Es noticia
El viaje al centro del PP que lo aleja de su militancia
  1. España
  2. Dos Palabras
Federico Quevedo

Dos Palabras

Por

El viaje al centro del PP que lo aleja de su militancia

Donde parecía que iba a ser un congreso de trámite nos vamos a encontrar con que se va a producir un intenso debate ideológico que, obviamente, va a ganar la dirección

Foto: Reunión del comité de dirección del PP. (EFE)
Reunión del comité de dirección del PP. (EFE)

Cinco años después del congreso nacional que reunió en Sevilla a dirigentes y militantes del Partido Popular, los próximos 10, 11 y 12 de este mes se vuelven a dar cita –con dos años de retraso– en Madrid, con el PP de nuevo en el poder y después de casi un año de bloqueo político y dos elecciones generales en un periodo de seis meses. En aquel congreso de 2012, el PP acababa de obtener una contundente mayoría absoluta que dilapidó en cuatro años, pero entonces llegó a aquella cita subido a lomos del éxito. Más o menos como ahora, aunque matizado por una minoría mayoritaria que obliga al PP a pactar hasta las comas de cada decisión gubernamental.

Si de aquel congreso tampoco cabía esperar gran cosa más allá de la autosatisfacción colectiva, el de ahora tampoco promete ofrecer grandes sorpresas de última hora. Eso es algo que el PP se cuida mucho de evitar y lo consigue con bastante acierto, salvo contadas ocasiones. Pero, sin embargo, cuando parecía que el de la próxima semana iba a ser un congreso incluso aburrido, la realidad es que en el seno del PP se está planteando un debate de fondo que sí va a tener cierta repercusión mediática.

Un debate que ya se empezó a plantear hace cinco años, cuando la entonces delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, planteó que se eliminara la referencia al humanismo cristiano de la ponencia política. La propuesta se rechazó y el artículo 18 de la citada ponencia dice, textualmente: “El PP considera que estos valores son los mismos que configuran los cimientos de nuestra civilización occidental que tanto ha dado a la humanidad. Por ello, queremos tomar como referencia a nuestra tradición humanista cristiana e ilustrada”. Pues bien, no ha hecho falta que Cifuentes reitere su propuesta, porque la propia dirección del partido ha llevado esta referencia al humanismo cristiano del articulado al preámbulo que, aunque en esta ocasión va a tener un mayor peso específico en la ponencia, como todo buen jurista sabe no tiene la misma trascendencia que el articulado.

¿Casualidad? No. Hay una intención clara en este congreso del PP por identificar al partido con posiciones de centro e, incluso, de centro-izquierda. “No queremos que se nos identifique como un partido de la derecha, ni siquiera del centro-derecha”, me decía recientemente un alto cargo de la dirección del PP. De hecho, en este congreso el PP va a “perder ideología para convertirse en un gran partido de centro”, capaz de sumar muchas y muy distintas sensibilidades. Por eso tampoco es casual el debate de la maternidad subrogada que plantea Javier Maroto en la ponencia social, ni lo es la defensa de mayores impuesto en la ponencia económica.

“No queremos que se nos identifique como un partido de la derecha, ni siquiera del centro-derecha”, decía un alto cargo de la dirección del PP

El PP sabe, además, que se enfrenta a una legislatura en la que va a tener que hacer concesiones, muchas concesiones, a su izquierda –ya las está haciendo hasta el punto de asumir la agenda social de Podemos, algo que la formación morada no está sabiendo rentabilizar–, y tiene que poner las bases para poder negociar cuestiones que, hasta ahora, estaban muy lejos de su ideario. El problema es que eso lo distancia de su base social, de su militancia. La mayor parte de las enmiendas a la ponencia política son de rechazo a los cambios mencionados más arriba, y reclaman de su dirección que defina al PP como un partido de centro-derecha, algo que no va a ocurrir. Y es que la dirección va por un lado, y la militancia por otro.

La conclusión es que, como además esa militancia está bastante bien organizada, donde parecía que iba a ser un congreso de trámite nos vamos a encontrar con que se va a producir un intenso debate ideológico que, obviamente, va a ganar la dirección. Pero ya veremos si esa victoria tiene después consecuencias electorales. La no presencia de Aznar en el congreso hace que los críticos hacia la actual dirección pierdan una voz autorizada y de referencia, aunque habrá otras voces que se levanten. Lo cierto es que el debate está ahí, y es mucho más serio de lo que aparentemente parece porque queda difuminado por la acción de Gobierno, pero en el fondo lo que se está poniendo sobre la mesa es el futuro de la derecha en España.

Cinco años después del congreso nacional que reunió en Sevilla a dirigentes y militantes del Partido Popular, los próximos 10, 11 y 12 de este mes se vuelven a dar cita –con dos años de retraso– en Madrid, con el PP de nuevo en el poder y después de casi un año de bloqueo político y dos elecciones generales en un periodo de seis meses. En aquel congreso de 2012, el PP acababa de obtener una contundente mayoría absoluta que dilapidó en cuatro años, pero entonces llegó a aquella cita subido a lomos del éxito. Más o menos como ahora, aunque matizado por una minoría mayoritaria que obliga al PP a pactar hasta las comas de cada decisión gubernamental.