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Un triunfo del ‘marianismo’ frente a la intransigencia (mal que les pese a algunos)
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Un triunfo del ‘marianismo’ frente a la intransigencia (mal que les pese a algunos)

Ha dicho Mariano Rajoy que la del domingo en Galicia ha sido “una victoria hermosa”. No sé por qué no me sorprende. Hasta en eso Mariano

Ha dicho Mariano Rajoy que la del domingo en Galicia ha sido “una victoria hermosa”. No sé por qué no me sorprende. Hasta en eso Mariano Rajoy es predecible. La campaña ha sido la “más bonita” y la victoria la “más hermosa”. Él es así, es lo bueno que tiene. No hay sorpresas.  Tampoco da lugar a ruidosas manifestaciones de emoción, pero no hay engaño, ni trampa, ni cartón. Es un tipo moderado, firme en sus principios, pero dialogante cuando el contrario se presta a ello, que -como he dicho alguna vez- maneja los tiempos a su manera aunque a veces exaspere, abierto, sin complicaciones y con una enorme fe en su propósito y en su cometido. Y se ha rodeado de gente muy similar, cada uno con su carácter, pero igualmente moderada, abierta y dialogante. Así son Alberto Núñez Feijóo, presidente electo de Galicia -a falta de confirmación parlamentaria-, y Antonio Basagoiti, el hombre en cuyas manos recae el futuro de Patxi López si de verdad el líder del PSE quiere ser lehendakari, y el político que con una campaña imaginativa y eficaz ha conseguido conjurar los malos augurios que le pronosticaban las encuestas y, sobre todo, los agoreros de la derecha más intransigente y cerril, esos que le criticaban por hacer una campaña Pitingo que, sin embargo, se ha mostrado acertada porque ha conectado con un electorado hastiado del nacionalismo pero al que tampoco le gusta que le estén recordando todos los días la desgracia en la que viven.

 

De la jornada electoral del domingo pueden sacarse numerosas conclusiones, y tiempo habrá para irlo haciendo, pero déjenme que me detenga en este particular: los efectos internos. Para los que desde la derrota del 9 de marzo pasado apostamos por la continuidad de Rajoy y confiamos en él como el líder que debía conducir al PP a la victoria definitiva, este ha sido un hito muy importante en el camino, y si bien no garantiza que el resultado final sea satisfactorio, puedo asegurarles que ha sido como una inyección de autoestima, confianza y fe. Habrá quienes sigan emperrados en tocar las narices y en intentar presentar a Rajoy como un líder infiable que ha traicionado los principios y los valores del partido que dirige, y de hecho eso siguen haciendo algunos por las mañanas cuando se levantan y parece que están enfadados con el mundo, pero lo cierto es que tanto en Galicia como en el País Vasco estos pronosticadores de desgracias en la derecha han recibido un varapalo considerable de manos de un electorado que claramente se ha decantado por el triunfo de la moderación y parece haber puesto en Mariano Rajoy sus esperanzas de cambio. Por el contrario, las alternativas de izquierda apoyadas desde la extrema derecha (UPyD) no puede decirse que hayan tenido un resultado como para tirar cohetes, y si el recuento del voto exterior es como cree Squeeze que va a ser, ni siquiera en el País Vasco será decisiva Rosa Díez: 20.000 votos tirados a la basura.

De hecho, mi primera reflexión de la jornada del domingo es esa, que se ha comenzado a andar el camino del cambio en España en la buena dirección, y la prueba de ello es que tanto en Galicia como en el País Vasco el PP ha sumado de nuevo electores jóvenes que rechazan el nacionalismo por un lado, y la incapacidad de la izquierda para ofrecer soluciones, por otro. En Galicia el PP ha destrozado la teoría de que la derecha necesita cuanta más abstención mejor para ganar, porque lo ha hecho con uno de los mejores resultados de participación de la historia, y ha barrido literalmente del mapa a la izquierda y al nacionalismo entre los votantes más jóvenes. De ahí que la lectura haya que hacerla en clave nacional, porque esa experiencia es perfectamente trasladable al resto del territorio en el futuro, dadas las actuales circunstancias de crisis económica. Al final, lejos de dejarse llevar por los cantos de sirena de políticos recurrentes y demagogos, la sociedad mira hacia quienes le ofrecen confianza y seguridad porque su actitud es seria sin caer en el estruendo. Feijóo, ya se lo digo yo a ustedes, será un gran presidente para Galicia, un presidente abierto, tolerante y moderno que acabará sumando toda clase de voluntades entorno a su proyecto político. Y el futuro de Antonio Basagoiti en el País Vasco está todavía por escribir, pero el primer capítulo no puede ser más esperanzador en la medida que ha logrado abrir el proyecto político del PP a sectores que hasta ahora le eran reacios. Si López se equivoca y se echa en brazos del PNV, ya les auguro que Basagoiti acabará siendo lehendakari.

Ha dicho Mariano Rajoy que la del domingo en Galicia ha sido “una victoria hermosa”. No sé por qué no me sorprende. Hasta en eso Mariano Rajoy es predecible. La campaña ha sido la “más bonita” y la victoria la “más hermosa”. Él es así, es lo bueno que tiene. No hay sorpresas.  Tampoco da lugar a ruidosas manifestaciones de emoción, pero no hay engaño, ni trampa, ni cartón. Es un tipo moderado, firme en sus principios, pero dialogante cuando el contrario se presta a ello, que -como he dicho alguna vez- maneja los tiempos a su manera aunque a veces exaspere, abierto, sin complicaciones y con una enorme fe en su propósito y en su cometido. Y se ha rodeado de gente muy similar, cada uno con su carácter, pero igualmente moderada, abierta y dialogante. Así son Alberto Núñez Feijóo, presidente electo de Galicia -a falta de confirmación parlamentaria-, y Antonio Basagoiti, el hombre en cuyas manos recae el futuro de Patxi López si de verdad el líder del PSE quiere ser lehendakari, y el político que con una campaña imaginativa y eficaz ha conseguido conjurar los malos augurios que le pronosticaban las encuestas y, sobre todo, los agoreros de la derecha más intransigente y cerril, esos que le criticaban por hacer una campaña Pitingo que, sin embargo, se ha mostrado acertada porque ha conectado con un electorado hastiado del nacionalismo pero al que tampoco le gusta que le estén recordando todos los días la desgracia en la que viven.

Mariano Rajoy Alberto Núñez Feijóo Antonio Basagoiti Patxi López