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Con ‘v’ de vergüenza
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Con ‘v’ de vergüenza

Pasó la Diada sin pena ni gloria. Pasó lo que tenía que pasar: cientos de miles de catalanes –y no catalanes- salieron a la calle a celebrar un aniversario de guerra

Foto: Imagen de la Diada celebrada el pasado 11 de septiembre en Barcelona (EFE)
Imagen de la Diada celebrada el pasado 11 de septiembre en Barcelona (EFE)

Pasó la Diada sin pena ni gloria. Pasó lo que tenía que pasar: cientos de miles de catalanes –y no catalanes, lo cual es aún más sangrante- salieron a la calle a celebrar un aniversario de guerra, de separación y de enfrentamiento civil, catalanes contra catalanes, españoles contra españoles. Las naciones grandes, los países que de verdad se sienten como tales y han aportado y aportan mucho de sí mismos al progreso de la humanidad, celebran aniversarios de hechos históricos que sirvieron para construir, para ‘crear’, para reunir, para reconciliar, para dar ejemplo…

El nacionalismo catalán optó por celebrar el aniversario de un hecho de división, de violencia, de sangre de hermanos derramada por hermanos. Pero lo cierto es que en las calles de Barcelona, formando una V que quería simbolizar la v de la Victoria, de Votar, de Voluntad, había mucha gente. No esos casi dos millones que dicen los nacionalistas, pero mucha gente al fin y al cabo. ¿Alguien pensaba que sería de otra manera? No, pero tampoco esta vez han sido más que en otras anteriores, es decir, el independentismo tiene sus seguidores que no son todos los catalanes, se sabe movilizar muy bien, y punto.

La ‘v’ que disciplinada y uniformadamente formaron el jueves miles de catalanes para seguir alimentando la ensoñación de parte de un pueblo engañado por las mentiras del nacionalismo, no es la ‘v’ de votar porque nadie va a votar al menos legalmente el próximo 9 de noviembre y cualquier otra opción fuera de la legalidad es papel mojado, ni es la ‘v’ de victoria porque no habrá victoria que valga y sí una enorme frustración, ni es la ‘v’ de voluntad porque la voluntad de seguir juntos será siempre mucho mayor que la de separarse.

La ‘v’ que formaron miles de ciudadanos el pasado jueves en las calles de la Ciudad Condal es la ‘v’ de vano porque no hay nada más inmoral, más frívolo y falso, que engañar a un pueblo haciéndole creer que puede alcanzar lo inalcanzable con el único fin de tapar la propia necedad y la incapacidad de gestión. Es la ‘v’ de vanidad porque todo este lío no es más que el fruto del afán excesivo y predominante de un nefasto dirigente político empeñado en pasar a la historia como el hombre que liberó a Cataluña… de nada, porque de nada hay que liberarla si ya es libre.

Es la ‘v’ de vejación, del maltrato y la humillación sufridos por miles de catalanes que sintiéndose españoles han sido orillados y excluidos por el nacionalismo. Es la ‘v’ de velación, porque si como de un velo se tratara una espesa cortina de falsedades y mentiras ha tapados los ojos a la realidad de otros miles de catalanes estafados por el nacionalismo. Es la ‘v’ de veneno, porque como tal ha actuado el nacionalismo introduciendo en el cuerpo social de la Cataluña ciudadana el virus mortal del soberanismo que acabará siendo letal para su propia subsistencia.

Es la ‘v’ de vengativo porque con ese espíritu, polo opuesto de la concordia y la reconciliación que alumbró la Constitución del 78, el nacionalismo ha ido sembrando la sociedad catalana de un odio irracional hacia todo lo español. Es la ‘v’ de vicio, porque de vicios y hábitos contra la convivencia se ha forjado una manera de gobernar que solo ha traído división y enfrentamiento. Es la ‘v’ de victimismo, de ese empeño casi patológico de culpar siempre a España de los males que padece Cataluña y que casi siempre tienen su origen en la mala gestión de sus propios gobernantes.

Es la ‘v’ de vileza, de la falta de valor, de la cobardía, de la ingratitud y la ausencia de nobleza y lealtad con la que el nacionalismo ha actuado siempre en su relación con España, y de la bajeza moral, el desprecio a la verdad y el servilismo con el que se ha engañado conscientemente a todo un pueblo. Es la ‘v’ de villanía, porque sólo una pandilla de villanos serían capaces de conducir a su propio pueblo al abismo de su autodestrucción sabiendo de sobra que nada de lo prometido es factible de alcanzar.

Es la ‘v’ de vómito porque eso y no otra cosa es lo que produce ver como el nacionalismo y sus dirigentes se han aprovechado de la buena fe de la gente para sus propios intereses políticos y personales como se está viendo con el ‘caso Pujol’. Es la ‘v’ de vulgar por la forma tosca y carente de cualquier educación con que el nacionalismo utiliza el lenguaje para dirigirse a quienes no piensan como ellos. Y es la ‘v’ de vergüenza… ¿porqué? Por todo lo anterior y porque de su ausencia nace la audacia de los ignorantes.

Pasó la Diada sin pena ni gloria. Pasó lo que tenía que pasar: cientos de miles de catalanes –y no catalanes, lo cual es aún más sangrante- salieron a la calle a celebrar un aniversario de guerra, de separación y de enfrentamiento civil, catalanes contra catalanes, españoles contra españoles. Las naciones grandes, los países que de verdad se sienten como tales y han aportado y aportan mucho de sí mismos al progreso de la humanidad, celebran aniversarios de hechos históricos que sirvieron para construir, para ‘crear’, para reunir, para reconciliar, para dar ejemplo…

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