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El diputado que asaltó la piscina de Pedro J. teme que le empapelen
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El diputado que asaltó la piscina de Pedro J. teme que le empapelen

El asalto a la piscina de Pedro J. Ramírez persigue al diputado de Esquerra, Joan Puig. Dos años después de haber irrumpido en bañador en la

El asalto a la piscina de Pedro J. Ramírez persigue al diputado de Esquerra, Joan Puig. Dos años después de haber irrumpido en bañador en la posesión mallorquina del notable periodista para denunciar la ocupación de una zona de dominio público, ahora anda el hombre preocupado y temeroso. Los chistes de Puig ya no son tan prolíficos como antes. Y no es porque llegue el invierno y queden ya lejanos esos chapuzones estivales. No, su comportamiento taciturno se debe a otros motivos. En concreto, a su preocupación por que el Supremo le pida el suplicatorio.

Su preocupación es tal que anda sondeando estos días a sus ‘amigos’ socialistas para saber si le van a defender, es decir, a votar en contra del suplicatorio, o le van a dejar tirado a los pies de los caballos. De cara a la galería dice que no le importa que lo imputen y empapelen, pero de puertas a dentro confía en que el Supremo ‘pase’ del tema y, si no lo hace, que los socialistas le defiendan, que para eso hay tripartito en Cataluña. Montilla dixit.

En todo caso, el republicano no se fía y, como respuesta, ha anunciado la presentación de una demanda contra Pedro J. porque su diario le implicó en favoritismo al recalificar unas tierras de su familia en la localidad de Blanes (Gerona) de la que es concejal. Que aquí no se libra nadie, que si la haces la pagas, que de estos barros...

Argumentos y ardides para negociar no han de faltar a uno y a otro. La guerra real es otra. Bien la conoce la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, cuyo departamento destina cada año 20 millones de euros a comprar dominios marítimo terrestres para evitar urbanizaciones a pie de playa. Mientras tanto, el chapuzón en la piscina del director de El Mundo comienza a pasarle factura a Puig. Un resfriado no se lo quita nadie.

El asalto a la piscina de Pedro J. Ramírez persigue al diputado de Esquerra, Joan Puig. Dos años después de haber irrumpido en bañador en la posesión mallorquina del notable periodista para denunciar la ocupación de una zona de dominio público, ahora anda el hombre preocupado y temeroso. Los chistes de Puig ya no son tan prolíficos como antes. Y no es porque llegue el invierno y queden ya lejanos esos chapuzones estivales. No, su comportamiento taciturno se debe a otros motivos. En concreto, a su preocupación por que el Supremo le pida el suplicatorio.