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Las cartas del Gran Maestre de los masones a la Conferencia Episcopal y el delegado ‘desaparecido’
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Las cartas del Gran Maestre de los masones a la Conferencia Episcopal y el delegado ‘desaparecido’

Que Iglesia y masonería no se han llevado nunca bien es una verdad histórica constatable, aunque casi siempre han tratado de evitarse. Sin embargo, por primera

Que Iglesia y masonería no se han llevado nunca bien es una verdad histórica constatable, aunque casi siempre han tratado de evitarse. Sin embargo, por primera vez en su dilatada historia estas dos instituciones pueden iniciar un deshielo y normalizar su situación. Esto es lo que se desprende de una carta (ver documento) que José Carretero, Gran Maestre de la Gran Logia de España, ha enviado el pasado 31 de marzo al secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino, a la que ha tenido acceso El Confidencial.

 

Carretero le muestra al alto cargo eclesiástico su interés y “particular ilusión de que podamos un día dialogar en persona, lo que conduzca al inicio de un nuevo camino de colaboración, abandono de desencuentros históricos, cuya repercusión tanto conmueve a nuestra Orden regular, así como a un renovado entendimiento que abra el camino a un paradigma diferente en nuestra relación”.

 

No sería nada del otro mundo si no fuese por el hecho de que la Iglesia es uno de los tabúes tradicionales de la masonería española. Los críticos con la estrategia de José Carretero ya se han puesto a afilar sus espadas para dar un toque de atención al Gran Maestre. “Hay mucho malestar”, dijeron a El Confidencial fuentes de la Gran Logia de España. La culpa la tiene el hecho de que “la carta da a entender que la mayoría de los masones quieren establecer relaciones institucionales con la Iglesia, cosa que es rotundamente falsa, porque en la masonería conviven católicos, judíos, islamistas y ateos”.

 

Una decisión polémica

 

En realidad, los contactos de Carretero con la Iglesia no son nuevos, según ha podido conocer este diario. Ya es la tercera vez que el actual Gran Maestre tropieza en la misma piedra. Hace un par de años, decidió entablar relaciones con el Arzobispado de Barcelona, donde se encuentra la sede de la GLE. Para ello, nombró un “delegado” que tenía la misión de relacionarse periódicamente con un cardenal. El asunto comenzó a comentarse en los corrillos y cenáculos y las críticas comenzaron a ser cada día más acervas. Por ese motivo, al final claudicó y publicó un edicto (es la forma en que el Gran Maestre realiza sus anuncios) derogando el cargo del “delegado” y poniendo, así, fin a las relaciones de la Gran Logia de España con la Iglesia.

 

Hace dos meses, Carretero también mantuvo discretos contactos con el abad de Montserrat. Según ha podido saber este diario, ambos mantuvieron una reunión en la basílica. El Gran Maestre le había enviado una carta similar a la de Martínez Camino y entre ésta, y la intervención de algunos miembros de la GLE, hicieron posible el contacto personal. La frenética actividad pública de Carretero tiene su continuación en otra misiva que dirigió a un alto jefe militar, que todavía no ha dado contestación al escrito.

 

Un mandato complicado

 

Carretero llegó a su cargo en el año 2006, tras vencer por un escaso margen a su opositor, Josep Corominas. Desde entonces, la estrategia de proyección de la Gran Logia de España ha vivido momentos convulsos. Entre otras acciones, cortó amarras con la Gran Logia de Andorra porque ésta había acogido a masones discrepantes con la línea oficial de Carretero. Luego, cortó relaciones con la organización masónica más grande de Italia, el Gran Oriente, con 17.000 afiliados, y fortaleció las que tenía con la minoritaria Gran Logia Regular de Italia, que tiene 3.000 afiliados. Pero aunque durante su mandato perdió un puñado de afiliados, también es cierto que recuperó otros, como al Gran Maestre de principios de esta década, Tomás Sarobe, que había salido por la puerta falsa (entre acusaciones, que no se llegaron a probar, de malversación de fondos) y que ahora es la cabeza visible de una logia madrileña de nuevo cuño, la Ruyard Kipling.

 

Ahora, cuando ya se habían calmado las críticas internas por su gestión al frente de la masonería (en estos tres años ha tenido que soportar pleitos y denuncias por haber utilizado dinero del Fondo de Beneficencia para comprar inmuebles, entre otras cosas), vuelve a las andadas. La carta a Martínez Camino le puede dar tantos o más quebraderos de cabeza que el nombramiento del delegado ante el Arzobispado de Barcelona. Lo malo es que las misivas no desaparecen con un simple edicto, sino que quedan para la posteridad.

Que Iglesia y masonería no se han llevado nunca bien es una verdad histórica constatable, aunque casi siempre han tratado de evitarse. Sin embargo, por primera vez en su dilatada historia estas dos instituciones pueden iniciar un deshielo y normalizar su situación. Esto es lo que se desprende de una carta (ver documento) que José Carretero, Gran Maestre de la Gran Logia de España, ha enviado el pasado 31 de marzo al secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino, a la que ha tenido acceso El Confidencial.