Es noticia
Y de pronto Rajoy se hizo feminista (no se lo crean)
  1. España
  2. Dos Palabras
Federico Quevedo

Dos Palabras

Por

Y de pronto Rajoy se hizo feminista (no se lo crean)

Si algo dejaron claro más de cinco millones de mujeres que se sumaron a la huelga es que no se trata de una cuestión comparativa sobre quién es más o menos feminista

Foto: Mariano Rajoy en el Consejo de ministros. (EFE)
Mariano Rajoy en el Consejo de ministros. (EFE)

Cuando el jueves 8 de marzo estaba viendo el informativo en televisión y de pronto apareció el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en una reunión con parlamentarios europeos de su grupo, llevando en la solapa un lazo morado pensé: "Qué patético". Resultaba tan falso, tan forzado, tan inoportunamente oportunistas sus frases sobre la igualdad, que incluso daba risa, era cómico. Y no porque el PP sea un partido machista, que no lo es ni más, ni menos, que otros. Sino porque lo cierto es que en estos casi diez años de gobierno —vamos camino de la década—, el Ejecutivo de Mariano Rajoy no se ha caracterizado por sus medidas a favor de la igualdad de hombre y mujeres y, de hecho, más bien ha contribuido a que la brecha de desigualdad se amplíe, porque al aumentar la desigualdad social en los años de la crisis las que más han sufrido las carencias han sido precisamente las mujeres.

Insisto, el PP como partido no es distinto a otros. De hecho, el nivel de incorporación de la mujer a puestos de responsabilidad en sus filas es, incluso, mayor que en otros partidos. Pero si algo dejaron claro más de cinco millones de mujeres que se sumaron a la huelga del día 8 y abarrotaron las manifestaciones que se sucedieron a lo largo de todo el país, es que no se trata de una cuestión comparativa sobre quién es más o menos feminista, sino de que siendo cierto que en comparación con países en los que a la mujer prácticamente se la esclaviza España goza de una salud razonable en términos de igualdad, también lo es que esa situación es manifiestamente mejorable y que hacen falta políticas concretas que contribuyan a que esa brecha que todavía existe, desaparezca.

placeholder Mariano Rajoy. (EFE)
Mariano Rajoy. (EFE)

Los críticos con el movimiento feminista recurren a la comparación para desautorizarlo. Y es cierto que en México mueren cientos de mujeres al año a manos de sus parejas, y aquí 50. Solo. ¿Solo? Ese es el problema: no basta con lo conseguido, no es suficiente, y presumir como hacía el ministro portavoz de que España ha logrado grandes avances en materia de igualdad, es una fanfarronada machista que define claramente a quién la dice. No es una cuestión de avances. Es que no tiene que haber avances, lo que no tiene que haber es desigualdad, ni violencia, ni actitudes machistas a las que estamos acostumbrados casi a diario, no tendríamos que estar ni siquiera planteándonos qué políticas hay que llevar a cabo para corregir esa situación.

Pero lo cierto es que la situación existe, y presumir de avances no ayuda precisamente a corregirla porque no deja de ser una forma de reconocer oficialmente lo que culturalmente ha venido siendo así durante siglos de dominación del sexo masculino sobre el femenino. Oiga, cuidado, que ser hombre es igual de respetable, por supuesto. Pero el ser hombre debe llevar implícito el reconocimiento en un plano de estricta igualdad del ser mujer. Eso no se arregla llamando 'portavoza' a la portavoz, sino haciendo posible que ninguna mujer, ninguna, se pueda sentir mínimamente discriminada en ninguna faceta de su vida por el hecho de serlo. Para conseguir eso hace falta tiempo, cierto, y probablemente una hoja de ruta que incluya desde medidas concretas en los ámbitos que son propios de la normativa pública, a la inclusión de programas educativos que contribuyan a superar esa brecha allí donde se muestra más débil, que es en la infancia y, sobre todo, en la adolescencia.

Es que no tiene que haber avances, lo que no tiene que haber es desigualdad, ni violencia, ni actitudes machistas a las que estamos acostumbrados

Pero nada de eso se ha hecho. Ni se tenía previsto hacer. No sé si ahora, a la vista de que, en efecto, millones de mujeres que obviamente son votantes de la izquierda, la derecha, el centro y vaya usted a saber, han salido a la calle entonando un grito unánime exigiendo igualdad, los políticos se van a tomar en serio el movimiento feminista igual que empiezan a tomarse en serio el movimiento de los pensionistas. Desde luego, muchos de ellos se han visto superados por las circunstancias y en algunos casos incluso han hecho el ridículo sumándose a última hora a una causa en la que claramente no creen. Ponerse el lazo morado no hace a Rajoy más feminista de lo que es —y no lo es nada—, y solo pone de manifiesto el temor que tiene a que cada movimiento que se da cita en la calle suponga un mayor desgaste para las siglas de su partido.

Cuando el jueves 8 de marzo estaba viendo el informativo en televisión y de pronto apareció el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en una reunión con parlamentarios europeos de su grupo, llevando en la solapa un lazo morado pensé: "Qué patético". Resultaba tan falso, tan forzado, tan inoportunamente oportunistas sus frases sobre la igualdad, que incluso daba risa, era cómico. Y no porque el PP sea un partido machista, que no lo es ni más, ni menos, que otros. Sino porque lo cierto es que en estos casi diez años de gobierno —vamos camino de la década—, el Ejecutivo de Mariano Rajoy no se ha caracterizado por sus medidas a favor de la igualdad de hombre y mujeres y, de hecho, más bien ha contribuido a que la brecha de desigualdad se amplíe, porque al aumentar la desigualdad social en los años de la crisis las que más han sufrido las carencias han sido precisamente las mujeres.

Mariano Rajoy Feminismo