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Todos los caminos conducen al PP… a la oposición
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Todos los caminos conducen al PP… a la oposición

El Partido Popular ha sido el ganador de estas elecciones en número de votos y escaños, y el gran derrotado en términos políticos. Ninguno de los escenarios posibles le lleva de nuevo al Gobierno

Foto: Mariano Rajoy durante la votación. (Reuters)
Mariano Rajoy durante la votación. (Reuters)

Yo creo en los milagros, salvo en política, así que con el 92% del escrutinio me pongo a escribir convencido ya de que el resultado está visto para sentencia y de que, escaño arriba escaño abajo, el Partido Popular ha sido el ganador de estas elecciones en número de votos y escaños, y el gran derrotado en términos políticos, en la medida en que ninguno de los escenarios posibles le lleva de nuevo al Gobierno de España. Reconozco mi error: en octubre creí que Artur Mas llevaría a Rajoy en volandas de nuevo al Palacio de la Moncloa, pero es evidente que la necesidad de cambio que se ha instalado en la sociedad española es muy superior a cualquier otra razón que haya podido mover el voto.

Cuando estos últimos días de campaña me decían que Pedro Sánchez ya se veía instalado en La Moncloa, no quería creérmelo: las encuestas decían que el PSOE se hundía irremediablemente. Pero la realidad es que el líder socialista ha conseguido salvar los muebles, entendiendo por salvar los muebles que tras este resultado él es el único que puede articular una mayoría suficiente para gobernar con el apoyo -en coalición, no será de otra manera- de Podemos y de algún tercero como IU y ERC. O sea, que veremos a Sánchez de presidente y a Iglesias de vicepresidente, o si no al tiempo. Esto fue, por otra parte, lo que ya le dijo Rajoy a Merkel hace unos días, y la alemana se echó las manos a la cabeza.

[Resultados de las elecciones generales por municipios y comunidades]

Pero es lo que va a pasar, salvo que en el PSOE haya una revolución y medio partido se le ponga en contra. Pero como eso no ha pasado nunca en la izquierda cuando tiene en su mano la opción de alcanzar el poder, me temo que por ahí van a ir los tiros. Yendo más lejos, me atrevo a creer que para conseguir la estabilidad parlamentaria ese Gobierno de PSOE-Podemos acabará convocando un referendum en Cataluña con muchas protestas dentro de las filas del partido, pero sin que nadie se atreva a dar el paso de la ruptura.

Pero, bueno, eso es ya adelantarme mucho en el escenario. Lo cierto es que las elecciones, en contra de lo que podría parecer, ofrecen un resultado que permite una alternativa de gobierno estable, y que no pasa por el PP. Por el PP lo que pasa es liderar la oposición, y para eso tendrá que hacer una durísima autocrítica y un cambio profundo no solo de caras, sino también de políticas y de estructuras. En las elecciones de este domingo, los ciudadanos le han hecho pagar al PP la factura de todos sus errores, que han sido muchos. Y el principal de todos ellos, haber tratado tan soberanamente mal a la clase media española, que era su principal granero de votos, hasta empujarla a votar, no ya a Ciudadanos, sino a Podemos.

Lo he visto, con mis propios ojos, y no en mesas electorales de barrios obreros… No. Lo he visto en Pozuelo de Alarcón, un municipio de clase media antaño acomodada donde ganaba el PP, sí, pero en el que la segunda fuerza política era Podemos. Voto de castigo. Voto de cabreo. Patada en el culo a un PP que no ha tenido ninguna sensibilidad hacia la gente, y la gente se lo ha hecho pagar. Pero hará mal el PP en sentarse a lamerse las heridas porque de esta lección se puede aprender mucho, y además tiene una oportunidad única de recuperar buena parte del terreno que ha perdido.

El pacto del PSOE y Podemos va a suponer que en el tiempo se produzca un 'sorpasso' en la izquierda, ese que algunas encuestas decían que se iba a producir este domingo, pero al final el partido morado se acabará tragando los restos del socialismo que deje hechos trizas Pedro Sánchez, aunque sea más adelante. Siempre que el PSOE ha gobernado con radicales de izquierda -ERC, BNG…- le ha ido mal, y esta vez no va a ser distinto a lo que ya le ha pasado en Cataluña o en Galicia: acabará fagocitado por sus socios.

Pero la situación para el PP es diferente: la poca fuerza que ha cogido Ciudadanos en el Congreso -aun siendo un buen resultado, es insuficiente para todo-, le permite al PP liderar una oposición a un Gobierno de izquierdas que acabe por neutralizar al partido naranja, recuperando así buena parte de los votos que ahora se le han escapado a la formación de Albert Rivera. Pero, para eso, el PP tiene que hacer una verdadera catarsis que le convierta en un nuevo partido. Dicho de otro modo, tiene que refundarse. Y, si me apuran, hasta cambiar de nombre.

Y, desde luego, de líderes, empezando por el propio Rajoy. No sirve ninguno de los que están ahora, todos ellos contaminados por la acción de Gobierno. Habrá que encontrar nuevos rostros pero, sobre todo, tendrá que encontrar nuevos caminos. Esta va a ser una legislatura de cambios profundos, no les quepa duda. Algunos, incluso, lo serán para bien. Pero el primero que tiene que cambiar, y mucho, es el PP. O, de lo contrario, lo que hoy es solo un susto llamado Ciudadanos, puede terminar cavando su tumba.

Yo creo en los milagros, salvo en política, así que con el 92% del escrutinio me pongo a escribir convencido ya de que el resultado está visto para sentencia y de que, escaño arriba escaño abajo, el Partido Popular ha sido el ganador de estas elecciones en número de votos y escaños, y el gran derrotado en términos políticos, en la medida en que ninguno de los escenarios posibles le lleva de nuevo al Gobierno de España. Reconozco mi error: en octubre creí que Artur Mas llevaría a Rajoy en volandas de nuevo al Palacio de la Moncloa, pero es evidente que la necesidad de cambio que se ha instalado en la sociedad española es muy superior a cualquier otra razón que haya podido mover el voto.

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