Es noticia
Moción de censura
  1. España
  2. Dos Palabras
Federico Quevedo

Dos Palabras

Por

Moción de censura

Que la oposición haga una campaña electoral criticando al Gobierno entra dentro de lo razonable y de lo esperable, por eso es oposición. Pero que el

Que la oposición haga una campaña electoral criticando al Gobierno entra dentro de lo razonable y de lo esperable, por eso es oposición. Pero que el Gobierno base toda su estrategia electoral en atacar a la oposición eso entra dentro de lo paranoico. Verán, que un presidente de gobierno, en este caso Rodríguez, se pase los mítines pidiendo a los ciudadanos que no voten al principal partido de la oposición, en lugar de reclamar el voto para su partido dice mucho de lo esquizofrénico de esta campaña electoral que pasará a la historia por ser una de las de peor calidad de toda nuestra historia democrática, y probablemente en la que se han dicho las mayores y más increíbles tonterías, aunque la palma se la lleva Pajín con su conjunción planetaria Obama-Rodríguez, a la que ayer por fin añadió el tercer planeta en el alineamiento cósmico de la salvación universal: Saturno Lula. No, en efecto no ha sido una campaña como para tirar cohetes, pero si  tenemos que hacer un juicio de valor sobre los dicho y oído por ambas partes, permítanme decirles que la campaña socialista ha destacado por su bajeza y su tono rastrero y mentiroso, mientras que la del PP se ha caracterizado por la confusión, y aunque estoy seguro de que este domingo en Génova van a celebrar su primera victoria a nivel nacional desde que perdiera las generales de 2004 –no cuento las municipales de 2007 porque, como ocurre con el paro, hay factores estacionales que las alteran-, puede ser que este marear la perdiz les pase alguna clase de factura. Aunque no parece.

No parece porque si de verdad el PSOE tuviera encuestas favorables en su poder y sondeos en los que la mayoría de los ciudadanos aprobaran la gestión del Gobierno, Ferraz no habría cimentado la campaña electoral en la desacreditación del contrario, hasta el punto casi histriónico de que Rodríguez pida a voz en grito en los mítines que no se vote al PP, como si el PP fuera la peste o algo así, que en el fondo es lo que piensan estos demócratas con carné de estalinismo. Lo cierto es que, lejos de mostrarse los ciudadanos contentos con este Gobierno, la sensación es que ni siquiera el maquillaje de última hora de las cifras del paro -¿por qué no saca el PP las pruebas, que las tiene, de que ha habido órdenes a las oficinas del Inem para que el paro baje, salvo en Canarias, Madrid y Valencia?- y las del indicador del clima de confianza del ICO –que es un instrumento en manos del Ejecutivo-, van a conseguir que se desinstale en la opinión pública la certeza de que esto va mal y amenaza con ir peor, y la convicción cada vez más extendida de que con este Gobierno no solo no salimos de la crisis sino que, al contrario, vamos a sumergirnos más y más en ella. Y miren que lo han intentado, que han mentido, falseado la realidad, tergiversado la verdad y recurrido al argumento del miedo a la derecha todo lo que han podido para volver a movilizar al electorado radical y antisistema que tan bien le funciona, o funcionaba, a Rodríguez.

Miren, lo cierto es que las elecciones de este domingo, lo he escrito ya más de una vez, son cruciales para el futuro de nuestro país y para nuestro bienestar personal. Es verdad que son elecciones al Parlamento Europeo, y lo es también que de Europa se ha hablado muy poco en esta campaña. Pero en cualquier caso, tanto desde el punto de vista europeo, como desde una lectura en clave nacional del resultado, es imprescindible que Rodríguez reciba en las urnas este mensaje y no otro: “Queremos que te vayas”. Lo que hagan nuestros parlamentarios en Europa es importante porque allí se deciden políticas que afectan directamente a nuestro modelo económico, y por eso no podemos permitir que el socialismo, culpable último de esta crisis e incapaz de sacarnos de ella, tenga mayoría en el Europarlamento. Pero, sobre todo, es muy importante que en clave interna la jornada electoral del domingo sirva como anticipo de una moción de censura parlamentaria a Rodríguez Zapatero. Es más, un resultado lo suficientemente firme en la censura al peor presidente que ha tenido nuestra democracia debería servir para animar al líder de la oposición a presentar en los próximos meses una iniciativa parlamentaria en ese sentido. Ya sé lo que me van a decir, que antes defendía lo contrario, pero he cambiado de opinión y así me expreso.

Probablemente en otras circunstancias la moción de censura sería una absoluta irresponsabilidad porque es evidente que no se va a ganar, dado que difícilmente el PP puede sumar los apoyos necesarios para sacarla adelante. Pero en las actuales circunstancias la moción de censura puede servir para dejar en evidencia la cada vez mayor debilidad del Gobierno y acelerar el curso de la actual legislatura. Existe un precedente en este sentido, que fue la moción de censura que Felipe González le presentó a Adolfo Suárez. El entonces presidente se encontraba muy debilitado, casi con más enemigos dentro de su propia casa que fuera, y aunque González no ganó la moción, sí que ganó aquel debate y eso abrió las puertas de su victoria en 1982. Y el éxito de aquella moción radicó en que González, en lugar de atenerse a las generales de la ley y presentarse a un examen de alternativa, lo que hizo fue, en efecto, un discurso de censura, y eso es lo que habría que hacer cuando las circunstancias lo exijan con este Gobierno. No se trata de que Rajoy se presente como alternativa, sino de que aproveche ese debate para dejar constancia de que con Rodríguez vamos director al abismo, y es más que probable que con ese argumento encuentre más apoyos de los que aparentemente podría sumar, sino para ganar, sí al menos para dejar claro que Rodríguez está muy solo y que incluso quienes antes le apoyaban ahora miran para otro lado.

Que la oposición haga una campaña electoral criticando al Gobierno entra dentro de lo razonable y de lo esperable, por eso es oposición. Pero que el Gobierno base toda su estrategia electoral en atacar a la oposición eso entra dentro de lo paranoico. Verán, que un presidente de gobierno, en este caso Rodríguez, se pase los mítines pidiendo a los ciudadanos que no voten al principal partido de la oposición, en lugar de reclamar el voto para su partido dice mucho de lo esquizofrénico de esta campaña electoral que pasará a la historia por ser una de las de peor calidad de toda nuestra historia democrática, y probablemente en la que se han dicho las mayores y más increíbles tonterías, aunque la palma se la lleva Pajín con su conjunción planetaria Obama-Rodríguez, a la que ayer por fin añadió el tercer planeta en el alineamiento cósmico de la salvación universal: Saturno Lula. No, en efecto no ha sido una campaña como para tirar cohetes, pero si  tenemos que hacer un juicio de valor sobre los dicho y oído por ambas partes, permítanme decirles que la campaña socialista ha destacado por su bajeza y su tono rastrero y mentiroso, mientras que la del PP se ha caracterizado por la confusión, y aunque estoy seguro de que este domingo en Génova van a celebrar su primera victoria a nivel nacional desde que perdiera las generales de 2004 –no cuento las municipales de 2007 porque, como ocurre con el paro, hay factores estacionales que las alteran-, puede ser que este marear la perdiz les pase alguna clase de factura. Aunque no parece.