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El aborto parte en dos al Gobierno y al PP
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Federico Quevedo

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El aborto parte en dos al Gobierno y al PP

El pasado mes de agosto, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, mantenía un almuerzo con un grupo de alcaldes de la comarca gallega del Salnés en

Foto: La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (i), y el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón (EFE)
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (i), y el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón (EFE)

El pasado mes de agosto, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, mantenía un almuerzo con un grupo de alcaldes de la comarca gallega del Salnés, en la que el suele pasar unos día de descanso. En el menú, productos típicos de Galicia:pescado y carne, todo regado con albariño de la zona;y en la conversación, de todo un poco –que a Rajoy en verano no le gusta nada hablar de política–, aunque un pequeño grupo de alcaldes hizo con él un aparte para preguntarle por dos asuntos: uno, la anunciada reforma electoral para que gobierne la lista más votada; ydos, lo que iba a pasar con la Ley del Aborto.

Un asunto, este segundo, que tiene muy dividido al propio Partido Popular, partidarios unos de seguir adelante, y otros de dejar la reforma para una segunda legislatura en la que buscar algo más de consenso. La respuesta de Rajoy fue, como suele ser habitual en él, a la gallega, es decir, no despejó entonces ninguna duda sobre lo que iba a pasar con el proyecto de Gallardón, pero síreconoció ante sus interlocutores dos cosas bastantes importantes: la primera, que en efecto el Gobierno era consciente de que la anunciada reforma de la Ley del Aborto era un “lío” bastante considerable; y, la segunda, que el responsable de ese lío era el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, quien, según el presidente, llevó la ley a unConsejo de Ministros presidido por Soraya Sáenz de Santamaría–va a hacer un año en diciembre– sin encomendarse ni hablarlo con nadie.

¿Por qué no se dijo nada entonces? Básicamente porque Rajoy es muy formalista y entiende que las propuestas de los ministros entran dentro del grado de autonomía que cada uno tiene para gestionar su departamento. Y, en ese sentido, no le falta razón al presidente del Gobierno. Sin embargo, en este caso, más le hubiera valido al ministro de Justicia haber llevado ese proyecto al Consejo de Ministros con suficientes apoyos en lugar de hacerlo en solitario. Pero a Gallardón le gusta ser verso suelto y en este caso debió pensar que la propuesta le granjearía los apoyos de ciertos sectores del PP que hasta el momento le tenían puesta una cruz.

Sin embargo, casi diez meses después y unos cuantos anuncios desmentidos de que el próximo Consejo de Ministros sería el que aprobara definitivamente el proyecto para enviarlo al Congreso, lo cierto es que la ansiada reforma duerme el sueño de los justos mientras en el Gobierno y en el PP se ha liado la marimorena porque las posiciones al respecto están bastante enconadas. Gallardón se ha encontrado en el Consejo de Ministros con un escollo no menor, el de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que no quiere sacar adelante el proyecto porque considera, al igual que el sociólogo y asesor áulico del partido, Pedro Arriola, que le quita votos al PP y lo sitúa a la derecha en el imaginario colectivo –como si no lo estuviera ya lo bastante–.

Para desgracia de Gallardón, en este asunto a Sáenz de Santamaría le ha salido una aliada excepcional, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que si bien es partidaria de hacer la reforma y cumplir con el programa, también cree que quizás no sea este el momento más oportuno para llevarla a cabo. Entre los barones del partido también son partidarios de lo mismo Monago, Feijóo, Fabra

Lo cierto es que, pese a ser uno de los asuntos en los que más hincapié se hizo en la campaña electoral, los apoyos con los que cuenta la reforma son bastante escasos. De hecho, el propio Rajoy es uno de los pocos partidarios de cumplir con esa promesa, aunque le hubiera gustado que las cosas se hubiesen hecho de otra manera.

Y este es el quid de la cuestión. El PP se equivoca, y mucho, si deja dormir la reforma, porque lejos de ganar votos por la izquierda –eso no va a influir en el ánimo de la gente más que las medidas que ayuden a la recuperación económica y el final de los ajustes–, síque puede ser determinante para que esa parte del electorado del PP molesta por los incumplimientos del programa se quede definitivamente en casa o busque otras opciones políticas. Es más, se anuncian ya campañas de colectivos próximos al PP que piden que no se vote a este partido si la reforma no sigue adelante, y pueden hacer mucho daño en un momento en el que este partido necesita todos y cada uno de los votos con los que puede contar.

El gran error, es cierto, lo cometió el propio Gallardón no buscando el consenso interno antes de llevar el proyecto al Gobierno, pero la verdad es que la reforma en símisma tiene un fondo muy positivo en la medida en que lo que hace es volver a lo que ya había –un aborto de supuestos con más controles para evitar abusos– pero, sobre todo, tenía algo que no tenían ninguna de las leyes anteriores: una acción determinante a favor de los derechos y la protección del no nacido.

La izquierda se va a oponer siempre a cualquier reforma del aborto que provenga del PP, básicamente porque en sus genes no está la defensa del derecho a la vida como un asunto prioritario, sino más bien todo lo contrario. Luego en este asunto el PP siempre va a estar casi solo con sus votantes, que ya es mucho.

El pasado mes de agosto, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, mantenía un almuerzo con un grupo de alcaldes de la comarca gallega del Salnés, en la que el suele pasar unos día de descanso. En el menú, productos típicos de Galicia:pescado y carne, todo regado con albariño de la zona;y en la conversación, de todo un poco –que a Rajoy en verano no le gusta nada hablar de política–, aunque un pequeño grupo de alcaldes hizo con él un aparte para preguntarle por dos asuntos: uno, la anunciada reforma electoral para que gobierne la lista más votada; ydos, lo que iba a pasar con la Ley del Aborto.

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