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Federico Quevedo

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Vuelve el PP

Ha conseguido el difícil pero logrado equilibrio entre la crítica a veces sutil y otras abierta a la etapa anterior y el reconocimiento al trabajo realizado por su antecesor

Foto: Pablo Casado esta semana en el Comité Ejecutivo Nacional del partido. (EFE)
Pablo Casado esta semana en el Comité Ejecutivo Nacional del partido. (EFE)

Si algo ha caracterizado a Pablo Casado a lo largo de toda la campaña que le ha llevado a la Presidencia del PP, ha sido el difícil pero logrado equilibrio entre la crítica a veces sutil y otras abierta a la etapa anterior, y el reconocimiento al trabajo realizado por su antecesor, Mariano Rajoy. Pero, sin duda, fue en su discurso del mismo sábado 21 por la mañana donde el ya nuevo líder del PP deslizó la crítica más ácida hacia el marianismo afirmando que si él ganaba, volvería el PP.

No hacía falta decir más, los compromisarios, si no estaban ya convencidos, se terminaron de convencer en ese momento con una frase que en si misma tenía un significado destructivo para su adversaria, ya que implicaba el reconocimiento de que durante los años en los que Mariano Rajoy y su mano derecha, Soraya Sáenz de Santamaría, gobernaron el partido y el Gobierno, la esencia del partido que fundara Manuel Fraga y refundara José María Aznar, había desaparecido, sustituida por una suerte de gestoría de crisis —económicas y políticas— sin alma ni corazón.

Sin política, en definitiva. Ese ha sido, sin lugar a dudas, el cimiento sobre el que Ciudadanos ha levantado su éxito: la ausencia de principios y valores en un partido de centro derecha que siempre los había tenido muy claros, aunque la necesidad o las circunstancias le hubiesen obligado a veces a resignarse a orillarlos. Le pasó a Aznar, sobre todo en su primera legislatura por la necesidad de los pactos, pero también en la segunda cuando llevó al extremo el personalismo en la forma de gobernar.

Ciudadanos ha levantado su éxito en la ausencia de principios y valores de un partido de centro derecha que siempre los había tenido muy claros

Sin embargo, es evidente que aquel PP con el que Aznar consiguió primero ganar unas elecciones en minoría y después con mayoría absoluta, y que tenía mucho de ese concepto transversal de la política, parece haber vuelto de la mano de Pablo Casado. Y no solo porque recibiera al propio Aznar en su nuevo despacho de la calle Génova 13, sino también porque sus nombramientos en el Comité Ejecutivo del PP ponen de manifiesto su voluntad de recuperar esos principios y valores que hicieron fuerte al PP en su día, pero también la de abrirse a los nuevos tiempos que se dan cita en una sociedad, la española, que vive una profunda transformación.

placeholder Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado se saludan en el Congreso. (EFE)
Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado se saludan en el Congreso. (EFE)

El nuevo equipo de Casado es muy joven y, en algunos casos, tiene no solo muy poco que ver con el aznarismo, sino que incluso ha sido particularmente crítico con esa etapa del PP (es el caso de Javier Maroto), y eso le permite al nuevo líder del PP poder construir un nuevo relato que suponga una superación tanto de la etapa de Aznar como, sobre todo, de la etapa de Rajoy, particularmente vacía de contenido político e ideológico.

Si lo consigue, Casado podrá recuperar buena parte del electorado que, descontento con el marianismo, había huido a otras formaciones o a la abstención. Pero no le van a faltar enemigos dentro del partido que intenten ponerle toda clase de obstáculos. Ha hecho bien en no poner a nadie del núcleo duro de Soraya en su círculo más próximo, es decir, en el Comité de Dirección, pero sí en situarlos en los aledaños para tenerlos controlados. Casado está demostrando, al menos en sus primeros pasos, que sabe lo que hace.

Si algo ha caracterizado a Pablo Casado a lo largo de toda la campaña que le ha llevado a la Presidencia del PP, ha sido el difícil pero logrado equilibrio entre la crítica a veces sutil y otras abierta a la etapa anterior, y el reconocimiento al trabajo realizado por su antecesor, Mariano Rajoy. Pero, sin duda, fue en su discurso del mismo sábado 21 por la mañana donde el ya nuevo líder del PP deslizó la crítica más ácida hacia el marianismo afirmando que si él ganaba, volvería el PP.

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