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Esta es la razón por la que muchos dejamos de votar al PP
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Federico Quevedo

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Esta es la razón por la que muchos dejamos de votar al PP

Hay mucha gente dentro del PP que no entiende lo que está pasando, que empieza a darse cuenta de que los que están ya no valen para seguir conduciendo al partido

Foto: Rajoy y Soria, en una imagen de archivo. (EFE)
Rajoy y Soria, en una imagen de archivo. (EFE)

No les miento si les digo que cuando el Partido Popular accedió a negociar las condiciones del apoyo a la investidura de Mariano Rajoy con Ciudadanos, y asumió —aparentemente— como suya la necesaria y urgente regeneración de la vida pública española, me lo creí. Bien es verdad que ese acto de presunto arrepentimiento que implicaba aceptar las medidas propuestas por Ciudadanos venía motivado no por otro previo de reconocimiento de los pecados y contrición, sino por la necesidad de contar con esos 32 votos para hacer valer una posición de fuerza en el Parlamento que ayudara a doblar la cerviz a Pedro Sánchez. Pero fuera por lo que fuera, bienvenido era ese ejercicio de humildad.

Pero primero la intervención de Rajoy en la tarde del martes, en la que no hizo mención prácticamente a ninguna de las medidas pactadas con la formación naranja ni hizo reconocimiento de culpa alguna sino que, al contrario, se vanaglorio en exceso de sus cuatro años de Gobierno… y la decisión nada más terminar el debate el mismo viernes por la noche de señalar al exministro Soria como director ejecutivo del Banco Mundial en representación de España, me hicieron comprender cuán equivocado estaba. Nunca hubo contrición, ni arrepentimiento.

El PP, o la parte del PP que rodea a Mariano Rajoy —porque es evidente que empieza a haber una fuerte discrepancia interna, y esto será motivo de otro 'post' donde daré más claves—, sigue instalado en la soberbia y la autosuficiencia. Vaya por delante mi consideración al exministro Soria. Estoy convencido de que no hay en su currículo ninguna actividad que pueda ser considerada ilícita y que todo el lío de los papeles de Panamá, que además estuvo bien dirigido desde dentro de sus propias filas para que le costara el puesto, no tiene consecuencias penales de ninguna clase. Pero por la razón que fuera, y seguramente mal asesorado y conducido por sus errores, el caso es que no dijo la verdad, y eso fue razón suficiente para que se viera obligado a abandonar su cargo.

El PP perdió tres millones de votos el 20 de diciembre de 2015 y casi un año después sigue sin saber por qué

Es verdad también que en los últimos tiempos el nivel de exigencia de la sociedad hacia su clase política se ha vuelto asfixiante, hasta el extremo de que la presunción de inocencia solo existe como una realidad utópica. Tenemos la piel muy fina, pero es que ellos, los políticos, con su comportamiento, nos han llevado a esta situación, y ahora no pueden exigir lo contrario. El PP perdió tres millones de votos el 20 de diciembre de 2015 y casi un año después sigue sin saber por qué. Pero son decisiones como la de Soria las que han hecho que muchos de sus votantes, entre los que me incluyo porque además lo he escrito, decidimos en un momento dado que ese partido no podía seguir así, y que necesitaba una ‘lección’.

Y la sigue necesitando. ¿Cómo han podido no darse cuenta del enorme desprecio que hacia los millones de españoles que todavía siguen sufriendo las consecuencias de la crisis significaba nombrar a un exministro, que tuvo que abandonar rodeado de una fuerte polémica, para un puesto dotado con un sueldo de más de 18.000 euros al mes libres de impuestos? Solo se explica desde la convicción de que se han vuelto de piedra, de que se creen por encima del bien y del mal, incapaces de reconocer ni un solo error en su gestión. Da igual que ahora el propio Soria haya renunciado al cargo: el daño ya está hecho.

Hay mucha gente dentro del PP que no entiende lo que está pasando, mucha gente —incluso con mando en plaza— que empieza a darse cuenta de que los que están ya no valen para seguir conduciendo al partido, por mucho que ganen elecciones. Pero ese voto, que no se engañen, ese voto que ganaron en junio fue el voto del miedo, el voto útil para frenar al populismo. A lo mejor les vuelve a sonreír la suerte y si hay terceras elecciones el voto del miedo les sigue funcionando a mejor. O no, como diría Rajoy. Lo que sé es que si quienes dejamos de votar al PP teníamos alguna duda del porqué lo hicimos, en estos días nos hemos vuelto a cargar de razón, y ya pueden cambiar mucho las cosas —y las personas— para que nos convenzan de lo contrario.

No les miento si les digo que cuando el Partido Popular accedió a negociar las condiciones del apoyo a la investidura de Mariano Rajoy con Ciudadanos, y asumió —aparentemente— como suya la necesaria y urgente regeneración de la vida pública española, me lo creí. Bien es verdad que ese acto de presunto arrepentimiento que implicaba aceptar las medidas propuestas por Ciudadanos venía motivado no por otro previo de reconocimiento de los pecados y contrición, sino por la necesidad de contar con esos 32 votos para hacer valer una posición de fuerza en el Parlamento que ayudara a doblar la cerviz a Pedro Sánchez. Pero fuera por lo que fuera, bienvenido era ese ejercicio de humildad.

Mariano Rajoy Banco Mundial José Manuel Soria