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Ybarras, ‘lucas de tena’ y la mala educación a la hora de despedir a un empleado
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Ybarras, ‘lucas de tena’ y la mala educación a la hora de despedir a un empleado

Las formas utilizadas por los Ybarra y los Luca de Tena para destituir a José Antonio Zarzalejos de la dirección de ABC han dejado desconcertados a

Las formas utilizadas por los Ybarra y los Luca de Tena para destituir a José Antonio Zarzalejos de la dirección de ABC han dejado desconcertados a directivos y empleados del Grupo Vocento, por no hablar, naturalmente, de los periodistas del diario a su cargo. Nadie se atrevió a comunicarle la decisión adoptada por el consejo: ni el presidente del grupo editorial, Diego Alcázar, marqués de la Romana, ni el nuevo consejero delegado, José Manuel Vargas, ni siquiera Catalina Luca de Tena, Cata para los amigos, presidenta de ABC y su gran valedora en los largos meses de agonía. Tuvo que ser Sole, su hermana, la que, al filo de las dos de la tarde del pasado 6 de febrero, comunicase la noticia a quien, más que Zarzalejos era desde hace meses una auténtica zarzaquemada.

Aunque las formas de cortesía exageradas son más propias de criada que de gente de antiguo abolengo, siempre se espera de quienes nacen de vieja estirpe el despliegue de un amplio catálogo de buenas maneras a la hora de agradecer los servicios prestados a un alto empleado de la casa. Ni por esas. Parece que el sello aristocrático de los Luca de Tena e Ybarra se reduce a una fórmula que mezcla una innata altivez y una cierta cobardía, ingredientes aliñados con una buena dosis de soberbia y resaltados por la pedantería.

Lo cual que fue un espectáculo ver a Cata y sus miedos atávicos a cualquier tipo de cambio explicando en la redacción que ella no quería, pero que estas cosas pasan, porque ella había dado todo su apoyo a Zarza y nadie podía pensar que hubiera traicionado a la redacción o, mejor dicho, a aquella parte de la redacción que apoyaba a Zarza. El cesado, como es de imaginar, se mostraba indignado, y a fe que razones no le faltaban, puesto que el Consejo, de forma más o menos explícita, había pactado con él un relevo consensuado y pacífico, con varios meses por delante, en el que él mismo iba a poder elegir, o casi, a su sucesor al frente del diario. Y la guinda: el despido era particularmente humillante “ahora que estaban a punto de prevalecer sus teorías”.

Un atribulado grupo editorial

Total que la llegada de Ángel Expósito -mucha suerte al torero, porque delante tiene un bicho muy difícil de lidiar- a la dirección de ABC ha sido para el atribulado grupo editorial vasco algo así como un bálsamo, ungüento mágico que por primera vez en mucho tiempo aporta algo de sosiego a la casa. Un éxito en toda regla de ese gran desconocido que es José Manuel Vargas, autor de una operación minuciosa, preparada con el secreto necesario como para sorprender a casi todos, que ha conseguido desbloquear de golpe el callejón sin salida al que la incompetencia de Ybarras y Lucastenas había conducido al ABC, de la mano de la irrepetible Cata.

Y ahora el futuro, que no se presenta precisamente claro. Desde que hace unos años El Correo Español-El Pueblo Vasco perdiera su identidad originaria como diario vasco español, sus actuales dirigentes, presentes en el consejo de Vocento, han perdido la suya y andan desnortados, buscando con ansiedad su antigua estrella polar, aquella que les dirigía con heroísmo y sabiduría desde lo alto del Pagasarri. Desubicados ahora en la inmensidad de la meseta castellana, dan palos de ciego destituyendo a unos y a otros, embargados por la desconfianza y sabiéndose infiltrados por un ejército de adversarios que pelean a domicilio, dentro de Troya. Como dijo el filósofo, “quienes se sienten engañados son temibles, pues siempre estarán a la espera de su oportunidad”.

Es curioso que el negocio editorial de unas familias de honda raigambre foral y católica haya perdido su antiguo esplendor por culpa de sus tratos deshonestos con el clero, engañando primero al cardenal Suquía con la compra del diario Ya, y luego enfrentándose a fray Federico y a la actual jerarquía eclesiástica. Como dijo un sobrino de fray Cirilo de la Alameda, hombre de iglesia y de mundo a partes iguales, arzobispo conspirador, amante de las más bellas damas de la corte del siglo XIX, consejero de Fernando VII, embaucador y embaucado por Calomarde, y amigo demasiado personal de la duquesa de Beira: “Vocento está dejado de la mano de Dios, como el precio de la leche y los yogures”.

Las formas utilizadas por los Ybarra y los Luca de Tena para destituir a José Antonio Zarzalejos de la dirección de ABC han dejado desconcertados a directivos y empleados del Grupo Vocento, por no hablar, naturalmente, de los periodistas del diario a su cargo. Nadie se atrevió a comunicarle la decisión adoptada por el consejo: ni el presidente del grupo editorial, Diego Alcázar, marqués de la Romana, ni el nuevo consejero delegado, José Manuel Vargas, ni siquiera Catalina Luca de Tena, Cata para los amigos, presidenta de ABC y su gran valedora en los largos meses de agonía. Tuvo que ser Sole, su hermana, la que, al filo de las dos de la tarde del pasado 6 de febrero, comunicase la noticia a quien, más que Zarzalejos era desde hace meses una auténtica zarzaquemada.

ABC José Antonio Zarzalejos