¿Se atreverá el PP a resucitar la memoria de 'los siete magníficos'?

Corría el año 1977 cuando un exministro de Información del régimen franquista llamado Manuel Fraga Iribarne, junto a otros seis ilustres políticos provenientes también del régimen –hablamos de Cruz Martínez Esteruelas, Federico Silva Muñoz, Laureano López Rodó, Enrique Thomas de Carranza, Gonzalo Fernández de la Mora y Licinio de la Fuente-, alguno de ellos con un pasado un tanto oscuro, decidieron un fundar un partido político de ideología conservadora.

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Ángel Collado

España había abandonado la dictadura tras la muerte de Franco y de la mano del Rey Juan Carlos y del presidente Adolfo Suárez iniciaba el camino de una reforma política que acabaría en la Constitución de 1978 y en la consolidación de la democracia. Pero Suárez gobernaba apoyado por un partido de centro que, para algunos, estaba demasiado escorado a la izquierda. Hacía falta un contrapeso. Y ese contrapeso fue Alianza Popular, un partido conservador, respetuoso con el nuevo camino democrático que había iniciado España, pero dispuesto a defender algunos de los valores que ellos consideraban tradicionales: la unidad de España, la familia, la educación religiosa, el derecho a la vida, etcétera…

El problema, por no alargar mucho esta introducción, es que aquel partido no era capaz de ‘sumar’ los suficientes apoyos como para llegar al poder. Era necesario abrirse. Eso lo entendieron Felipe González en 1982 y José María Aznar en 1989, y antes Adolfo Suárez con la UCD: la transversalidad. España es un país imposible de gobernar desde posiciones ideológicas muy marcadas, porque es un país exageradamente plural en todos los sentidos. De ahí que Aznar en 1989 optara por la refundación del PP, convirtiéndolo en un partido de amplio espectro social que, al final, acabó consiguiendo gobernar, y por dos veces –la primera con él, y la segunda con Rajoy-.

La Dirección Nacional del PP tiene claro que lo que quiere vender a la opinión pública es su papel durante estos cuarenta años como referente

Han pasado cuarenta años, y el PP quiere celebrarlo. Y ese es el problema. ¿Celebrar el nacimiento de Alianza Popular? La Dirección Nacional del PP tiene claro que lo que quiere vender a la opinión pública es el papel que ha tenido el PP durante estos cuarenta años como referente democrático. Y es cierto que lo ha sido, más allá de las opiniones viscerales de algunos. A partir de septiembre, se convocarán actos sectoriales para explicar el papel que ha tenido el PP en casi todas las áreas, y se celebrarán diecisiete actos autonómicos a los que está previsto que acuda Mariano Rajoy, lo cual culminará con un gran acto de celebración en diciembre en Madrid.

Pero la pregunta sigue siendo la misma: ¿puede el PP, en las actuales circunstancias, resucitar la memoria de aquellos a los que se llamó 'los siete magníficos'? Hay gente en el PP que cree que sí, que no puede el partido renunciar a su pasado, y hay quien cree que eso va a ser utilizado por los sectores de la izquierda para volver a estigmatizarlo como un partido franquista. En cualquier caso, lo cierto es que este PP de hoy, con una escasez de principios muy criticada por muchos, se parece poco o nada a aquella Alianza Popular de sus orígenes, y desde luego, de aquel político gallego de firmes convicciones y austera presencia que imponía temor cada vez que levantaba la voz, a este de hoy que no se sabe nunca lo que piensa, hay una enorme diferencia. Eso no significa que uno sea mejor que otro, pero sí dice mucho de las limitaciones que tenía entonces aquella Alianza Popular, y de las renuncias que ha tenido que asumir este Partido Popular para seguir en el poder.