la culpa del fracaso del ‘proceso’ a unos cuantos “descerebrados” de la organización terrorista... Como si no fueran todos igual de descerebrados, ¿o es que se pueden establecer diferencias entre quienes utilizan el argumento de las bombas y las pistolas?

El pasado martes estuve en la presentación del libro Esta gran nación, de César Alonso de los Ríos, un libro-entrevista al ex ministro del Interior y ahora portavoz del PP en el Europarlamento, Jaime Mayor Oreja. ¡Qué diferencia de percepción de la realidad! Yo sé que esto me va a traer hoy más de un improperio de los de siempre, pero entre escuchar las palabras firmes y llenas de sentido frente a la amenaza terrorista de quienes lograran los mayores éxitos contra ETA –Aznar, Rajoy, Mayor Oreja... Acebes, que estaba pero entre el público-, y las balbuceantes explicaciones de este presidente decidido, en su fuero interno, a seguir adelante con el proceso porque cree –y se equivoca- que es lo único que puede salvarle de una derrota en las elecciones, media un abismo. El abismo que separa el sentido común y la cordura de la esquizofrenia, el disparate, la paranoia... En definitiva de la imprudencia con que ha actuado Rodríguez o, como diría Aznar, “la frivolidad temeraria de los aprendices de brujo”.

Y es que frente a esta actitud irresponsable existe, gracias a Dios, un elemento de comparación, y no es otro que la política de lucha contra el terrorismo que llevó a cabo el Gobierno de Aznar, aquélla en la que se decía la verdad a los españoles sobre lo que se hacía, y sobre lo que jamás se haría, en la lucha contra ETA, como recordaba el ex presidente en su intervención del martes. Miren, Rodríguez ha llevado adelante este proceso fracasado sobre la premisa de una profunda deslealtad a su país, a los ciudadanos, a sus electores, y al partido con el que firmó el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo. Por eso ahora no es creíble su actitud, y los gestos indican que sigue en sus trece, que no ceja en el empeño de intentar atraer a ETA a un redil en el que ETA no quiere estar, porque lo único que le interesaba era obtener el máximo posible de la debilidad con la que Rodríguez se presentaba a sus negociaciones con la banda terrorista, y lo ha conseguido.

¿Qué debe hacer Rajoy? Mantener la posición definida el pasado lunes tras su entrevista con Rodríguez. Ahora ya no se trata solo de hacer oposición al Gobierno, sino de hacer frente a la amenaza, real, de ETA al conjunto de la ciudadanía española, y un partido serio y responsable, que tiene ambición de volver a gestionar los intereses de los españoles, debe mostrarse con sentido de Estado aunque sea a costa de tener que dar cierto respiro a quien no ha tenido la más mínima consideración hacia el principal partido de la oposición durante toda esta legislatura. Y dejar que Rodríguez se retrate. Es tan evidente su error, que resulta fácilmente perceptible por la opinión pública esa actitud ambigua e imprudente con la que sigue sin definir esa supuesta implacabilidad que él mismo esgrime contra la banda terrorista. Si de verdad quería ser implacable, que hubiera empezado por impedir que los electos de ANV tomen, mañana, posesión de sus cargos y, sobre todo, haber rechazado el concurso de Nafarroa Bai para gobernar en Navarra, porque lo contrario todos sabemos que es una cesión a los intereses del nacionalismo más radical, se llame como se llame.

Yo estoy convencido de que en las próximas semanas iremos viendo cómo ese espíritu de consenso del que tanto se precia ahora el Gobierno se va diluyendo entre declaraciones y gestos destinados a enviar un mensaje a ETA, el mensaje de que todavía hay un espacio para la negociación, que es la única alternativa que le queda a este Gobierno, entre otras cosas porque nunca ha creído en otra política distinta a la de la complacencia y el apaciguamiento. Lo dice Mayor Oreja en el libro mencionado, y rescataba esta frase Rajoy en su intervención durante la presentación:

“En realidad no se puede hablar de la política antiterrorista del PSOE, ya que existieron varias y absolutamente contradictorias. Nunca creí en la estrategia del palo y la zanahoria. Nunca creí en la toma de temperatura con los terroristas. Nunca creí en los mediadores e interlocutores con ETA. Nunca creí en el atajo de la guerra sucia. Había que poner en marcha una lucha antiterrorista que no se había probado, a pesar de ser la lógica”, y que no era otra que la de la firmeza de la Ley y el Estado de Derecho para lograr la derrota de ETA. Y fue la que funcionó.

Permítanme que vaya al grano y no me ande por las ramas: el propósito de enmienda de Rodríguez en cuanto a ETA no es creíble ni de lejos. Ya no es solo que mañana mismo vaya a permitir que ETA vuelva a los ayuntamientos del País Vasco, o que sea casi definitivo que el PSN y Nafarroa Bai alcancen un acuerdo de gobernabilidad en Navarra –después de que la agrupación anexionista haya renunciado a algunos de sus cargos electos por entender que le pertenecen a ANV-, es que Rodríguez sigue creyendo que existe un margen para el entendimiento con la pandilla de canallas, como lo demuestra el hecho de que no haya sido contundente a la hora de rechazar cualquier clase de negociación con la banda y, sobre todo, que le eche la culpa del fracaso del ‘proceso’ a unos cuantos “descerebrados” de la organización terrorista... Como si no fueran todos igual de descerebrados, ¿o es que se pueden establecer diferencias entre quienes utilizan el argumento de las bombas y las pistolas?

José María Aznar Botella